El beso del Dragón

El diario del dragón (2)

Pasaron los días, las horas, los minutos. El tiempo pasaba lento y yo cada vez pensaba que me estaba volviendo más demente.

No había podido abrir el libro y eso me inquietaba.
Solo me faltaba intentar con un taladro, aún así no estoy segura de que se abra.

Las cosas en el pueblo habían estado muy tensas. encontrado una cabeza en la orilla del río, unos kilómetros más lejos, cerca del bosque, encontraron el cuerpo sin una sola gota de sangre. Estaba colgando de los pies en un árbol. 
Lo que más alarmo al pueblo fue el hecho de que al rededor del cuerpo no se encontró una sola gota de sangre.
La pregunta y encabezado de los periódicos era "¿Donde esta la sangre?"

Las personas tenían miedo.
Solo salían al medio día, con el sol quemando sus cabezas, ellos pensaban que con el sol caliente los Volaide no saldrían a cazar.
El supermercado, el único que teníamos, era vaciado por los ciudadanos, no quedaban si quiera esos horribles caramelos de sardinas que son tan comunes aquí. 
Almacenaban comida como para un apocalipsis y mi abuela no era la excepción, pareciera como si toda la comida enlatada del supermercado la había comprado y almacenado en el sótano.

Había pensado mucho en todo lo que estaba pasando, las personas del pueblo decían que eran vampiros. ¡Pero los vampiros no existen. 
Las brujas no existen, ni los fantasmas, mucho menos un ser así!

Cada vez que podía investigaba sobre los vampiros, por curiosidad, porque los vampiros no existen.

Habían muchos cabos en las teorías que afirmaban su existencia. Decían una cosa y luego decían que no aplicaban para todos. Según ellos hay vampiros que pueden hacer todo lo humano y todo lo sobrenatural, también hay otros menos agraciados que solo pueden ser sanguijuelas nocturnas. En lo único que todas las teorías están de acuerdo es en qué necesitan sangre, la sangre es como su energía vital.
En Italia hay hasta un una asociación que los agrupa y lucha por sus derechos. 
Lo cual es muy gracioso porque se supone que los vampiros están muertos, es como luchar por los derechos de un cadáver.

Más sin embargo la ciencia dice que no es posible su existencia. Porque no podríamos coexistir con seres que necesiten nuestra sangre para vivir. Nos aniquilarían a todos en menos de siete años. Y, si seguimos vivos es porque no existen.

Es lunes, tenía que ir a la ciudad. Después de una larga discusión con Má, sobre lo peligroso que está el pueblo y lo mucho que me ama, me dejó ir.
No me dejó llevarme la vieja  camioneta, "porque la carretera es peligrosa".
Así que me tocó irme en el autobús, solo habían dos vueltas sale a las 12:00pm y vuelve a las 6:00pm. 
Y como era de esperarse solo salí yo del pueblo, pero el autobús de fue llenando en otras paradas.

De niña solo había venido pocas veces a la ciudad. Solo veníamos a comprar libros para mamá y materiales industriales para papá. 
A mi madre le gustaba mucho leer, era amante de Dante Alighieri y Luis Ángel. Siempre me había parecido extraño como una mujer tan culta e inteligente amara a un hombre tan rudo como mi padre.

Me había costado mucho encontrar la agencia internacional de mensajería. Sin maps y con solo las referencias de mi tío era una misión complicada, pero lo encontré, luego de preguntarle a casi todas las personas que se me cruzaban en el camino.

Ya con mi celular en mano, solo faltaba sacar un una tarjeta SIM. Lo cual iba a ser fácil desde que me ubicará. Con maps todo es más fácil.

-¡Dominic!
Sentí como mi estómago se encogió y un aire frío recorrió mi espalda. Era su voz. Era su maldita voz.

Trate de seguir caminando normal, el no podía estar aquí.

-Dominic...

-¡Oh, por favor déjame sacar mi tarjeta SIM! -susurre frustrada. Sentía que mi mente me estaba jugando una mala broma.

Pero el gritarme a mi misma funcionó, logre sacar mi tarjeta SIM sin pensar en él. 
Los cual no me había parecido extraño hasta verlo comprando algo en el quiosco que se encontraba justo en frente de la tienda de servicios telefónicos.

Sentía como si mi sangre quemara por mis venas.

-¡Hey! -dijo dándose la vuelta para saludarme o burlarse.

-¿Me estas persiguiendo? -dije tratando de no tener un ataque de nervios.

El se acercaba a mí con su aire de Señor todo poderoso, mientras veía con altura a todas las personas que transitaban.

-Te compré un regalo -dijo con una especie de sonrisa mientras me tendía la bolsa que llevaba en la mano.

"Me persigue, vuelve a jugar con mi libre albedrío y me compra un regalo, ya parecemos relación tóxica.

Sé que estás escuchando lo que pienso; TE DETESTO"

Seguí pensado cosas agresivas mientras abría la bolsita. El por otra parte sonreía burlón.

-Es un... -susurre mientras veía aquella bolita morada con alas.

-Murcielago -dijo tomando mi antebrazo y acercandose más a mi.

Nervios, estaba nerviosa. Mi corazón se aceleró y mi estómago se encogió mucho.

Mis ojos subieron hasta los suyos. Él sonrió ampliamente, como si le hiciera mucha gracia algo.

-Esta mujer iba a pasar con el carrito de su bebé.
dijo mientras se apartaba de mi y el espacio que el ocupaba lo había llenado la vergüenza.

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué me compraste un murciélago? -trataba con todo mi ser de volver a mí estado de enojó -Los hombres normales no tratan de que la chica que le gusta le tengan miedo...

¡Oh, no! ¡Oh, no!

-Tuve mucho tiempo libre en lo que comprabas tu SIM, miré en los quioscos y me pareció interesante el murciélago.

¡Le dije que le gusto!

-No estoy tratando de que me tengas miedo -se acerco más a mi -, solo estoy tratando de protegerte.

-¿Protegerme de que?

-No tienes porqué saberlo, aún ...

Sentí una pequeña ráfaga de viendo rozar mi oreja, para luego escuchar como un pedazo de metal cochars contra la pared. Las personas comenzaron a gritar y a correr en todas las direcciones. Otro disparo.




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