El beso del Dragón

El diario del dragón (3)

Otro disparo. 
Lo ví todo muy lento, ví como salía del arma hasta como se le hundía a Austin en el costado.

Apreté los ojos muy fuerte y grite. Grite mucho y con fuerza. Pronto deje de escuchar, mi cabeza comenzó a dar muchas vueltas.

-¡Dominic! -grito mientras me sacudía.

Abrí los ojos con dificultad.

-Es...tas s...sangran...do mucho -susurre al ver su costado -. Mucho...

Mire a mí alrededor, aún me sentía mareada. 
Las personas que nos habían disparado se encontraban tiradas en el suelo. De sus cabezas salia un líquido azul oscuro.

-Sangre por todos lados...

Sentí como me tomo entre sus brazos y como si hiciera click en mi cerebro el mareo cesó.

-Tienes que sostenerte -me ordenó.
Yo simplemente obedecí. Me aferre a su cuello. Parecía que no le dolían las heridas. 
Sentí como su fría sangre ensuciaba mi cuerpo.

-Ya vienen -susurro mirando atrás, donde se encontraban los cuerpos de los que le habían disparado.

Empezó a correr hasta el fondo del callejón, que para nuestra suerte no era un callejón sin salida.

Se detuvo casi al final, justo antes de llegar a la calle.

Piso sobre una tapa del desagüe haciendo que se deformara y abriera. Mire sorprendída, no paracecia haber pisado duro.

-Vamos a saltar -me avisó justo antes de saltar a la alcantarilla.

-¡¿Qué?! -grite aferrandome más a él.
Todas las partes de mi cuerpo habían sido llenadas de ese líquido repugnante que recorre las alcantarillas.

Si se están imaginando aquellas alcantarillas estadounidensen enormes, con cocodrilos y mucho espacio para caminar sin mojarse de agua sucia y repugnante. Puedes ir obviando a tu imaginación porque en esta pequeña isla no se ven esas cosas.

La corriente no era rápida, estaba carmada y el agua apenas le daba por encima de las rodillas. 
Por lo menos habían algunas bombillas en el techo. Eran de un color naranja, muy tenues.

-¿Estás bien? -pregunto mirándome.

-No, no estoy bien -dije soltandome de su cuello -. ¿Podrías...

-No te voy a soltar por tus cambios de los emociones. Es agua sucia, estoy herido, y necesitamos salir de aquí antes de que tú lo estés -dijo mientras caminaba con paso firme y enérgico.

Respire hondo. Definitivamente estaba loca. Tenía que sufrir de esquizofrenia, nada de esto puede ser real.

-Ya vienen -aviso mirando atrás.

-¿Qué eres? -pregunte mirándolo fijamente. 
La pregunta solamente salió de mi boca, pero él no respondió.

Pasaron varios minutos en los que solo parecía caminar y yo sentía como que corría.
No dije nada, estaba muy nerviosa, ansiosa y asustada.

El agua se movió más formando pequeñas olas que  mojaban mi trasero y parte de mi bolsa.

Austin se detuvo.

-Ya están aquí...

El pánico me invadió.
Se dió la vuelta.

-¡En la paredes! 
Eran más de diez quizás veinte, pero no me crean estaba asustada y al borde de un preinfarto. 
Venían por las paredes, en cuatro patas.

-Danos al dragón  -susurro acercándose a nosotros caminando dentro del agua.

-¿Dragon?

-Tengo que pensarlo -susurro aferrandome más a él.

-Tienes diez segundos -dijo el hombre corpulento.
Los que estaban en las paredes avanzaron más hacia nosostros. Algunos sacaron sus armas y nos apuntaron.
El hombre corpulento ya había comenzado a contar.

-Uno, dos...

-Dales lo que quieren -dije desesperada.

-Cinco, seis, siete...

-¡Draco, mors vocat! -susurro Austin.

Mi mente se nublo al igual que mi vista. Mi ser fue envuelto en sus palabras.

Grite.
 

-¡Draco, dormiens! ¡Draco, dormiens!

Desperté de golpe, mi boca estaba llenada de agua sucia. Yo estaba llena de agua. 
Estaba tendida en el agua. 
Austin me sacudía mientras gritaba esas palabras extrañas. 
Todos estaba a oscuras. 
Ya no habían luces en el techo.

-No veo nada...-dije tratando de poder mirar a mi alrededor -. ¿Qué pasó?

-Tenemos que irnos.
Abrazo mis cuerpo y me levanto del agua sucia.

Aunque no lo veía lo sentía muy cerca. Su abdomen rozando con el mío.

-¿Qué eres? -susurre cuando el ya me había parado.

Duro unos segundos aún abrazado a mí cuerpo. 
Sentía como su rostro se acercaba a mí y tuve la sospecha de que yo era la única que no veía.

-Soy un monstruo -me susurro en la oreja.

Cómo un tsunami, el recuerdo de que traía una bolsa me llegó de lleno a la cabeza. Haciendo que no le diera importancia a lo que él había dicho.

Se apartó bruscamente de mi. Sentí como que se movía por la cueva pero el seguía frente a mi.

-Tu bolsa -dijo con brusquedad mientras me la ponía en la mano.

-¡Oh! Está totalmente mojada.

-Ya deja de quejarte, tenemos que salir de aquí...

-No puedes decirme que no me queje después de todo lo que ha pasado. Tienes suerte de que no llame a la policía...

-Dominic, te voy a cargar y vamos a salir de aquí, espero que te calles si es que quieres seguir despierta.

Con un movimiento rápido me cargó entre sus brazos. Me queje y gruñi un poco. 
Hice silencio.

Mi cabeza dolía, estaba mareada y tenía hambre. Sin quitar el hecho de que estaba llena de algo viscoso y apestoso.

No sé cuánto tiempo duramos para encontrar una escalera, o la escalera que el quisiera. 
La oscuridad era insoportable.

-Llegamos -susurro.

Había una escasa y tenue luz que salía de la tapa de alcantarillado que estaba sobre nuestra cabeza. Era eso o efectos de estar mirando tanto a la oscuridad.

-Subo yo primero...

-No -dije rápido.
Aún seguía entre sus brazos y no creía poder sostenerme en pie yo sola.

-Tu primero...

-Estoy muy mareada para sostenerme en pie por mí misma -susurre mirando la tapa.

-Tienes que abrazarte a mi fuerte

Ideas de mis piernas rodeando su cintura y mis manos rodeando su cuello invadieron mi mente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.