Jean revisa la cartera de clientes, para aprovisionar el mercado en los diferentes renglones de productos, y la adaptación a los nuevos costos. Quiere dejar a su equipo de trabajo todo en orden, para que el proceso comercial se mantenga al máximo de su nivel, durante el tiempo que va a estar fuera del país. También tendrá en su viaje a España la oportunidad de visitar a sus clientes comerciales, es importante hacer presencia personalmente, el momento apremia para hacerlo.
Jenmerly de igual forma hace entrega, de los lineamientos a seguir en su empresa durante su ausencia. Viajarán cargados de realizaciones, cada uno tiene su proyección específica, teniendo vinculación en el marco de la actividad comercial. Aprovecharán al máximo la estadía en España, la proyección está enmarcada en obtener el mayor beneficio que puedan, para el crecimiento en el mercado.
Cogen sus equipajes, abordan un taxi que los llevara al aeropuerto, llega dando saltos de alegría, pasan para el respectivo chequeo, ¡Gritan de alegría! Cuando anuncian el vuelo que los llevara a España.
—Ya estamos próximos, al aeropuerto de barajas —comenta Jean.
—Si, ya lo estoy viendo —dice Jenmerly
—Cogeremos un taxi, que nos llevara al hotel reservado —dijo el.
—Estoy de acuerdo —afirma ella.
Le dan las gracias al taxista y pasan al hotel, el recepcionista los atiende, y le hace entrega de las llaves, y les da la bienvenida, deseándoles unas hermosas vacaciones. Ellos dan las gracias por su amable gentileza.
—¿En dónde estás querido?
—Estoy observando el panorama.
—Me voy a duchar, querido.
—Yo también lo voy a hacer.
Ella ordena el equipaje, y se pone cómoda en el sofá, espera que él salga de la ducha, para ir al restaurante, el apetito la acosa, comeré una sabrosa comida española. Quiero comer una rica comida, en solo imaginarla, se le derrite la boca.
—¿Estoy lista para que visitemos el restaurante?
— Dame unos minutos y estaré contigo.
— Estoy hambrienta.
—¿Veremos el menú?
—Ella quiere comer cosido.
—De acuerdo cielo, pediremos dos servicios de cocido y dos copas de vino tinto.
—Al ver la comida, los dos ¡exclaman! Que abundancia hay en estos platos, comen un bocado —diciendo— que exquisitez.
Se despiden del mesero, se van a dar un paseo por la plaza el sol, disfrutarán de las hermosuras que reviste su arquitectura, y otras que embellecen su atractivo turístico. Regresan satisfechos por haber estado en un lugar de tradición histórica. Descansarán para al amanecer salir a cumplir con sus obligaciones previstas.
¡Dios, he dormido sin despertar en la noche! Su prometido aún duerme, lo despertara, el día está despejado es verano, no necesitaran de abrigo. Hoy va a hacer un día de trabajo continuo, tendrán que movilizarse a diferentes sitios, para cumplir con la agenda de trabajo.
Jean ha despertado, toma un café y platican como van a hacer las visitas, deciden que primero visitarán las empresas. Al terminar con lo programado comercialmente, harán las visitas a sus amistades, sabrán hacer un buen uso del tiempo, para que todo se dé como lo tienen proyectado.
Salen a cumplir con sus obligaciones de trabajo, él mira el reloj y le comunica a ella, que son las cuatro de la tarde, deben regresar al hotel, y prepararse para continuar con lo programado. Entran a un café y comen unos aperitivos, antes de llegar al hotel. Después de unos días agotadores de trabajo, han cumplido con lo trazado en la agenda.
Ya están listos para cumplir con sus compromisos sociales, el tiempo fue provechoso, están satisfechos con los logros obtenidos. Salen a cumplir con las visitas que les harán a sus amistades, será un largo día de visitas. Como estaba pautado visitaron las amistades, el recibimiento que les dieron cada familia, fue lleno de un regocijo, de dimensiones memorables.
—¿Que te pareció el recibimiento que nos dieron? —pregunta Jenmerly.
—¡Estoy sorprendido! Jamás pensé que sucediese, algo tan especial en las visitas a esas adorables familias —dice Jean.
—¡Que atención nos dispensaron! los amo —dijo ella.
Terminadas las labores y las visitas, deciden visitar a Alicante, quieren aprovechar el verano, y darse un baño en esas hermosas playas. Parten a su destino programado, van disfrutando del diverso paisaje que rodea la vía por donde se desplazan.
Están llegando, notan que las playas están copadas de turistas, pero no será obstáculo para entrar a darse el baño. Entran a la playa cumplirán con el fin, caminan buscando un espacio, donde estén cómodos, la mañana está espléndida, esto permitirá disfrutar mejor del tiempo. Pasearán en los yates que prestan servicios para conocer la costa mediterránea, y recibir la frescura de su oleaje.
—Tomaremos para refrescarnos, antes de entrar al agua, un tinto de verano, bien frio —propone el.
—Si, el cuerpo lo necesita —afirma ella.
Abrazados entran al agua, a disfrutar de ese momento que la vida les está dando, es un componente que hace más placentero el amor que los une. Disfrutan de ese refugio costero, el oleaje les da un suabe masaje, que deja sus cuerpos dispuestos para él bronceo, la brisa le brinda frescura a la desnudez de sus cuerpos. El tiempo interrumpe la felicidad que están viviendo en las aguas del mediterráneo, invitándolos a regresar a la hermosa Madrid.