El Beso Venenoso

DIEZ PERDIDOS EN EL RÍO HURACÁN

Ellos escogieron al “Río huracán” Cogen la camioneta y suben la lancha y todo lo necesario para partir a disfrutar, de esa diversión que buscan. Comentan que pescaran variedad, en ese río hay abundancia, se está en el mes donde es permitido la pesca. También se bañarán en aguas dulces, tienen mucho tiempo que no lo hacen.

—Nos ubicaremos en aquel sitio para bajar la lancha, es el más apropiado para hacerlo —dice él—. Bajándose de la camioneta.

—Mira su contorno, ve que hay unos cuantos visitantes —ella pregunta— ¿Todos vinieron a pescar?

—Mi percepción es que todos los que están vinieron a pescar, tendremos unos cuantos competidores, buscaremos un sitio donde no haya aglomeración, solos lo haremos mejor —argumenta Jean—. Acercando la lancha a las aguas del río.

—Todo lo que trajimos ya está colocado en la lancha —dice Jenmerly—. Estamos listos para navegar.

—Pone el motor en marcha y se alejan rio abajo, para ubicarse donde van a pescar, va mirando para escoger uno adecuado —dice él.

—Este es un buen sitio para pescar, anclemos aquí, para empezar —comenta Jenmerly—. Preocupada porque la tarde hace su aparición.

—Echan al agua la red, y observan detenidamente, que la red está cogiendo buena pesca, el inicio es bueno —dice Jean.

—La red está pesada, con otra red tendremos lo suficiente de pesca y regresamos —dice Jean.

—¡La pesca estuvo muy buena! Pondré en marcha la lancha, regresaremos a casa, quiero llegar para preparar pescado a la brasa, ya siento el rico sabor del pescado en mi boca —comenta ella.

—¡El motor no funciona! Voy a dejar que la lancha se deje llevar por la corriente del agua, buscaremos un sitio más seguro, donde pueda verificar la falla que tiene, y continuamos el regreso —dice el—. Dirigiéndola con el remo.

—¡Estamos solos en este lugar! —Grita ella—. Desesperada.

—¿No te alarmes? Trataré de reparar la falla y regresaremos —argumenta el.

—Gracias mi rey, eso qué dices calma un poco mi angustia —dice ella.

—Anclo la lancha arrecostada una gigante piedra, que está a la orilla del rio, para revisar la falla —dice el—. Secando el sudor de la cara.

—Apresúrate con la reparación, tengo cansancio —manifiesta ella.

El agotamiento se apoderó de ellos quedándose dormidos, la lancha encallo en las raíces de un árbol que están extendidas a la orilla del río; el penetrante rayo del sol los despertó, asombrados se miraron uno al otro sin decir palabras. Unas voces los sacaron del silencio, miran a su entorno, y ven que un grupo de Indígenas se acercan a ellos, el miedo los invadió causándoles temblor en sus cuerpos. Ellos los miran, están asombrados, no entienden que pasa, los sacan de la lancha, llevándoselos selva adentro. Desconocen a donde los llevan, sospechan que debe ser a donde está el jefe de la tribu. Ven a distancia un numeroso grupo de nativos, juntos a sus chozas, al llegar los atiende el jefe de la tribu, que viste un atendo diferente a los demás indígenas, cubre su cabeza con plumas al igual su vestimenta.

—El cacique les pregunta, ¿Qué hacen en territorio Indígena?

—Jean le contesta estamos pescando.

—Estas son tierras indígenas, para pescar y estar en este territorio deben tener un permiso, serán sancionados por nuestras costumbres legendarias.

—Jean le pregunta al cacique ¿En qué consiste esa sanción de la que le habla?

—La sanción consta en estar encerrados en una choza durante tres meses, comenta el cacique enojado. Solo saldrán de ella para comer, bañarse y otras necesidades personales, al cumplir la sanción podrán salir de nuestro territorio.

—¿Hay otra opción para pagar la sanción? —Pregunta Jean—. Que no sea la de prisión.

—El jefe de la tribu, le informa, que si se puede negociar por ganado o instrumentos para trabajar las tierras.

—Jean le manifiesta ¿Cuál de las dos propuestas que haces quiere, para que negociemos en este momento?

—Negociaremos la sanción por seis cabezas de ganado, bajo las siguientes condiciones: Su compañera permanecerá aquí hasta que tú llegues con el ganado, te acompañarán en el viaje seis de mis mejores guerreros, se trasladarán en nuestras lanchas.

—Jean acepta la negociación dentro de los términos expuestos por el jefe Indígena, dirige una mirada a donde está su amada, ella se queda en prisión hasta que regrese su prometido. Se despide diciéndole pronto, estaré a tu lado amada mía, no tardará en regresar, pronto seremos libres, y regresaremos a nuestro hogar. Él viaja junto a los seis guerreros, ellos son unos diestros en la conducción de lanchas, lo hacen con gran capacidad. Llegan al sitio de donde partió con su amada, que sirve de pequeño puerto fluvial.

Él les comenta a los indígenas, que hace ese sacrificio porque no le queda otra opción, está en peligro su novia. Abordan la camioneta para ir a la finca a retirar las seis cabezas de ganado. En uno de sus camiones trasladan las reses hasta el pequeño puerto.

Embarcado el ganado en las lanchas navegan para hacer la entrega, él observa la habilidad de los guerreros para conducir las lanchas cargadas, el dominio que demuestran en la conducción es asombroso. En el trayecto mira que el río está cubierto por selva, no ve que haya otra comunidad, la única comunidad es la de los indígenas.




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