El blanco de sus ojos

06

Eleck abrió los ojos con pesadez, parpadeó con algo de incomodidad por la luz tenue que lo alumbraba y se incorporó sobre la superficie de la cama, observó a todos lados no pudiendo recordar en qué momento se había quedado dormido; frunció el ceño, pronto pudo escuchar pasos y luego la puerta del pequeño cuartito abrirse dejando ver a Silvanus que con una sonrisa se acercó cargando una bandeja con bebidas humeantes, tomó asiento a un lado de la cama y dejó lo que traía sobre la mesita de noche, suspiró y observó al joven.

—Bueno, supongo que tienes preguntas.

—Pues sí, ¿Cómo es que llegamos aquí? No lo recuerdo —susurró lo último algo confundido.

—Fue complicado llegar a mi casa, vivo en las afueras de Helsinborg donde nadie me molesta, soy muy solitario a decir verdad, tuve que cargarte en mi espalda ya que te desmayaste y antes de que digas algo, sí, estabas muy agotado por haber sostenido un escudo contra seis tipos locos —sonrió—. Además de que el hechizo de Torkset es veneno puro para los tuyos, los desgasta a una velocidad inaudita.

—No tenía idea, no habían usado eso contra mí nunca —negó sorprendido.

—Comprendo —tomó una de las tacitas entregándola al peliblanco—. Bébelo, te hará sentir mejor, vas a recuperarte pronto y sabe bien.

—Son hierbas medicinales —comentó el Valaisin mientras olisqueaba el aroma—. Qué agradable.

—Si, así es, tengo mi propia huerta en el patio trasero asique no requiero ir a la ciudad por medicamentos, prefiero hacerlos en base a mis dones —sonrió.

—Wow, había oído que un Luonto tiene una conexión con la naturaleza que te transmite paz, no se equivocaban —Eleck sonrió en grande.

—Gracias, pero deberías ver lo que las brujas verdes pueden hacer, eso es en verdad dejar fluir a Madre Tierra por tu ser —agregó de manera cálida mientras observaba a detalle los rasgos del más joven—. Dime, ¿Cómo es que eres completamente albino? ¿Mmm?

—¿Por qué sorprende tanto? Todos los Valaisin tiene rasgos así, es lo que nos caracteriza como magos de luz —comentó interesado.

—De todos los magos son los únicos que tienen un rasgo característico, he conocido a varios como tú, algunos tenían los ojos platinados, otros solo mostraban destellos en ellos, algunos eran sumamente pálidos o tenían un detalle en el cabello en tono blanco, tú reúnes todas y cada una de las condiciones que he visto —soltó sin más—. No es normal ver un albino.

—Oh —murmuró sopesando todo mientras bebía con calma la infusión—. Cuando era pequeño solía tener el cabello ébano, mis ojos eran cafés, hasta que mi magia despertó y fui perdiendo colores.

—Ya veo —asintió—. ¿Cómo es que despertó tu magia? ¿No tenías antes de ese suceso?

—No, soy hijo de una bruja y un humano, eso me hace un mitad mago, pero mi nacimiento no trajo magia consigo, solo la habilidad de poder ver nuestro mundo —chasqueó la lengua—. Todo cambió cuando salvé a un ManeKatt de la muerte, los cazadores querían arrancarle las piedras preciosas incrustadas alrededor de sus ojos… No pude dejarlo solo…

—Oh, pero qué noble corazón —Silvano rió bajo—. Sea como sea, lograste ser parte de nosotros.

—Sí.

—Bien, ahora dime, ¿Por qué te atacaron esos tipos? ¿Qué haces tan lejos de Khandrya? —cruzó los brazos sobre el pecho cual padre interrogando a su hijo.

—Uh, soy parte de la Guardia de Merlín, estoy aquí buscando a su descendiente, las cosas en el reino no van bien, en cualquier momento podríamos tener una guerra —explicó—. Solo el verdadero heredero podrá traernos paz antes de que las masacres regresen.

—Qué mal —su semblante decayó—. Debes tener mucho cuidado, he oído que no todo lo que Merlín decía era cierto.

—¿Dices que nuestro Rey no tiene un heredero? —frunció el ceño.

—De tenerlo, ¿Por qué nunca nadie lo vio? ¿Por qué ocultarlo si era monarca de un mundo místico? ¿Por qué nadie sabía de su vida? No lo sé, nadie sabe siquiera el nombre de ese niño y de haber tenido uno, ¿Crees que esa persona no intuye que algo malo sucede cuando su padre ha muerto hace más de un siglo? Eleck, me cuestiono eso —se encogió de hombros—. Nadie sabe qué fue de ese heredero…

—Merlín no mentiría jamás, nunca diría algo así de no tener veracidad —defendió—. Confío en lo que me encomendó y buscaré a ese joven, sé que es un hombre…

—Oh, bueno, no deja de ser complejo, hay millones de humanos en este mundo y ni hablar de nuestro mundo, te llevará años —apretó los labios—. Pero aun así te voy a ayudar, te ves muy solo para una misión tan grande.

—No estoy solo, tengo dos híbridos ManeKatt y viajaba con una chic —suspiró—. Los perdí de vista, les dije que corrieran mientras despistaba a los Antaa Potkut.

—¿Hay lugar para otro miembro en el equipo? —preguntó batiendo sus pestañas—. No puedes privarte de verme seguido, mira que guapo soy.

—Muy guapo —Eleck rió—. Estás dentro, me encantaría aprender más de ti, apenas sé algunos hechizos de sanación, no tengo tanta potencia como un Luonto pero me da curiosidad saber más.

—Un curioso, eso eres —asintió—. Ahora, termina tu té, anda.

—Sí —asintió obediente bebiendo el resto, Silvano suspiró, tal parece que dejaría de ser tan solitario después de todo, pero su reino estaba en problemas y como miembro de Cathair Ghrian, capital del reino y la tan adorada Ciudad del Sol, tenía que ponerse al servicio de la Guardia, en este caso, de Eleck.




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