El grupo de amigos se encontraban en aquella sala de una casa totalmente rústica donde un gato negro dormía junto a la ventana, una mujer preparaba té verde mientras Alistair y Silvano curaban la pata trasera de Ónice en su forma animal junto a los ungüentos preparados previamente por la bruja que les había brindado ayuda en cuanto llegaron a Khandrya.
Eleck descansaba en una de las habitaciones con un paño húmedo sobre la cabeza, con Rayna a su lado descansando de igual manera y brindándole calor al peliblando, con Niesse del otro lado sentado y sin haber soltado una de las manos del mago inconsciente, esperando que abra los ojos, que esté bien a pesar del Oculi Tenebris. Por alguna razón la bibliotecaria tiene la necesidad de saber que se encuentra bien, necesita escuchar su voz para calmar los miedos que se han arraigado en él desde que habló con la fémina que les ha dado techo hasta que mejoren.
*Flashback*
Niesse abrió los ojos lentamente sintiendo que su cabeza punzaba con fuerza, parpadeó un par de veces tratando de recordar qué era lo que había pasado y dónde estaban. Su vista fue al frente notando a unos metros a Silvano tendido sobre el verde césped como ella, frunciendo el ceño fue que intentó moverse pero de nuevo sintió dolor en su cabeza y se quejó bastante; con lentitud se incorporó como pudo, el grupo a su alrededor hacía lo mismo y es que al ser transportados por Equusuu tuvieron un caótico suceso donde no estaban preparados para semejante viaje, en especial la chica que nunca había tenido que atravesar un portal de semejante magnitud.
Niesse buscó con la mirada a Eleck hasta encontrarlo a unos metros aun inconsciente pero no se encontraba solo, revoloteando a su alrededor una extraña criatura traslúcida de ojos grises en su totalidad y similar a un espectro parecía interesado en el Valaisin; no dudó en ponerse de pie y correr en su dirección intentando ahuyentar a lo que sea que era esa cosa.
—¡Oye, aléjate! —aquel ser solo se la quedó viendo sin apartarse del lado del peliblanco, por su parte Niss acunó al chico contra sí temiendo que pudiera hacerle daño—. ¿Qué quieres?
—¿A quién le hablas? —Alistair se acercó viéndola como si estuviera loca.
—¿No lo ves acaso? —preguntó seria.
—No, no veo nada —negó volteando a todos lados, Silvano ayudó a Ónice a ponerse de pie acercándose a ellos.
—Es un Crawlar, son espíritus mágicos que se acercan a quienes han visto la muerte —una voz femenina los sorprendió logrando que voltearan hacia un lado pudiendo ver a Equusuu acercarse seguido de una mujer de cabellera negra y larga decorada con mechones violáceos, vistiendo un sencillo vestido azul cubierto por una larga capa con capucha—. Pocos son quienes pueden verlos, o más bien, algunos afortunados.
—¿Por qué puedo verlo yo? —Niesse volvió los ojos al ser que no dejaba de vigilar a Eleck.
—Quién sabe —sonrió acercándose—. Mi nombre es Irina, soy una bruja alquimista.
—Nos dará un lugar donde resguardarnos de momento —Equusuu comentó—. Estamos algo alejados de la ciudad principal y necesitamos cuidados para el Valaisin y para el ManeKatt.
—Permíteme —las manos de la mujer fueron al rostro de Eleck que parecía pacíficamente dormido—. Un Sielun Syoja, ¿Verdad?
—Sí, es una mujer despiadada, se llama Gya —respondió la humana intercambiando miradas con un preocupado pero silencioso Silvano.
—Ha tenido suerte, no es grave —suspiró Irina—. Necesito darle algo de medicina para que recupere fuerzas y calor, está helado su cuerpo.
Niesse llevó una de sus manos a la mejilla ajena para constatar que realmente se encontraba bajo de temperatura.
Rayna se acercó con premura arrodillándose a un lado del mago de cabellos blancuzcos, tomó sus manos con cuidado y cerró sus ojos, a continuación las gemas que adornaban su frente y parte de sus sienes se encendieron tenuemente en un color naranja, cálido, agradable a la vista, a través de la unión de sus manos le proporcionó a Eleck calor que se expandió con rapidez por su anatomía.
—Los ManeKatt tenemos diversas habilidades, Rayna maneja el calor y sus derivados, sus gemas permiten que esté en contacto con el núcleo de nuestra Tierra. De allí obtiene su poder —Ónice explicó con una leve sonrisa sin dejar de ver a su compañero, siempre lo había admirado por ello.
—¿El espectro sigue aquí? —Irina observó a la bibliotecaria que asintió lentamente—. ¿Qué hace?
—No deja de verlo —insegura respondió.
—No te preocupes, los Crawlar no son seres que hagan daño, por el contrario, son quienes se encargan de acompañar a las almas al camino correcto para seguir a otro plano, también son quienes se acercan a quienes están por morir —suspiró—. Este mago tuvo demasiada suerte o el poder suficiente para que Sielun Syoja no pudiera devorarlo con rapidez.
—¿A qué te refieres con el poder suficiente? —frunció el ceño.
—Para los come almas es una tarea sumamente fácil devorar a otro, especialmente a un Valaisin pues su magia es ligera y facilita la extracción del alma —respondió viéndola a los ojos—. Pero si el mago es poderoso entonces llevará más tiempo hacerse con su ser, ¿Comprendes?
—Sí —asintió.
—Tenemos muchas dudas, pero debemos movernos —Equusuu ayudó a cargar a Eleck y Silvano tomó a Ónice en sus brazos habiendo cambiado este a su forma animal.