La casa donde habían pasado las últimas horas se veía ahora más pequeña de lo que recordaban. Silvano observa alrededor del lugar mientras espera a que los demás salgan de la vivienda para emprender la marcha, deben comenzar cuanto antes el andar si desean ser rápidos a la hora de encontrarse con la bruja adivina antes de que Gya los halle; suspira, voltea a ver a Eleck que camina en su dirección observándolo todo a detalle, de momento la maldición del Oculi Tenebris ha desaparecido pero puede regresar en cualquier momento y saben que se verán ralentizados cuando suceda, es por ello que las prisas son grandes.
—Muy bien, este es el camino más seguro hacia Cathair Ghrian —Irina los observó con serenidad, la bruja transmitía paz—. Es importante que mantengan un perfil bajo, Gya de seguro está rastreándolos y tarde o temprano los va a encontrar, lo mejor es hallar un lugar para pasar las noches.
—Lo intentaremos, pero no podemos seguir huyendo, en algún momento deberemos enfrentarla o será un gran en el culo para siempre —Alistair soltó molesto.
—Para llegar a la ciudad capital es necesario cruzar el Bosque de las Sombras y llegar a la aldea de los ManeKatt en el Valle de la Luna —Rayna los observó a todos con semblante serio—. No es un viaje que vaya a ser fácil, hay mucho en juego y además, una vez hallamos salido del bosque, solo Ónice o yo conocemos el camino para llegar a nuestra aldea.
—Me temo que solo tú, desde que me perdí cuando era cachorros no recuerdo el camino a seguir, por eso no pude regresar —Ónice suspiró algo avergonzado de ese hecho.
—Tranquilo, me encargaré —su par le sonrió.
—Lo importante es salir cuánto antes, ser veloces pero discretos —Silvano agregó, luego volteó a Eleck—. Cuando el Oculi Tenebris regrese nos veremos forzados a menguar el paso por obvias razones, debemos aprovechar el tiempo tanto como podamos.
—Bien, pero creo que lo mejor es que Eleck cambie sus ropas —la bruja agregó, el chico de ojos plata la observó intrigado—. Por favor, tu uniforme grita Valaisin y Marline por todos lados, tienes que lucir menos llamativo, ¿Crees que los Antaa Potkut no tienen aliados por ahí que pueden reconocerte?
—Tienes razón —apretó los labios.
—Tengo ropa para ti —Equusuu le indicó que lo siguiera mientras el grupo esperaba fuera.
—¿Qué haremos con mi supuesta magia? —preguntó Niesse viéndolos a todos—. ¿Cómo se supone que puedo serles de ayuda?
—Primero que nada, debes relajarte y tener más confianza en ti, te vamos a enseñar los hechizos básicos, ya sabes, los que aprendimos cuando apenas nos entrenábamos de niños, pero todo va a depender de qué tanto aceptas tú este nuevo proceso por el que transitas —Silvano loa observó atento.
—Las intuiciones que tengas con tu magia serán las que te den la fuerza, si lo deseas genuinamente podrás dominar la magia en poco tiempo —Alistair asintió—. Tienes que estar consciente de que tus poderes son tu mejor arma y son una parte de ti, han estado contigo siempre; probablemente te han sucedido cosas durante toda tu vida que has atribuido a cosas del destino, casualidades, coincidencias… Pero era tu magia manifestándose.
—Puede que tal vez hayan sucedido cosas extrañas en mi niñez, pero no estoy segura —rascó su nuca—. Creo que estoy preocupada por la clase de bruja que se supone que soy, hasta donde sé, todos los Pimeys son malvados, ustedes mismos lo han dicho.
—Sí, pero también te hemos asegurado que no todos siguen a los Antaa Potkut o son enemigos de Merlín —agregó el mago de viento.
—De lo único que debes tener miedo y a la vez respeto es de un Sielun Syoja, ¿Bien? Siempre que uses tu magia debes tratar de hacerlo en pos del bien, aun cuando sea tu centro la oscuridad, ¿Comprendes? Porque hay una línea muy delgada, casi inexistente, para un mago como tú a volverse un come almas —Irina la observó seria.
—Eso no me da tranquilidad —negó asustada.
—No, pero te da la pauta de cuál es tu destino si no controlas tu magia y haces tu voluntad, recuerda siempre, Merlín nos confirió el don de crear cuanto quisiéramos siguiendo nuestros sueños y pensamientos pero en busca de aportar algo al mundo, no de envenenarlo o destruirlo —sonrió de lado—. Si sigues esa pauta, no tendrás problemas.
—Estoy listo —Eleck regresó vistiendo ropas comunes y corrientes, con un pequeño gorro de lana sobre su cabeza ocultando gran parte de su blanca cabellera—. ¿Me veo menos llamativo?
—Con esos ojos, no —Alistair negó burlesco—. Pero es un inicio, algo es algo.
—Bueno, hasta ahí puedo llegar, mis ojos son así y ya —rodó los mismos.
—Hora de irnos, andando —apremió Black comenzando a caminar siguiendo a Rayna.
—Eleck —la bruja alquimista se adelantó unos pasos observando al chico, Niesse a su lado dudó unos momentos pero les dio espacio siguiendo al resto—. Ten cuidado cuando estén en el Bosque de las Sombras, no es un lugar donde los Valaisin puedan posar un pie y salir ilesos, ¿De acuerdo?
—Lo sé, ese lugar no es de mi agrado pero no tengo más alternativa que atravesarlo —susurró.
—Deberías pensar bien en ese miedo que tienes a la oscuridad, a no poder ver nada, porque será un problema para ti —suspiró viéndolo a detalle—. ¿Nunca te has puesto a pensar por qué sientes eso?