El blanco de sus ojos

18

—Si seguimos por este sendero estoy seguro de que llegaremos al inicio del Bosque de las Sombras —Rayna habló sereno mientras guiaba al grupo, a su lado iba Ónice quien había entrelazado su mano con la de su par mientras observaba a su alrededor.

—¿En verdad has venido por aquí antes? —el de ojos turquesa preguntó incrédulo, no podía creer que su amigo hubiera atravesado parajes así.

—Pues sí, mucho antes de conocer a Eleck o a ti, fui un explorador porque no gustaba de quedarme en la Villa por mucho tiempo, debo ser sincero, me aburría tener una vida tan tranquila —sonrió de lado—. Pero nunca imaginé que salir una última vez me llevaría a ti y a él.

—Supongo que debes arrepentirte un poco, ¿No? Después de que te hallamos no volviste a la Villa Lunar, ¿Qué hay de tus padres? ¿Tu familia y amigos? Seguro están preocupados por ti —murmuró desviando la mirada.

—Como lo estarán tus familiares, desapareciste cuando eras cachorro y eso seguro fue un golpe duro para tus papás —suspiró—. Pero, ¿Sabes? A pesar de que no he vuelto a nuestro hogar no me arrepiento de ello.

—¿No? ¿Por qué? —ladeó la cabeza interesado.

—Porque te encontré a ti, Ónice —sonrió entrelazando mejor sus manos—. Eres muy especial para mí, aunque no te lo digo seguido.

—Te quiero, tonto —restregó su mejilla contra el rostro del contrario feliz, ronroneando y cerrando sus ojitos a gusto.

—Son muy tiernos —Silvano caminaba unos pasos detrás del par de híbridos viéndolos con una sonrisa.

—Lo son, no se puede negar —Alistair rió bajo—. Es bueno tenerlos en el equipo, son de buen augurio.

—¿Cómo así? —frunció el ceño el mago de la naturaleza.

—En mi pueblo, cada vez que un ManeKatt llegaba para transitarlo en su viaje era un motivo de hacer una pequeña celebración pues es sabido que los híbridos son portadores de la buena fortuna de la luna, sus piedras preciosas adornando su cuerpo traen prosperidad a quien las vea —comentó—. Solíamos hacer pequeñas cenas familiares o en conjunto con los vecinos para agradecerle al universo que permitió la travesía de esos seres por nuestro hogar.

—Wow, cada parte de Khandrya tiene creencias y culturas diferentes a pesar de que somos todos parte de lo mismo. Me gusta eso —asintió—. Entonces, ¿Deberíamos hacer una cena cuando tengamos oportunidad? Para celebrar que estos dos están con nosotros.

—Claro, suena bien, ojalá pueda ser pronto —sonrió Alistair encantado—. Seré quien cocine, tengo recetas maravillosas.

—Oye, yo también quiero, amo cocinar —guiñó un ojo.

—¿Y me vas a impresionar? Porque tengo muchas expectativas ahora —devolvió el gesto.

—Claro que te voy a impresionar, tengo buena mano para esto —acomodó su cabello con chulería.

—Veremos, veremos —lo empujó con suavidad, ambos magos habían encontrado una buena amistad en el otro.

Niesse caminaba junto a Equusuu que le explicaba pronunciación de hechizos básicos para su defensa y ataque, la bibliotecaria prestaba suma atención asintiendo a lo que le decían, preguntando cada vez que tuviera dudas o que su curiosidad fuera mayor. De vez en cuando volteaba hacia atrás para ver a Eleck que los seguía a unos pasos de distancia de manera silenciosa, ella se preguntaba qué estaría pensado para estar tan callado y observando a su alrededor.

—¿Qué es lo que te preocupa tanto, Niesse? —el hechicero preguntó mientras seguía el andar, su Fénix volaba con serenidad sobre ellos manteniendo la vigilancia de esa forma.

—Oh, nada, nada —volvió a prestarle atención.

—¿Y por qué no dejas de ver a Eleck? ¿Mmm? —frunció el ceño para verla.

—Me preocupa que esté solo, sabemos que Gya puede meterse en su mente por el embrujo, además, el Crawlar regresa cada cierto tiempo a revolotear a su alrededor —suspiró—. No sé qué quiere decir, ¿Es una señal? ¿Una advertencia? —Equusuu solo se lo quedó viendo y la joven prosiguió—. Irina dijo que ese espíritu se presenta a quienes han estado a punto de morir, ¿No? Eleck tuvo que enfrentarse a esa maldita, pero está bien ahora, ¿Entonces? ¿Por qué sigue aquí? ¿Y si va a morir?

—Primero, debes tranquilizarte y no tomar las cosas de manera tan literal, ¿Bien? —suspiró—. Un Crawlar es un espíritu que puede tener un sinfín de colores dependiendo de la tarea que va a ejecutar, ¿Comprendes? Los que deben preocuparte son los oscuros, no porque sean malos sino porque son los que se encargan de las almas de los muertos; luego hay blancuzcos, ambarinos y rosáceos, ¿De acuerdo? Los primeros son custodios de almas puras o con una tarea importante, los ambarinos son los encargados de guiar a los amigos en sus travesías y los rosas son generalmente los que llegan al mundo con cada recién nacido, los verás también con los niños pues son espíritus infantiles.

—Oh… No tenía idea —pestañeó un par de veces—. ¿Podemos decir que son como la versión angelical de mi mundo? ¿Ángeles?

—Sí, así es —sonrió—. Los humanos no los perciben como realmente son, toman la forma de la percepción del tema que tenga cada humano, pero aquí puedes verlos tal cual fueron creados.

—Ya veo —suspiró más aliviada—. Entonces, no debo preocuparme por Eleck.

—Dime, ¿De qué color es el Crawlar? —se detuvieron al ver a los ManeKatt observar varios senderos y a Silvano hablando interesado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.