Niesse observaba a su alrededor habiendo llegado al fin al comienzo del Bosque de las Sombras, contrario a todo lo que esperaba o imaginaba el lugar era como cualquier otro, lleno de arboledas típicas, césped por doquier y una extraña calma que tenía alerta a Equusuu que observaba a todos lados. Por su parte, Alistair llevaba la delantera viendo a detalle, el bosque se veía en calma más no había que bajar la guardia, todo en Khandrya tiene magia y vida propia hasta lo que menos se imagina.
La joven Donovan observaba sus manos sintiendo un cosquilleo allí, según lo que Eleck le había explicado antes podías sentir dónde radicaba tu magia cuando estaba lista para ser usada mediante dicha sensación, al mismo tiempo, parecía sentir una vibración en su pecho que la tranquilizaba a pesar de no saber de dónde venía o a qué se debía; Niesse frunció el ceño, no era algo nuevo, si debía ser sincera consigo misma debía admitir que durante su infancia tuvo esas sensaciones muchas veces, ella ha sentido su magia lista desde que era una niña, tan solo no lo sabía y lo atribuía a un estado de ansiedad o nerviosismo —sus propios padres la llevaron al especialista que le dio medicación para estar tranquila—, nunca tuvo algún problema, solo era capaz de cosas que nadie en su familia imaginaba…
—Me siento extraña aquí —frunció el ceño—. Siento algo que no sé explicar.
—Ten presente que este bosque se alimenta de magia oscura y la genera, es tu elemento, lo más probable es que puedas tener una conexión con el sitio —Silvano explicó—. Sentirte más fuerte o poderosa es común para ti estando en este terreno, debe ser fascinante, algún día quisiera experimentarlo, ir a un sitio donde mi magia se vuelva aún más fuerte.
—Comprendo —asintió, observó la palma de su mano derecha viendo la estela verdosa que se desprendía con facilidad, debía admitir que se sentía muy bien—. Aún me cuesta creer esto…
—Normal para una mundana —rió el mago verde.
—¿Por dónde debemos seguir? —Ónice preguntó a Rayna que algo inseguro se mantenía quieto en su lugar a unos pasos de sus amigos—. ¿Qué pasa?
—Estoy desorientado —chasqueó la lengua frustrado con la situación—. No puedo localizar el camino, es como si de pronto ya no tuviera mis sentidos acorde a lo que soy.
—Puede que la influencia del bosque te haya afectado, no te esfuerces demás —Equusuu palmeó la espalda del ManeKatt quitándole peso de encima, no debía ser responsabilidad entera de Rayna.
—Amo Eleck, ¿Qué le ocurre? —Ónice había dejado a su par para acercarse al Valaisin pues lo notaba decaído.
—Shhh… no digas nada —pidió por lo bajo mientras guardaba sus manos en los bolsillos del abrigo, se sentía helado, la ropa no era suficiente para mantenerlo cálido y sabía que se debía a su elemento debilitándose en ese bosque—. Tenemos que salir de aquí pronto pero no debes decirles a los demás que me siento mal, por favor.
—Pero… —apretó los labios inseguro—. Me quedaré a su lado, para cuidarlo.
—De acuerdo —sonrió.
Continuaron caminando, avanzando un poco más lento cuando Eleck pidió ayuda para moverse pues su ceguera había vuelto, parecía ser una travesía serena pero ninguno tenía presente que el bosque simplemente estaba evaluando a sus invitados, sintiéndolos transitar entre sus caminos esperando el momento adecuado para comenzar a hacer de las suyas porque nadie salía ileso de allí, tarde o temprano, todos, terminaban con una mala experiencia, física, mental o emocional y el grupo de magos no sería la excepción. Alistair fue el primero en comenzar a sentirse como un completo lunático, volteó un par de veces a todos lados teniendo la sensación de que escuchaba a sus ex compañeros de guardia, aquellos hombres que pelearon con él en varias batallas contra magos oscuros y que perecieron a su lado… ¿Ahora estaban allí? ¿Qué sucedía? Intranquilo fue que se detuvo tratando de poner en orden sus pensamientos, no podía ser cierto, estaba volviéndose loco, requería descansar.
“¡Alistair, corre!”
“¡Tenemos que defendernos!”
—¿Qué está pasando? —el hombre retrocedió, estaba escuchando a sus pares caídos gritarle como si estuvieran en plena batalla y eso solo le traía desesperación, odiaba tener esos recuerdos, era perderse en el dolor que trataba de superar—. Basta… Basta…
—Alistair, ¿Qué tienes? —Silvano se acercó sin comprender por qué de repente el mago de viento se veía tan pálido.
—¿No lo escuchas? —susurró abrumado.
—¿Escuchar qué? —Eleck se enfocó en la conversación mientras era ayudado por el par de híbridos gato.
—Nada… No es nada, me ha parecido —negó con rapidez el Tuuli—. Sigamos, por favor…
Reanudaron el andar, no podían mantenerse quietos mucho tiempo pues Gya podría encontrarlos en cualquier momento. Silvano siguió a Alistair de cerca notándolo algo perdido y nervioso, no pudiendo quedarse de brazos cruzados intentó detenerlo para poder hablarle pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca fue que escuchó, con suma claridad, la voz de su hermano menor llamándolo, feliz, alegre, como cada vez que salían de paseo juntos o aprendían algo nuevo sobre sus habilidades… Sorprendido, se quedó helado en el lugar, sus ojos empañándose en lágrimas que se derramaron una a una logrando llamar la atención de Niesse y Equusuu.
“¡Sil, hermano, mamá ya llegó!”