El blanco de sus ojos

23

Alistair y Niesse se encontraban despiertos, sentados fuera de la casa viendo las estrellas, deleitándose un poco con el aire fresco y la tranquilidad de los alrededores, no hacía falta que dijeran mucho pues cada uno tenía en mente sus propios temas pero, de vez en cuando, se daban miradas para hacerle saber al otro que estaban allí, que a pesar del trémulo silencio entre ellos podían sentirse acompañados.

—Nunca creí que iba a sentirme tan aliviado después de llorar por horas —Alistair sonrió—. Nunca lloré tanto, me limitaba solo a descartar lo que sentía.

—Ese fue el error —Niesse lo observó—. Te vez diferente, más relajado.

—Me siento así, como si flotara entre las nubes, gracias por su apoyo —suspiró—. Ahora solo debemos dejar que Eleck mejore y podremos retomar la misión, quiero irme de aquí cuanto antes.

—¿No te gusta la villa? Creo que es muy tranquila —la joven se desperezó, tanto tiempo sentada le estaba pasando factura.

—Lo es, pero no es mi tipo de lugar para vivir, de donde vengo siempre hay movimiento y nuestra villa se encuentra entre las montañas, donde las corrientes de aire son fuertes, salvajes, frescas —sonrió recordando—. Llevo años sin ver a mis padres o amigos, creo que comienzo a echar de menos mi hogar.

—Es normal —ella asintió—. Supongo que cuando todo esto termine vas a regresar a tu casa, como todos los demás.

—Sí, seguro Silvano tiene un lugar al cual ir, Eleck regresará a su puesto en palacio y tú, bueno, puedes volver a Helsingborg o quedarte en Cathair Ghrian, eso depende de tus decisiones —comentó Alistair echándose al césped.

—Me gustaría quedarme, no creo poder ser capaz de regresar a una vida tan monótona luego de conocer todo esto, además, hay intereses aquí para mí —comentó algo distraída.

—Tu interés se llama Eleck Kozock, ¿Verdad? —rió viéndola de reojo—. Te gusta el Valaisin, ¿No es así? El chico de los ojos plata te tiene en las nubes desde el primer momento en que los vi juntos, se ven bien, me gustan así.

—Uh, ¿Gracias? —negó algo avergonzada, no podía creer que fuera tan obvia—. No sé si él sienta algo por mí.

—Wow, wow, wow —Alistair se incorporó—. Dijiste sentir y no gustar, eso es otro nivel, amiga mía.

—Eh, sí… —apretó los labios—. Creí que era simple atracción, ya sabes, él es llamativo físicamente y su personalidad es encantadora, pero, cuando estuvimos en ese bosque, cuando tuve que decidir sobre ustedes… Me di cuenta de que nunca podría ponerlo en último lugar, quiero a Eleck, tal vez no sé cuánto pero lo quiero.

—Bueno, sí me lo preguntas, ustedes dos, desde que los conozco, han sido muy apegados, se entienden, no sé cómo pero es algo así como si necesitaran del otro —comentó el mago de aire suspirando—. Tener una conexión así con alguien no sucede dos veces en la vida, créeme, sé de lo que hablo pues yo creí tener eso mismo con una mujer de la que me enamoré pero que me dejó mientras estaba en la guerra y cuando regresé, incluso tenía un hijo que no era mío… Asique, no lo desperdicies, Niesse, dile lo que sientes y si debe ser, será.

—Lamento lo que te sucedió —susurró la fémina con tristeza.

—No tienes por qué, son cosas que pasan —se encogió de hombros—. Aun así, no quiero terminar solo ni abandonar la posibilidad de querer y ser querido —volteó disimuladamente viendo hacia el interior de la casa donde Silvano dormía como un oso sobre el sofá—. Tal vez tenga suerte esta vez.

Lejos de la casa, habiendo salido por las puertas traseras para no despertar a nadie —sin saber que algunos ni siquiera cerraron sus ojos esa noche—, Eleck y Cira se escabullían por las calles de la villa entre risitas y plática, con bostezos, refunfuños y quejidos por parte del joven que en verdad deseaba regresar a la comodidad de la cama que le habían dado para descansar.

—Sé que es muy temprano, pero es importante que veas esto —Cira caminaba por las calles de la villa llevándolo consigo algo adormilado, la seguía entre bostezos.

—¿Era necesario que fuera a las seis de la mañana? —preguntó cansado.

—Sí, lo es —rió volteando a verlo—. Dame tu mano, te llevaré más rápido, niño dormilón.

—¿Dormilón? ¿Disculpa? Pero estoy recuperándome, tú lo has dicho —rodó los ojos, ella tomó su mano sin más instándolo a caminar más a prisa—. ¿Qué es tan importante, Cira?

—La hora del Renacer es muy importante aquí en la villa pues estamos en el único punto de Khandrya donde los rayos del sol pueden tocar tu espíritu —comentó—. Todas las mañanas a esta hora y durante unos minutos, puedes alimentarte directamente del sol, sientes que tu cuerpo hormiguea, que su calor te cubre y cualquier dolencia que tengas, no importa su origen, desaparece. Ventajas de tener la luz como elemento.

—Woah, suena increíble —abrió los ojos sorprendido—. ¿Crees que me ayude con el Oculi Tenebris?

—Sí, mucho, además me ayudas a mí a no tener que transferirte tanta energía, lo creas o no es bastante agotador pero no me arrepiento —le sonrió.

—Gracias por todo —imitó el gesto con sentido agradecimiento.

—Salta —Cira de un pequeño brinco estuvo flotando en el aire hacia el techo de uno de los edificios del sitio, Eleck realizó la misma acción para seguirla terminando a su lado—. Mira, el sol está apuntando.




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