El blanco de sus ojos

25

—Este atuendo me molesta —se quejó Rayna, enfurruñado, con sus orejas hacia abajo por la disconformidad—. Me aprieta el trasero.

—Creo que se te ve bien —Ónice sonrió acomodando un moñito discreto en su cuello—. ¿Me veo bien?

—Te ves tierno —Equusuu sonrió acomodando el trajecito negro del ManeKatt.

—Oye, no lo toques tanto —Rayna gruñó celoso, ese hechicero se acercaba demasiado a su compañero.

—Relájate, pequeño salvaje —se carcajeó el hombre no creyendo en lo que veía—. Solo estoy ayudándolo, y te es apretado porque te lo has colocado mal.

—¿Uh? —frunció el ceño viéndose—. Con razón mi cola no puede salir como debe, ¡Esta ropa es horrenda, dame mis prendas ahora!

—Vamos a un evento, ponte guapo, ¿Quieres? Quizás encuentres pareja, uno nunca sabe —ambos híbridos se sonrojaron apartando la mirada escuchando las risas burlescas de Equusuu, el hechicero no dejaba de molestarlos.

La noche caía con lentitud, el incremento de personas en la villa podía notarse con facilidad, parejas de todas las edades y de diferentes regiones de Khandrya habían acudido al gran evento. Niesse había regresado junto a los demás a la casa de Agatha para prepararse para el gran momento puesto que debías vestir según el elemento que era tu centro, en general, la vestimenta era la misma difiriendo en los colores representativos de cada región; las prendas eran sencillas, constaban de pantalón y camisa tanto para hombres como para mujeres —en el caso de Niesse en color negro, Silvano en color verde, Alistair en celeste— cuyas mangas y botamangas iba ceñidas, como toque final una capa de largo medio sujetada con un broche dorado en forma del escudo de la Ciudad del Sol, Cathair Ghrian.

—Luces preciosa, veo que el traje te queda bastante bien —Agatha observó a Niesse terminar de vestirse acomodando su largo cabello.

—No estoy segura de que esto esté bien, es decir, ni siquiera sabía de este evento hasta hoy —rascó su nuca indecisa—. ¿es adecuado asistir?

—Que no sepas de él no quiere decir que no tengas el derecho a disfrutarlo —rió la mujer.

—Suena como algo que diría Eleck —Niesse sonrió.

—Claro que lo diría, lo creas o no, todos los Valaisin somos así, nuestro poder nos hace tener este tipo de comportamientos, hacer algo que sea deshonroso o que no vaya con el código que representamos en el universo nos hace sentir mal, nos hace daño —sonrió acomodando la capa de la joven—. Tal vez podemos reflejar mejor nuestro verdadero ser cuando hemos madurado, cuando somos mayores y podemos dejar de lado las locuras o impulsividades de la edad joven.

—Creo que acabas de describir a Cira —sonrió con malicia.

—Sí, así es —suspiró como una madre que sabe que su hijo tiene aún que aprender mucho—. Tal vez parezca insensata, pero cuando la situación lo requiere es en quien puedes confiar.

—Lo tendré en cuenta —asintió no muy convencida.

—Miren qué guapo me veo con esto —Silvano apareció en el cuarto luciendo su atuendo con galantería—. Soy precioso.

—Ya lo creo —susurró Alistair desde el corredor donde podía apreciar al mago Luonto.

—¿Dónde está Eleck? ¿Ya se ha preparado? —pregunta la muchacha de ojos verdes interesada mientras observa a su alrededor.

—Eleck se ha marchado ya con Cira, tenían una parada que hacer antes del gran evento, es algo que puede verse solo durante la noche —Agatha agregó ya lista para marchar—. Parece que esos dos han congeniado bien, no me extrañaría verlos acaramelados en un tiempo.

—¿Acaramelados? —frunció el ceño Niesse—. No creo.

—Yo sí, Cira puede ser muy persuasiva, además, hacen linda pareja —sonrío para marcharse satisfecha, si eso no hacía reaccionar a la Pimeys nada lo haría y ella sabía que con Eleck pasaban cosas, solo requerían un empujoncito.

—Sí, claro —rodó los ojos Niesse, todo su buen humor se fue al caño—. Tengo que irme, los veo en la plaza central.

—¿Sabes llegar? —preguntó la bruja algo confundida.

—Encontraré el camino, nos vemos —salió del cuarto de manera apresurada.

Niesse decidió que antes de poder ir a la celebración de la luna azul buscaría a Eleck y sería quien lo acompañara a la villa, después de todo era quien más contacto tenía con el chico y no Cira. No le interesaba en lo más mínimo lo que tuviera que decir esa joven, mago de luz o no para ella era como cualquier otra mujer que quería robarse la atención de su lucecita… Se detuvo frunciendo el ceño, ¿Su lucecita? ¿Qué? Está perdiendo la cabeza, no puede haberlo llamado así, ¿O sí? ¿Por qué…? No tenía caso hacerse esa pregunta, sabía muy bien la respuesta, sin duda alguna a Niesse Donovan le gustaba mucho Eleck, le tenía cariño… O algo más.

Por otro lado, Eleck caminaba sosteniendo el brazo de Cira mientras su Oculi Tenebris se esfumaba con lentitud dejando su vista a disposición nuevamente. El ojiplata estaba agradecido con su nueva amiga por haberse tomado tantas molestias, había ido a buscarlo a su cuarto teniendo paciencia para guiarlo a salir de la casa sin que tropezara, le dio charla para que olvidara el hecho de que estaba ciego otra vez e incluso habían reído por los comentarios graciosos que le hacía para no verlo serio; Eleck agradecía esos tratos a todos sus amigos ya que comprendía y sabía que de seguro era una gran molestia pero que trataban de aminorar.




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