El grupo de magos se acercó a Rayna habiendo escuchado su llamado, la luna brillando con intensidad, su luz dando un toque azulino a los árboles, al césped, y en el proceso, dejando ver brillos destellantes por doquier; Eleck abrió los ojos impresionado mientras con una pequeña sonrisa viéndolo todo a detalle más que encantado. Ambos ManeKatt comenzaron a avanzar hacia dos árboles separados apenas por uno o dos metros cuyas ramas se entrelazaban en las copas de tal manera que creaban un perfecto arco entre ellas.
—Es aquí, solo tenemos que atravesar el arco y verán el valle en todo su esplendor —comentó feliz Ray—. Llevo tiempo sin venir a mi hogar, me siento emocionado en verdad.
—Yo no recuerdo mucho —susurró Ónice tomando la mano de Eleck que le sonrió apegándolo a él. Siempre el Valaisin se sentía protector con el híbrido de ojos turquesa pues era menor a Rayna y eso lo hacía ver muy adorable a su parecer.
—Tal vez cuando lo veas todo de nuevo puedas encontrar a tus padres y hermanos —Ray sonrió a su par—. Apenas crucemos verán una arboleda similar a esta pero no se engañen, los ManeKatt están ocultos viendo todo.
El grupo avanzó a paso seguro detrás del híbrido, atentos pero tranquilos pues no tenían por qué temerles a esos seres si iban en son de paz y guiados por uno de los suyos. Apenas pasaron por debajo del arco creado por las ramas pudieron divisar árboles cuyas hojas eran rosas y otros con copas púrpuras, con el césped tintado de brillo como si las estrellas hubieran caído del cielo para alfombrarlo todo a su gusto y placer; con flores de luz abriéndose debido a la noche caída, todo el ambiente oliendo a vainilla.
—El aroma es agradable —comentó Equusuu relajado.
—Sí, es debido a la época de gestación y nacimiento de cachorros —sonrió Rayna feliz.
—Niesse, ven conmigo unos momentos —Irina detuvo a la Pimeys aprovechando que los demás se encontraban entretenidos con el pequeño tour que les daban sobre el terreno que se divisaba—. Quiero hablar contigo, no hemos podido hacerlo.
—¿Qué sucede? —susurró acercándose sin dejar de observar a Eleck que escuchaba atento la charla de Equusuu.
—Deja de verlo, presta atención —regañó y la muchacha le prestó la atención debida—. Desde que he vuelto a verte he notado que tu magia es diferente, ha crecido, se ha fortalecido, ha despertado por completo y sospecho que eso ha sido cuando tomaste el poder de Eleck.
—Umm… Sí, la verdad es que así lo he sentido y se manifiesta mucho según mis emociones —asintió.
—Es normal, algo que caracteriza a los tuyos —sonrió un poco—. Pero no es sobre eso que quiero hablarte —negó—. Yo… Soy una bruja que trabaja con especias, con la energía misma, transformando todo para convertirlo en algo nuevo, soy alquimista. Es gracias a esto que he podido darme cuenta de algo sobre ti, tu magia es muy, demasiado, similar a la Morgainne.
—¿Qué? ¿Cómo dices? —frunció el ceño sin comprender.
—Cuando este reino se levantó, cuando Merlín lo dio todo para que seamos un pueblo próspero, lleno de tolerancia y prestigio, una bruja que envidiaba su poder se opuso a su reinado, su hermana, Morgainne —explicó—. Ella era una bruja oscura, una Pimeys y una Sielun Syoja, la primera de estas debo decir.
—¿Qué tengo que ver yo en todo esto? —susurró con el ceño fruncido—. ¿Cómo es que puedes saber algo así cuando se supone que ella falleció hace tiempo debido a su enfrentamiento perdido con Merlín?
—Era la única Pimeys cuya magia tomaba una tonalidad verdosa al manifestarse, la única en su tipo, Niesse —susurró observando a los demás magos—. Y yo siento mucha familiaridad contigo sobre ella, lo sé, porque todas las brujas conocemos la historia de esa mujer y mi familia, desde hace siglos, le servía a ella; pero cuando falleció, nos distribuimos, fuimos capaces de formar otras vidas, ser libres sin tener que servirle a alguien.
—¿Los poderes de Morgainne eran como los míos? —Niesse negó algo confundida—, No puede ser, ella está muerta.
—Así es, murió y su magia se la llevó Merlín, la absorbió para sí —sentenció con molestia—. Él se apropió de los poderes de su difunta hermana logrando así tener control sobre los Pimeys, o eso es lo que dicen.
—Explicaría un poco el por qué están tratando de tener el mando de Khandrya —asintió—. Hablaré con la bruja adivina sobre esto, te prometo decirte lo que sepa, pero espero que ya no surjan más intrigas, cada vez se enreda más todo lo que tiene que ver conmigo.
—Sí —Irina asintió con pesar—. Cuida de Eleck, Niesse.
—¿Está mal? ¿Tiene algo? ¿Es el Crawlar? —preguntó con preocupación volteando a todos lados en busca del espíritu.
—No… Él, está bien… —terminó sin más, recordó que Eleck le pidió no decir nada sobre la charla que habían tenido.
—¡Niss, mira! —Eleck la jaló tomando su mano con fuerza para casi arrastrarla hacia el césped cercano a las flores de luz—. Mira, brilla por sí solo…
—Oh, qué bonito —susurró acuclillándose para ver mejor, pero sus orbes avellana fueron al albino sin poder evitarlo.
—Las flores de luz han brotado de manera hermosa aquí, la luna hace magia en este lugar, aunque suene un poco tonto —Eleck rió viendo al cielo, arrugando la nariz en el proceso.