La aldea de los ManeKatt estaba conformada por cuatro zonas dependiendo del tipo de gemas que tuvieran estos seres —azules, rojas, naranjas y ambarinas— y dentro de esas zonas podías encontrar Shabonos, uno por cada zona con especificación; construidos en forma de círculo irregular y un gran tragaluz en el centro de este, con pilares al diámetro del sitio que sostienen con firmeza las paredes. Estos lugares eran utilizados para las ceremonias más importantes de los híbridos como uniones, nacimientos, recibir a los cachorros de una temporada, celebrar fechas especiales y demás.
Dentro de cada zona se encuentran los hogares, sea por grupo familiar, por pareja o individuales y estas casitas son llamadas Emberá, o Tambo, consiste en un armazón de madera de planta circular o rectangular, construida sobre pilotes a una altura de un metro cincuenta o dos metros sobre el nivel del suelo, con techo cónico de hojas de palma y con una escalera en la entrada para acceder a la misma; decoradas con flores de la temporada, especialmente con flores de luz que en la noche brindan luminiscencia la reina la luna en el manto estrellado.
Eleck observaba a detalle todo el lugar, cada pequeña flor, la forma de las construcciones, todo, era curioso y nuevo para él la diferencia con la que vivían los ManeKatt de las demás regiones de Khandrya y a pesar de que el reino era próspero y poseía avances como en el mundo humano, la aldea de felinos seguía sus viejas costumbres y tradiciones siendo respetados y sobre todo, valorados como parte de la historia y de lo que realmente es el mundo mágico en esencia; si mal no recordaba, cuando era pequeño su mamá le leía historias de héroes donde siempre había un ManeKatt cerca, algunas leyendas sobre lo que estas criaturas podían hacer rondaban en su cabeza por las leyendas urbanas y se volvieron aún más populares con las antiguas visitas de Merlín para pedir sabiduría y paz emocional o mental.
—Todo es tan hermoso aquí —suspiró relajado, era común sentirse de pronto liviano de las cargas que suelen aquejar, como si el solo hecho de estar en compañía de tantos híbridos sirviera como un tópico que quitaba los problemas—. Me siento muy bien aquí.
—Es normal, nuestros cuerpos nos permiten absorber las energías dañinas y oscuras para canalizarlas y transformarlas, de esa manera si te sientes agobiado te vamos a ayudar a sentirte mejor aunque no nos demos cuenta —sonrió el líder del clan, Kael, que se acercó a él.
—Sí, es verdad, pero no lo había sentido así de fuerte estando con Ónice y Rayna —sonrió de lado—, Creo que tener a tantos de los suyos cerca es maravilloso, más mágico de lo que se ve.
—En estos momentos tenemos una revolución de buenas energías debido a los cachorros que han nacido hace poco, y otros pequeños que ya han dejado los nidos de sus padres para caminar y jugar con sus pares —sonrió viendo hacia adelante—. Mira, ahí están —señaló y Eleck se sintió desfallecer cuando un gran grupo de gatitos jugaba entre el césped mientras su padres en formas híbridas los cuidaban de cerca—, es importante para su formación que sepan el entorno en el que viven por lo que desde pequeños son curiosos y exploran todo en sus formas animales, apenas nacen ya son capaces de mutar y eso es un problema que los padres deben sobrellevar hasta que los niños obtienen la madures y conocimiento suficiente para entender lo que hacen.
—Debe ser todo un desafío —Niesse se unió a la conversación junto con Silvano.
—Lo es, aunque las risas siempre están presentes, son muy animados —rió bajo.
—¡Niss, míralos! —Eleck se encontraba en el medio del grupo de cachorros, cargando a uno pequeño, totalmente blanco que le ronroneaba a gusto y el resto saltaba, mordía la mano del chico de manera juguetona tratando de llamar la atención de este—. Son muy lindos, quiero adoptarlos a todos.
—No se puede, ya tienes dos —Silvano negó divertido.
—A Merlín de seguro le hubieran encantado —Eleck sonrió suspirando.
—El rey venía muy a menudo por aquí pero no era de los más interesados en jugar con los cachorros, si bien los veía con amor no se prestaba para algo como lo que estás haciendo —Kael explicó recordando.
—¿Venía seguido? —el Valaisin volteó frunciendo el ceño—. Nunca me dijo nada… Es decir, si los visitaba con tanta frecuencia, ¿Por qué no trajo a Ónice de regreso cuando lo salvé de los cazadores?
—¿Ónice? —el líder del clan desvió la mirada viendo al mencionado en compañía de las hermanas de Rayna—. Te seré sincero, dudo mucho que ese cachorro haya sido nuestro, no lo reconozco de ninguna de nuestras parejas, es más, nunca se nos ha extraviado un cachorro.
—¿Está seguro? —Eleck se puso de pie—. Oni estaba perdido el día que lo hallé, no sabía cómo regresar a casa, estaba asustado, era demasiado pequeño y querían quitarle las gemas de sus ojos estando vivo; de no haber llegado a tiempo lo hubieran masacrado.
—Ya veo, pero eso solo me confirma que no es de nuestra aldea, nuestros niños, por más pequeños que sean no se pierden, siempre encuentran la forma de regresar usando sus gemas para sentir la energía de sus padres —sopesó—. Si no pudo encontrar a su madre, eso quiere decir que murió, tal vez los cazadores la atraparon, sería lo más lógico teniendo en cuenta lo que me dices.
—Tiene sentido, por eso no sabía cómo era la aldea —el peliblanco apretó los labios mientras observaba a Ónice con tristeza—. Teníamos la esperanza de encontrar a su familia aquí.