El pasado (3).
—El embarazo luce normal, será una niña sana —el médico sonrió terminando de hablar con la pareja—. Los seis meses de gestación han sido perfectos, estoy seguro de que nacerá en tiempo y forma, todas las condiciones están dadas para ello.
—Nuestra hija crece fuerte, eso me hace feliz —Merlín sonrió colocando su mano sobre la pancita de su esposa.
—¿Puedo tocar? —Eleck se inmiscuyó entre ambos ansioso por participar.
—Claro, coloca tu mano aquí —el rey lo guió y el niño sonrió en grande sintiendo a su hermanita patear con fuerza—. Será la reina de Khandrya, Eleck, deberás protegerla con tu vida mientras esté aquí dentro.
—Lo haré, papá —lo observó con firmeza en sus infantiles facciones—. Voy a cuidar de ella y de mamá, seré el mejor hermano mayor de todos.
—Claro que lo serás —Mirena besó una de las mejillas del menor bajo la mirada atenta de Merlín quien suspiró y procedió a dejar al pequeño sobre la una de las sillas de la sala.
—Quisiera que revise a Eleck, quiero saber si encuentra algo fuera de lo normal, latidos, respiración, lo que sea, es importante para mí tener esta información —explicó—. Como sabe, creé a mi hijo bajo algunos mandatos propios pero me temo que las cosas cambian y no entiendo el motivo.
—¿Estoy enfermo? —frunció el ceño viendo a su madre, Eleck puchereó asustado.
—No, no lo estás, solo es un control —Mirena tranquilizó, lo que menos quería era que Eleck supiera algo sobre lo que era, o lo que no era, más precisamente pero agradecía que no prestara tanta atención a sus conversaciones. Los ojos de su “hijo” siempre estaban sobre ella, y ahora, sobre su pancita.
—Muy bien, veamos —el especialista se encontraba ya auscultando el pecho del niño con concentración, luego pasó el estetoscopio por su espalda, examinó su barriguita mientras echaba un vistazo a la altura y peso—. No veo nada fuera de lo normal, todo en su lugar, pulmones despejados, fuertes latidos, peso adecuado y altura promedio, está sano este pequeño. Incluso sus estudios visuales y auditivos han salido muy bien, debería hacerle algunos chequeos neuronales pero para ello debo llevarlo al hospital central de la ciudad ya que no cuento con la instrumentación requerida para ello.
—Es increíble —Merlín observó al niño con sorpresa, aún le costaba creer que su creación haya salido de tan excelente manera, incluso mejor de lo que alguna vez pudo soñar—. Bueno, creo que eso sería todo con Eleck.
—No tiene nada de qué preocuparse, alteza, el niño crece fuerte, normal, como cualquier otro chiquito —sonrió feliz por sus pacientes.
—Pero él no es como cualquier otro niño, lo sabe —soltó con un suspiro—. Cuanto más tiempo pasa, más crece, más se habitúa a la vida y menos control tengo sobre él, sobre sus pensamientos, acciones y deseos; poco a poco se convierte en una persona autónoma e individual, se desarrolla.
—Eleck, cielo, ¿Por qué no vas a jugar? Necesito hablar con tu padre —Mirena le sonrió y el menor asintió obediente, entre saltitos salió de la sala siendo seguido por un guardia—. Merlín, ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué quieres desaparecerlo? Creí que ya lo habíamos dejado claro, es nuestro hijo, lo hiciste para nosotros.
—Hay dimensiones que no planeé, ¿Sí? El hecho de que Eleck crezca, que su mente se siga desarrollando y que por su cuenta tome decisiones hace que me sea más difícil recobrar mi poder, Mirena, no es humano como tal, es un títere que creé, un muñeco que quise hacer para ti para ayudarte a llenar el dolor que tenías por no poder embarazarte. Solo deseaba que pudieras salir adelante hasta que la oportunidad de tener nuestro bebé se diera, te lo dije cuando te lo presente… Es mi propia esencia y magia que tomó forma de un niño, le di todo para que pudiera responderte, pensarte, pero me está costando sostenerlo —tomó asiento algo mareado y el médico le tendió un vaso con agua.
—¿A qué te refieres? ¿Qué consecuencias hay? —la pelinegra se acercó preocupada.
—Señora, la magia de cada mago es parte de su espíritu, es lo que alimenta el cuerpo y nos mantiene vivos y sanos. En este momento, el rey usa su poder para defenderse, existir y mantener vivo al niño —explicó el médico—. Me temo que si no puede recuperar su magia, si esta no regresa a su cuerpo, terminará debilitándose hasta morir.
—Cuando creaste al niño le diste toda tu magia, ¿No? —Mirena tomó asiento sopesando todo—, ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué dejaste que me encariñara con él?
—Yo no tenía idea de que esto iba a suceder, creí que sería por poco tiempo pero al final también me fue grato pasar tiempo con Eleck. Todo terminó muy lejos de lo que yo pretendía —negó cansado, había cometido una locura sin tener presente lo que podía sucederle a él mismo—. La magia de luz es diferente a otros elementos, a veces un simple pensamiento la vuelve fuerte y poderosa pero el hecho de ser mía, que mi centro sea tan poderoso, ha logrado crear una persona capaz y pensante pero que no puede vivir a la par mía, después de todo somos lo mismo.
—Altezas, me tengo que retirar ahora, debo seguir con mi trabajo en el hospital —el hombre comenzó a guardar sus pertenencias en su bolso—. Les recomiendo a ambos reposo, buena alimentación y no preocuparse tanto, en cuanto al niño, mi rey, disfrútelo, es su hijo de todas formas.
—Gracias por todo —Mirena acompañó al sujeto hasta el final de la sala para verlo marchar con un par de guardias, estaba tranquila sabiendo que tenían en completo secreto todo lo relacionado a ella y sus bebés más ahora le preocupaba su esposo y regresando con él fue que prosiguió—. Si Eleck está hecho de tu magia, si es tu magia en sí, ¿Por qué se ve normal? ¿Por qué no refleja alguna característica de los Valaisin como tú, que tienes ojos plata?