La pequeña estancia se encontraba sumida en un gran silencio donde los presentes sopesaban con cuidado y asombro todo lo que les había sido revelado en imágenes mentales, Sibila quitó con lentitud las manos de las sienes de Eleck que estupefacto se mantenía inmóvil en el lugar, lo único que podía hacer era respirar agitado mientras lloraba en silencio sin poder creer que al fin había descubierto todo sobre sus dudas, sabía la historia detrás de su “padre”, las mentiras, los engaños, las falsedades en su vida, todo lo que le hicieron creer.
—¿Esto realmente es real? —Silvano preguntó por lo bajo como si fuera la cosa más imposible de suceder en el universo.
—Cada cosa que les he mostrado es verídica, todo proviene de la mente de Eleck y lo que le fue ocultado por acción de Merlín —asintió la bruja viéndolos a todos con seriedad.
—Todo este tiempo… —Eleck bajó la mirada viendo sus manos—. He buscado algo que no existe, he estado lejos de mi hogar, ¿Solo porque quería mantenerme fuera del radar de los magos enemigos?
—Quería protegerte, lucecita —Niss se puso de pie preocupada por el rumbo de los pensamientos del Valaisin.
—No —sonrió con amargura, sentía el centro de su pecho apretarse hasta dejarlo sin aire—. Solo quería que nuestra magia no cayera en manos equivocadas. Nada más. Nunca he sido importante para él, solo era su muñeco, me creó para Mirena, para hacerla feliz pero no dudó en querer desaparecerme cuando Lía fue concebida… Ahora entiendo, antes de ser humano, era esencia, era nada… Por eso mis miedos… Qué estúpido he sido y sigo siendo.
—Pensar que hemos estado buscando a un heredero que, era una niña en primero lugar, que murió antes de poder nacer —Alistair se puso de pie molesto—. Esto es una mierda, casi hemos perdido la vida por esto.
—Lo lamento, ha sido mi culpa —Kozock volteó a verlos—. Yo los metí en esto, debí hacer las cosas de otra manera, en silencio y así, tal vez, nadie se hubiera dado cuenta que lo que estaba intentando hacer. Los he puesto en peligro todo este tiempo.
—¿Qué tiene que ver la gema en tu frente? —Cira habló seria queriendo tener respuestas a sus dudas—. Antes de lo de Gya, no poseías una pero luego, emergió en ti con facilidad.
—Todo está relacionado, muchacha —Sibila sonrió—. Eleck logró terminar de obtener todo lo que podía dar de su poder cuando tuvo contacto con la línea de sangre de los Marline, cuando alguien digno usó la esencia volviéndola aún más fuerte.
—No hemos tenido a nadie así, ningún familiar de Merlín estaba con nosotros ese día, ¿Qué parte de que todos murieron no ha quedado claro? —Eldor espetó.
—Joven, desde el inicio de todo han estado en presencia y compañía de un familiar de Merlín y de Morgainne —sonrió viendo a Niesse quien frunció el ceño sin entender—. Tú, has estado oculta durante mucho tiempo.
—¿De qué está hablando? —intercambió miradas con un sorprendido Valaisin que no daba crédito a lo que escuchaba.
—Ninguna bruja podrá jamás olvidar lo que Morgainne era y representaba antes de que su enemistad con su hermano la consumiera, todos sabemos la clase de presencia y magia que poseía —la adivina se puso de pie—. Una mujer fuerte, valiente, que no daba el brazo a torcer, que se comunicaba con espíritus oyéndolos y viéndolos, quien podía saber más allá de lo que a simple vista se ve cuando los Crawlar le contaban secretos… Fua una Sielun Syoja, una de las primeras, fuerte, aguerrida, un símbolo para los Pimeys y para el mundo de la magia oscura que no supo ver más allá de simples maldiciones, Morgainne era asombrosa.
—Maravillosa a decir verdad, entre las brujas es alguien muy recordada y que se tiene presente por todo lo que simboliza para nosotras —Irina continuó con un suspiro—. Muchas veces sentí que tú tenías las mismas vibras, que me hacías sentir en calma a pesar de ser una tempestad andante, como ella.
—Fuiste capaz de revocar una maldición Oculi Tenebris de manera parcial, de haberte concentrado un poco más lo habrías desvanecido con facilidad —Sibila sonrió rebuscando entre sus pertenencias una antigua fotografía—. Morgainne era una mujer bellísima, de facciones agudas y mirada salvaje, pero cálida; con cabellera risada y azabache, de ojos avellana que se tornaban verdosos cuando su magia emergía, igual que tú.
—No, no es posible —negó Niesse retrocediendo asombrada de poseer las facciones que caracterizaban a la mujer, si bien no eran iguales era fácil admitir que tenían parentesco.
—¿Cómo sería Niesse algo de Merlín y Morgainne? Nació muchos siglos después de su muerte, en el mundo humano —Equusuu preguntó sintiendo que nada tenía sentido.
—Nunca dije que fuera un familiar directo —la adivina tomó una de las manos de Donovan pinchándola con un alfiler, una gota espesa de sangre emergió para que ella con su dedo la esparciera por la palma resaltando las líneas de esta que dejaban emerger estelas verdosas—. Cuando Morgainne era joven y enamoradiza, tuvo su primer romance con un mago, un Pimeys como ella, y tuvieron una hija que no fue reconocida por su padre huyendo este en silencio una noche, ¿Ven la gracia de todo esto? Ambos hermanos enfrentados concibieron hijas, la más deseada por su padre murió trágicamente mientras que aquella que ni siquiera fue bien recibida por su progenitor nació en óptimas condiciones.
—¿Morgainne tuvo una hija y nadie nunca supo? —Silvano abrió los ojos—. Ambos tenían ideas parecidas en cuanto a mantener secretos familiares.