El Bosque

Parte 9

El sueño comenzó igual que los demás, corría en el bosque con una terrible sensación de urgencia; como si mi vida dependiera de ello. Alguien me seguía, estaba segura, podía escuchar pasos apresurados que se acercaban entre los arboles, mantenía cierta distencia permitiendo que me cansara antes de realizar su ataque... Tan impredecible, peligroso e inevitable ... Oscurecía a una velocidad alarmante y pronto no podía ver nada, ni siquiera el suelo que pisaba, chocaba con varias ramas pero no debía detenerme, debía continuar sin importar el dolor en mis brazos cada vez que chocaba con un obstáculo, tampoco importaba el frío que comenzaba a entorpecer cada movimiento, ni la oscuridad que impedía que huyera. Nada de eso afectaba a mi atacante, no daba señales de cansancio o de detenerse ya fuera por el helado aire nocturno o la imponente oscuridad .
-No confíes en nadie-Repetía una y otra vez aquella voz, a la vez una advertencia y una amenaza llevada por el viento ...
Sólo escuchaba el sonido de mi corazon, tan rápido que más bien parecía un zumbido insistente y ensordecedor, ahogaba todos los demás ruidos, convirtiendo los pasos que me seguían en un mal recuerdo. LLegó un punto en donde no pude más, cada movimiento era más lento que el anterior y mis piernas se sentían como hechas de gelatina logré arrastrarme hasta un claro levemente iluminado por las estrellas. Los arboles me rodeaban amenazantes pero eran el menor de mis problemas...
-Les dije que no llegaría muy lejos, siempre ha sido muy lenta-Se mofó Luisa, apareciendo entre los arboles, sus pasos seguros como si no llevara media noche persiguiendome.
-Sabíamos que no lo lograría-Respondió mi padre , quien salía de la arboleda acompañado de mi madre, ella tambien me miraba con lastima y un toque de vergüenza, típico en ella al recibir mi boleta de calificaciones.- Toda su vida ha sido sólo una gran decepción.
Intenté responder pero tenía la boca demasiado seca y sentía las lágrimas amenazando con abrumarme.Siempre había temido escuchar a mis padres decir esas palabras, sabía que los decepcionaba, sabía que nunca sería la hija tierna que ellos querían... podía leerlo en sus rostros sólo que rara vez lo decían con palabras. Éstas lo volían más real y doloroso.Porque en el fondo ése era uno de mis mayores temores; no pertenecer, ser por siempre la pieza del rompecabezas que no encuentra su lugar y termina olvidada en algun rincón polvoso.
-Intentamos de todo ¿pero nos escuchaste? ¿te molestaste en siquiera pensar en lo que nosotros sentíamos?-Preguntó mamá, su voz extrañamente calmada, en ese punto donde el enojo comienza a convertirse en frío odio.-Las idas a la oficina del director, las malas calificaciones, los dramas... ¿De verdad creíste que te amábamos despues de todo eso?
Entonces pude concentrarme en sus ojos, eran completamente blancos carentes de pupilas o vida. También sus rostros parecían un poco diferentes y tardé unos segundos en notar la total ausencia de expresión y la manera mecánica en que movían sus labios al hablar.
-¿Qué? ¿No vas a contestar?
Negué, ¿Cómo podía responder ante esas acusaciones? Era cierto, muchos años atrás me había resignado a ese destino, a nunca ser lo que mis padres deseaban, a nunca ser suficiente para ellos. No iba a mentir con promesas que nunca cumpliría. Cambiar no era una posibilidad. Cerré mis ojos, resignándome al destino que tuvieran planeado para mí.
Se acercaban y ya no tenía fuerzas para seguir huyendo...
Desperté sobresaltada, con la respiración entrecortada y el rostro cubierto de sudor helado.Los demás no estaban ahí y en un arranque de paranoia me levanté a buscarlos. Avancé por la casa a oscuras, evitando hacer ruido al subir las escaleras. Afuera seguía oscuro, la noche apenas iluminada por una estrella solitaria que se asomaba por entre los árboles, me preguntaba por qué estarían despiertos tan temprano... ¿O era tarde? Desde que se descompuso mi teléfono era dificil mantenerme consciente de la hora. Los escuché hablar en la sala, hablaban con apresurados susurros de forma que no alcancé a escuchar su conversación. Entré a la sala con un extraño sentimiento, esperaba algo aterrador al final del pasillo,algo que justificara mis temores; el suspenso me estaba matando. En cuanto me vieron dejaron de hablar, ya lo habían hecho antes pero el sueño me hizo un poco desconfiada.
-Laura, ¿Qué haces despierta ?-Preguntó mamá con el entrecejo fruncido.
-No podía dormir-Mentí, deseando hacerle la misma pregunta...
-No confies en nadie...-Repitió la voz, miré alrededor pero al igual que antes no había nadie.
El silencio que siguió era pesado e incómodo, yo evitaba mirarlos de la misma manera en que ellos evitaban mirarme o dirigirme la palabra. ¿Cómo podía confiar en ellos si actuaban como si estuvieran ocultando algo? 
-Deberías regresar al sótano-Sugirió Morgan, rompiendo el terrible silencio-Nosotros iremos pronto.
Asentí. Practicamente corrí al sotano, me sentía tan ajena a todo.Apenas entré al pequeño sótano me dejé caer al suelo, odiaba sentirme así, como una hoja zarandeada por el viento. Los sueños, la voz, mi familia... era demasiado. Comenzaba a sentir un dolor de cabeza de proporciones épicas y seguía muy sensible a cualquier ruido inesperado por culpa del sueño, cada pequeño sonido era capaz de regresarme al claro del bosque, a aquel momento tan aterrador del que deseaba huir con gran desesperación. 
Regresé a mi esquina, enrollándome en una sábana, mi valiente escudo contra el mundo, un pedazo de tela que debería lavar pronto pero que en ese momento era lo único protegiéndome de todos y todo.Recordé cuando me asustaba al verme sola en el apartamento donde vivimos cuando tenía seis años, era un espacio pequeño, tan viejo que el suelo crujía de manera espontánea y las corrientes de aire jugaban a abrir las puertas en momentos inesperados. Le temía a los monstruos y fantasmas, pero me sentía mejor cuando me escondía entre mis sábanas y almohadas como si fueran una fortaleza impenetrable donde ningun mal podía alcanzarme.
-Todo está bien...-Susurré, sabiendo que nadie más me escuchaba.
Despues del amanecer buscaría a Demian, sólo con él me había sentido a salvo desde que llegué al bosque, sólo él podría entenderme... Escuché como los demas bajaron al sótano, no hablaban entre sí pero reconocía los ruidos típicos de sus rituales nocturnos: Mamá acomodaba su ropa para el día siguiente en el suelo, Morgan tarareaba una cancion que no alcanzaba a reconocer y Luisa se limaba las uñas para después cepillar su cabello del cual estaba bastante orgullosa, solía decir que le habían ofrecido hacer comerciales de shampoo pero que se negó porque prefería estudiar la universidad, todos sabíamos que esa anécdota era inventada, aún así la gran mayoría fingia creerle para no lastimar sus sentimientos.
-Entonces comenzaremos mañana.-Dijo papá, de seguro creyendo que estaba dormida.-Será mejor que Laura no se entere...
-Entendido-Respondió Luisa.
-No puedes confiar en nadie-Concluyó la voz...




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