Abrí la caja, liberando un intenso olor a polvo y humedad, similar al peculiar aroma de los libros viejos. Miré los amarillentos papeles que se acumulaban por decenas abarcando cada centímetro de espacio. Para mi gran decepción la mayoría eran tan antiguos que las letras estaban borrándose, quedando completamente ilegibles. Como la terquedad siempre fue una de las características que me definian decidí revisarlos de uno en uno, esperando que el siguiente fuera el que tenía la respuesta a tantas preguntas.
Pasaron varios terribles minutos de fracaso tras fracaso, apilando hojas tan viejas que podrían deshacerse en cualquier momento. Se sintierom como horas pero en realidad no estuve más de veinte minutos revolviendo papeles inservibles y contemplando el significado de la palabra frustración. Tenía el terrible temor de que los demas regresarían en cualquier minuto; no podía confiar en ellos, no podía creer en sus mentiras que se acumulaban por montones o confiar en que las cosas mejorarían entre nosotros.
-Vamos, por favor ¡Debe haber algo!-Exclamé, movida por una extraña desesperación.
-¿Está todo bien?
Casi salté del sillón, cerrando de golpe la caja, aunque los papeles incriminadores estaban esparcidos por todo el lugar. Suspiré aliviada cuando ví que se trataba de Demian, quizas la unica persona en quien podía confiar en medio de aquel bosque.
-Lo siento, me asustaste.-Confesé intentando guardar los recortes de la forma más discreta posible.-Yo sólo... estaba...
-Tranquila, no tienes que explicarme nada, le he dicho al abuelo que tire esas viejas cosas. al menos un millón de veces.-Dijo, mirando las cajas como si lo hubieran ofendido de la peor manera.-Esa cantidad de papeles podrían causar un incendio.
Me abstuve de comentar que si había un incendio las cajas serían el menor de sus problemas comparadas con la enorme pila de madera seca que rodeaba la casa, ese bosque prendería mas rápido que cualquier fogata con sólo una pequeña chispa.
-Y... ¿Qué haces aquí?-Pregunté intentando sonar casual.
-Vivo aquí-Sonrió, iluminando todo el cuarto con sus ojos azules.
Wow, el premio para la peor ligando va para... Laura. No lograría ser coqueta ni para salvar mi vida. Su sola presencia me hacía sentir infinitamente torpe, sabía que no era buena comunicándome con los demás y como si eso fuera poco, tenía problemas para confiar hasta en mi sombra, en realidad no confiaba en nadie, ni siquiera en mis padres y sus compañeros con quienes convivia casi a diario. Él me gustaba, mucho, pero no sabía cómo bajar mis defensas.
El incómodo silencio duro sólo unos minutos más, Demian entró a la cocina y comenzó a preparar café, el olor estaba invadiendo la estancia en poco tiempo.
-A veces es bueno regresar a casa.-Comentó con tono casual, aun revolviendo cosas en la cocina- Supongo que tú lo entiendes, ¿Verdad?
-Si, mis padres viajan mucho, pasamos más tiempo viajando que en casa.
-Al menos en mi caso viajar es por decision propia, no me llevo bien con mi abuelo- Confesó, era demasiado honesto.-Tenemos personalidades opuestas, para él un día perfecto consiste en quedarse en el sillón leyendo un libro tras otro... Yo prefiero salir y vivir las cosas, no sólo leerlas.
No supe qué contestar, o si debía hacerlo. Había notado que el señor Richardson pasaba casi todo su tiempo con la mirada pegada a un libro, siempre me preguntaba si toda su vida fue así, con su trabajo como guardabosques de seguro antes pasaba sus días explorando el lugar, viendo como se deterioraba con rapidez y sin poder hacer nada para cambiarlo.
-¿El bosque lleva muchos años así?-Pregunté señalando la ventana, desde donde se veía a la perfección una amplia selección de troncos secos, de corteza agrietada y ramas rotas.
-Pues desde que tengo memoria es así, pero mis padres siempre hablaban de sus días de gloria, era una gran atracción turística, ¿Sabes? mucha gente venia aquí sólo para ver nuestro bosque.-Su voz se impregnó de orgullo-Desearía haberlo conocido entonces...
Decidí no presionar el asunto, Demian amaba y añoraba un bosque que nunca conoció y que tal vez nunca conocería.
-Bueno, tengo que regresar a mi campamento-Dijo recogiendo algunas cosas de la cocina, incluido un termo con café.- Pero vendré a visitar en unos días.
-Claro, aquí estaré...
-Entonces tendré una razón para visitar con mayor frecuencia. Hasta luego, Laura.
-Hasta luego.
Apenas escuchó mi respuesta se retiró, una gran sonrisa decoraba su rostro y el brillo en sus ojos era suficiente para hacerme suspirar como la típica protagonista de una novela romántica.Sacudía la cabeza, me había distraido mucho y ya no quedaba sufiente tiempo para seguir revolviendo las cajas. Acomodé mi caja en su lugar antes de dirigirme al laboratorio, donde una gran pila de instrumentos sucios esperaba a que la lavara.
-¿Por qué no se lavan solos?-Pregunté mientras preparaba el jabón, consciente de que a pesar de mis deseos los matraces y tubos de ensayo no estarían limpios en un abrir y cerrar de ojos.
Comencé esa tarea, la monotonía me permitía divagar y perderme en mis pensamientos.Perdí la noción del tiempo, sólo regresé a la realidad cuando escuché pasos apresurados descendiendo hacia el laboratorio, sentí como todo mi cuerpo se tensó, preparándose para algo terrible. Entonces ví que se trataba de Luisa, con su usual mueca de desprecio y brillo malvado en la mirada.
-Laura, te estábamos buscando.-Soltó cruzando los brazos en actitud de capataz.
-Felicidades, me encontraste.
-No te hagas la graciosa conmigo-Su voz sonaba peligrosa, similar a un gruñido en la selva.-Morgan necesita ayuda para tomar unas muestras.
-Tú eres su ayudante, hazlo tú-Respondí sintiendo un extraño valor en mi pecho
-Tengo mejores cosas que hacer
-¿Como qué? ¿Hacer tu trabajo en vez de ser una idiota?
Me miró sorprendida, no esperaba esa explosión, en especial despues de mi buen comportamiento los ultimos días, pero estaba harta de ella y sus tonterías. Ambas retrocedimos como lobos a punto de atacarse.
-Vas a pagar por eso-Amenazó, aunque en realidad todo lo que dije era cierto.- No sabes con quién te metes.
-Ya basta- Dijo el señor Richardson asomándose desde la puerta, el ceño fruncido expresión severa.- Laura, acompáñame un momento por favor.
Comencé a seguirlo, antes de que saliéramos Luisa se adelantó a la puerta.
-¿Qué está haciendo? Esto no está en el plan...-Murmuró.
-Esto ha llegado demasiado lejos-Respondió el señor apartándola del camino.
Lo seguí en silencio preguntándome qué sucedería a continuación, ¿Me acusaría con mis padres? esa y mil preguntas se arremolinaban en mi cabeza, apenas noté que nos dirigiamos a la camioneta cuando me detuve en seco.
-¿A dónde vamos?-Pregunté.
-Al pueblo, hay algo que debes saber...