El interior de la taberna era lúgubre y húmedo, apenas iluminado por la luz que alcanzaba a colarse desde la puerta entreabierta. Forcé un poco la vista, juraba que se escuchaba a otra persona en el lugar, aun así no lograba ver a nadie...
Con un sonido brusco se cerró la puerta de madera, haciendo que saltara un poco.
-¿Señor Richardson?-Pregunté, mi voz suave y temblorosa.
-No deberían estar aquí-Respondió una voz desconocida, podría jurar que se trataba de una mujer mayor a pesar de que no la veía.- Es peligroso.
-Disculpe, nos iremos en seguida.
-Ya es muy tarde... lo trajeron con ustedes. Ahora nadie está seguro.
¿Lo trajeron con ustedes? ¿A qué se refería? Comenzaba a fastidiarme esa tendencia a contestar todo de manera indirecta, porque claro, es mas facil que alguien entienda si le responden con un dilema o usando información que uno no conoce. Odiaba no saber, sentir que la imagen que veía estaba incompleta sin importar con cuánta atención la mirara.
-Le dije a Richardson que no regresara, nunca hace caso. Debió irse cuando tuvo la oportunidad y tú tambien. Está ganando fuerzas, puedo sentirlo, pronto... muy pronto recuperará su poder y esplendor.
-¿Usted no puede irse?-Pregunté.
-Nadie puede irse, no en realidad.-Fue la enigmatica respuesta- Dile a Richarson que se ha arriesgado en vano, no deseo seguir peleando.
-Pero debe poder ayudarnos, quizás hay algo...
-¡No hay nada que hacer! Él lo sabe y aun así insiste. Debería saberlo mejor que nadie. Todos los días se levanta a luchar, con la intención de evitar su control, de talar el bosque un arbol a la vez, en su mente lo hace... Aquello no se lo permite, en la realidad sólo esta sentado en su sillón todo el día leyendo un libro que no le interesa y del que no recordará nada. Sólo cuando llega alguien recupera un poco de control, por eso te trajo aquí pero no hay esperanza... ya no.
Esa confesión me tomó por sorpresa, siempre me había preguntado por qué el señor se pasaba los días leyendo libros que parecían no tener nada en común entre sí, jamas creí que estuviera siendo controlado por la misma entidad que me atormentaba. Éramos victimas del mismo mal, pero para él era mucho peor, ¡Quién sabe cuantos años llevaría en aquel estado!. Su rutina, su vida, todo manipulado y retorcido por aquel mal que apenas comenzaba a experimentar.
-No tenía idea.-Murmuré, pensando en todas las veces que lo había visto leer.
-Ahora lo entiendes... no podemos escapar. Está en nuestras mentes, cada instante de cada día.
-¿Está segura?
-Una mosca puede intentar escapar de la telaraña, nada asegura que en verdad lo logre... eventualmente se cansara tanto de forcejear que no le quedará alternativa y se rendirá ante su destino. Es inevitable.
Lentamente se abrió la puerta, crujiendo y rechinando a cada segundo, una clara indicación de que debía retirarme.
-Sólo porque usted se rindió no quiere decir que todos debamos hacerlo.-Contesté desafiante, con mi usual falta de sentido de preservación.
No hubo respuesta, sólo el silencio opresor que reinaba en ese pueblo olvidado por el mundo. Salí sintiendo que ya no era bienvenida ahí. Regresé a la camioneta demasiado preocupada con mis pensamientos. El señor Richardson no habló en todo el camino de regreso, tal vez porque notó mi estado de ánimo y dedujo la negativa de la misteriosa habitante del pueblo. Ví los mismos árboles secos por la ventanilla, preguntándome cuándo volvería a ver alguna variación en el paisaje monótono y desolado.
-¿Por qué no me dijo algo antes?-Pregunté cuando regresamos por fin a la cabaña.
-No puedo.
Bajó del auto y regresó a la casa con ese andar taciturno que le caracterizaba. Yo permanecí ahí por unos minutos, había muchas cosas que debía considerar. Quizás sería buena idea correr con mis padres y rogarles que nos marcháramos inmediatamente, pero... ¿Me escucharían? ¿De verdad cambiarían de opinión y accederían a abandonar el proyecto? No podría soportarlo si se negaban, era raro que me tomaran en serio, usualmente tachaban mis ideas como simples caprichos o delirios de una imaginación demasiado activa.
Noté que desde la visita no había escuchado las voces, sentía una extraña libertad en mis pensamientos, como si una presion invisible hubiese desaparecido al fin.
Al anochecer bajé del auto y entré a la cabaña, en la sala encontré una escena un tanto inusual ; Luisa y Morgan estaban sentados en un sillón, justo enfrente del señor Richardson. Lo miraban como si fuera un experimento muy peligroso, el otro sólo leía un libro sobre las distintas formas de comenzar una remodelación. Contuve un escalofrío, no quería que los demas supieran lo que pasaba, que nuestro anfitrión era controlado por un ente malvado. De seguro creerían que estaba loca.
-Hola, Laura-Dijo Luisa sin desviar la mirada de su objetivo.-Te espera trabajo en el laboratorio.
-Lo haré mañana.-Respondí, no tenía ganas de obedecer sus ordenes.
-Será mejor que lo hagas hoy, no creo que a tus padres les alegre saber que estuviste todo el día paseando por el bosque.
Suspiré, de verdad había esperado pasar el resto del día sin problemas, pero al parecer eso era imposible. Sin protestar más fui al laboratorio. Sabía que querían quitarme de en medio para hacer algo, ¿Pero qué? Temí por la vida del señor Richardson, aunque si Luisa y Morgan eran controlados por el bosque y la maldad que ahí habitaba... entonces el destino del señor era el menor de mis problemas.
En el laboratorio había una cantidad descomunal de instrumentos para lavar y las mesas estaban manchadas de algo que parecía una rara mezcla de lodo con arena. Suspiré antes de sacar el jabón y comenzar mi labor. El tiempo volaba así, cuando me distraía en algo lo suciciente como para olvidar todo lo demás. De cualquier forma mis pensamientos regresaban a las palabras que había escuchado en la mañana y lo difícil que sería enfrentarse a algo invisible, capaz de jugar con nuestras mentes de la manera más cruel posible.
-Deberíamos irnos-Susurré, esperando que el sonido del agua evitara que alguien me escuchara.
-No puedes huir.-Susurró la voz, regresando mil veces más fuerte e invasiva que antes, parecía proceder de todos lados, de cada dirección y cada objeto...- Este es tu hogar...