El Bosque

Parte 16

El señor Richardson, a pesar de todos sus defectos y errores consideraba que en su vida había buscado hacer lo correcto, defender a su familia y cuidar a los pobres insensatos que se atrevían a visitar el bosque. Vio en muchas ocasiones las hojas teñirse de rojo cuando fracasó y varias vidas se perdieron como consecuencia. Era una batalla perdida. Se sentía culpable porque en algún punto de su juventud se había visto enamorado de su hogar... nunca más lo vería con los mismos ojos.
Desde que regresó dedicaba todas las mañanas a buscar a su esposa, con la esperanza de que ella siguiera ahí y se hubiera arrepentido de su decisión de quedarse. Pero a diferencia de otros, él no era bienvenido en el bosque y ya no era tan joven como antes, no tenía la energia suficiente para enfrentarse a ese mal desconocido que lo percibía como una amenaza.
Sabía que era cuestion de tiempo para que la presencia encontrara la forma de deshacerse de él. 
De hecho ya lo había intentado antes. En varias ocasiones, después de caminar sólo unos metros se había encontrado al borde de un gran acantilado, también sabía que debía tener especial cuidado con el agua, pues podía estar contaminada. Podría decirse que el bosque lo conviritió en el perfecto paranoico; siempre mirando sobre su hombro, siempre asegurando las puertas y ventanas antes de dormir, siempre esperando lo peor a cada momento.
La soledad era lo más dificil de soportar, podían pasar varios años antes de que aquello lograra atraera a su presa a la intricada telaraña de ilusiones y engaños que había forjado. Durante ese tiempo no tenía ninguna compañía, situación gracias a la cual le resultaba muy dificil reconocer las ilusiones del endemoniado lugar. A veces cuando lograba determinar que alguien era real ya era demasiado tarde para intervenir.
De algo estaba seguro, moriría en aquel lugar. Moriría solo y atormentado por un mal sin nombre...
Por años temió ese momento, aun así en ningún instante dejó de desafiar al creciente mal, hacia todo lo posible por ayudar y cambiar el destino de los desafortunados visitantes. Laura desde el inicio despertó la atención del bosque, quizás por esa extraña inocencia en su mirada que parecía empañada por una eterna tristeza. 
Ella era joven, demasiado joven para enfrentar al bosque. Buscó protegerla, alejar la atención de ella... 
Al  final no sirvio de nada, el bosque la alejó de él en una noche tormentosa, Laura corrió al exterior sin detenerse a mirar atrás, intentó seguirla cuando un joven le cerró el paso. Tenía la piel palida y sus ojos brillaban con un sobrenatural color blanco, no tenía pupilas, caminaba con una extraña seguridad que sólo había visto una vez, en Helenis antes de su terrible separación. Sin lugar a dudas, ese visitante había sido enviado por el poderoso ente del bosque, que volvía a recuperar fuerzas.
-Viejo insensato, ¿Cuándo vas a entender?-Preguntó el joven, su voz grave y gutural como un gruñido- Ellos van a ser nuestros.
-Debieron saberlo cuando decidieron hacerme su prisionero-Respondió desafiante, no sentía miedo, no más, no después de todas las muertes y horrores que había presenciado.-Mientras tenga vida seguiré luchando.
-Ja ja ja, eres un insecto comparado con nosotros, ¿Crees que tenemos miedo de aplastarte?
-Quizás. Sé que pueden ser derrotados, eso me vuelve peligroso,
El joven bufó, paseando por la sala como si le perteneciera, a su alrededor las sombras crecían, envolviéndolos a ambos en una profunda oscuridad.
-Somos invencibles-Respondió el extraño después de un tiempo.-Aunque quizás preferirias que otra persona te lo dijera...
-¿A qué te refieres?
Apenas hubo formulado la pregunta cuando una mujer entró por la puerta entreabierta, su largo cabello negro mecido por el viento, la oscuridad impedía ver bien su rostro pero el señor Richardson no necesitaba verlo para saber de quién se trataba. 
-Acaba con tus ilusiones, no deseo tus mentiras.-Gruñó, ignorando la conocida silueta de su esposa.
-Ella no es una mentira, es parte de nosotros, tú también puedes ser parte de nosotros.
-Nunca...
-Eventualmente no tendrás otra opción-Continuó el joven, acercándose a ella.- No puedes huir, éste es tu hogar. Podrían estar juntos de nuevo, si no fueras tan egoísta.
El joven y Helenis bloqueaban la única salida, ella lo miraba suplicante, como si el tiempo no hubiera transcurrido y aun fueran aquella joven pareja que se mudó a la cabaña del bosque, ansiosos por comenzar una vida juntos, dispuestos a enfrentar cualquier reto como marido y mujer. Un sueño bello, demasiado bueno para durar.
-Yo le habría dado todo-Murmuró Richardson, perdiéndose por un momento en el hermoso rostro de su esposa.- Habría sacrificado cualquier cosa por ella, pero la Helenis que conocí desapareció. Ustedes me la quitaron.
-Aun puedes regresar, no es muy tarde.-Susurró ella, su voz dulce y melodiosa como una bella canción de verano.- Volvamos a nuestro hogar...
-No.
Esa pequeña palabra pronunciada con tanta determinación lo cambió todo, los dos visitantes cambiaron su actitud cuando antes parecían indefensos, ahora lucían amenazadores, los ojos de ambos se tornaron blancos como las estrellas y las sombras que los rodeaban parecían moverse como una extraña horda de seres con garras.
Helenis desapareció en la oscuridad, dejándolo solo en la sala con el joven. 
-Debería correr, señor Richardson.-Dijo el otro, una sonrisa macabra en sus labios y todo en su postura indicaba que estaba a punto de atacar.
Corrió escaleras arriba, esperando que la puerta de su habitación fuera suficiente para contener al atacante. Ni siquiera notó cómo en su prisa por moverse se cortó con las hojas del libro que aún aferraba, dejando caer el ejemplar en algun punto de su carrera, manchado irremediablemente de sangre.
Intentó detener la puerta por el mayor tiempo posible, pero su oponente le ganaba tanto en juventud como en fuerza.
Una vez el joven logró entrar a la habitación todo sucedio muy rapido, el señor Richardson solo estaba consciente de tener una profunda herida en su pecho aunque no estaba muy seguro de cómo la había adquirido. No recordaba haber visto un arma, todo estaba tan borroso en su mente que era imposible distinguir los hechos. Sentía un fuerte dolor, tan fuerte que no tenía comparación. Su vista comenzaba a nublarse cuando pensó que debería dejarle un mensaje a Laura, nunca pudo compartir con ella sus teorias sobre su enemigo en común.
Ella merecía saber; merecía tener la oportunidad de defenderse, una oportunidad que él nunca tuvo. Se aferró a ese pensamiento para concentrarse en algo que no fuera el dolor y la sensación de la sangre calida que empapaba su ropa.
Con sus ultimas fuerzas se arrastró por la habitación, recogiendo un objeto insdipensable para su plan, lo guardó con cuidado en su bosillo. Esperaba que fuera suficiente.
Siempre supe que moriría en este maldito bosque, pensó mientras puntos negros cubrían su visión, sumiéndolo en una eterna noche.



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En el texto hay: misterio, terror paranormal, terror y suspenso

Editado: 03.12.2019

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