Pasé varias horas en la sala, mirando la huella ensangrentada y preguntándome si indicaría que mis temores se habían cumplido y algo malo le había sucedido al señor Richardson. Tenía miedo de descubrir la verdad, pero la incertidumbre era mucho peor. Al medio día me animé a subir, lo hice lentamente, conteniendo la respiración, deseando darme media vuelta y a la vez incapaz de detenerme.
"Todo va a estar bien" Pensé en un intento de darme una inyeccion de valentía.
Deseaba que todo fuera un mal sueño y que el señor Richardson estuviera en su habitación acomodando sus libreros o mirándome con un toque de desaprobación. Ojalá todas las cosas volvieran a la normalidad. Entonces dejaríamos ese bosque para siempre y regresaría con mis padres a nuestro hogar, nuestro verdadero hogar, no la mentira que el lugar había creado para mantenernos ahí.
-¿Señor Richardson?-Pregunté desde el último escalón, mirando las dos puertas idénticas que se encontraban al final del estrecho pasillo.
A pesar de que había mucha luz en las ventanas el pasillo se veía oscuro como boca de lobo, mis manos comenzaron a temblar y noté cómo una espesa niebla cubrió el lugar, tapando las ventanas y bajando la temperatura al punto en que comencé a arrepentirme de no llevar puesta una chamarra de invierno.
¿Podría estar peor? Me pregunté antes de entrar al pasillo. Esperé un segundo a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad, aun así las tinieblas parecían absolutas. Comencé a guiarme por la pared, rogando porque la puerta de ese lado fuera la correcta, nunca en la vida me había sentido tan vulnerable; sola en el frío, incapaz de ver y...
Un sonido me hizo voltearme. Sonaba como el rasguño de garras afiladas sobre la madera.Lo sentía como si estuviera justo atrás de mí. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Tenía que apurarme, tenía que encontrar al señor Richardson y pronto.
-¿Señor Richardson? Por favor, conteste algo.
"Nunca vas a encontrarlo" Susurró la voz "Lo has decepcionado, igual que a todos los demás".
-No, no es cierto-Respondí, recargándome contra la pared con los ojos fuertemente cerrados.-Nunca fue mi intención...
"Y aun así te fuiste, su sangre está en tus manos".
-Mientes
"¿Por qué lo haríamos? Te conocemos mejor que nadie, eres esa chica que nunca perteneció a ningún lugar, la pieza del rompezabezas que nunca logró encajar . Finges que no te importan los demás, que nada puede lastimarte pero lloras por dentro... Perteneces aquí, con nosotros. Deja de luchar"
-Nunca-Sollocé, heladas lágrimas resbalaban por mis mejillas aunque no estaba consciente de haberlas derramado.-Si me conocen tan bien, entonces deberían saber que no me rindo con facilidad.
"No importa qué tan fuertes sean, al final todos se rinden, recuerda eso"
Dicho eso la voz desapareció, regresando la luz y el silencio al pasillo que ya no lucía tan aterrador .
Me deslicé al suelo, sentía como si me hubieran robado toda la fuerza, tanto física como emocional. No podía dejar de llorar porque la voz tenía razón, habia visto lo más profundo de mi ser y eso me aterraba más que cualquier otra cosa. Era mi verdad, algo que negaba una y otra vez aun en mi mente, pero que era incapaz de cambiar. Temía a ese extraño poder capaz de mirar en las profundidades de mi alma y leerme como un libro abierto. De seguro conocía mis temores, sueños y aspiraciones mejor que yo.
No se cuanto tiempo estuve ahí llorando incapaz de detenerme o levantarme, pero eventualmente sentí una gran calma apoderarse de mí. Me incorporé y avancé hasta la primera puerta. Giré la manija y empujé la puerta, que rechinó a cada instante como un mal augurio, dando un lastimero gemido que resonó en toda la cabaña.
-Señor Richardson, espero que esté aquí-Dije dando un paso al interior.
Ahí sólo habían pilas y pilas de libros, suficientes para llenar una biblioteca pequeña. Contuve una expresión de asombro, antes de recordar lo que debía hacer. Sali de la habitación y cerré la puerta con cuidado, como si eso pudiera confundir a aquel extreño ente que infestaba el lugar como una plaga.
Ahora sólo tenía una opcion, crucé el pasillo y sin dudar abrí la ultima puerta, segura de que sin importar qué hubiera pasado el día anterior ahí encontraría al señor Rcihardson. Ni siquiera tuve que entrar a la habitación para ver la sangre que manchaba el suelo e impregnaba el aire con un fuerte olor metálico.
Conteniendo la respiración entré al cuarto. Justo al lado de la ventana estaba él, con el cabello grisaceo lleno de sangre a medio secar y la mirada vacía, fija en algun punto del horizonte. Tenía la mano izquierda metida en su chamarra, como si aun en sus últimos momentos hubiera intentado proteger algo.
Ya no tenía dudas, Demian había matado a nuestro anfitrión a sangre fría. No lloré, pero sentí una profunda tristeza, quizás mas abrumadora que el llanto.
-Lo lamento señor Richardson, espero que descanse en paz y sea libre de este horrendo lugar.-Susurré, cerrando sus párpados y sacando su mano del bolsillo.
En el bolsillo había un pequeño objeto, metálico y de forma rectangular. Se sentía muy frío. Era dificil adivinar qué era así que lo saqué para poder verlo bien, apenas lo ví supe lo que tenía que hacer, lo que el señor Richardson quería que hiciera, una forma de terminar con todo, o al menos una última esperanza.
Guardé el objeto en mi bolsillo y salí corriendo de la cabaña, tenía que encontrar a mis padres y pronto. En mi prisa no noté como el suelo boscoso se había tornado rojizo y las copas de los arboles estaban llenas de hojas rojas como la sangre...