"Puedes quedarte con nosotros" Susurró la voz, acompañada por el murmullo de las hoja mecidas por el viento "Nunca volverás a estar sola..."
Sollocé aferrándome a Luisa como si fuera la única persona restante en un mundo desolado, en ese momento no me importaban nuestros años de rivalidad, o la forma en que siempre parecíamos predispuestas a la destrucción mutua. Era lo único que me quedaba...
A veces me pregunto que habría pasado si me hubiera rendido entonces, habría sido tan fácil dejar de luchar y simplemente obedecer a todas las cosas que eran susurradas en mi oído. ¿Habría dejado de sufrir? Nada me regresaría a los seres amados que yacían muertos en el suelo del bosque, nada podía cambiar el pasado.
-Tenemos que irnos.-Dijo por fin Luisa cuando dejé de llorar después de varios minutos.
La miré, ella tambien tenía los ojos enrojecidos por el llanto y miraba los alrededores con desconfianza. Demian seguía observándonos desde la arboleda, ese brillo blanquecino presente en su mirada, el rostro carente de emociones. Me preguntaba si alguna vez existió un Demian independiente del ente que lo controlaba cuando colocó su mano contra el tronco de un arbol alto y frondoso.
En un inicio no sucedió nada, después sentí cómo la temperatura del aire descendía al punto en que se veía el vaho provocado por nuestras respiraciones. Entonces ví un resplandor rojizo entre su mano y la agrietada corteza del árbol. Al mismo tiempo Luisa cayó de rodillas al suelo, apretando una mano contra su pecho y gritando, víctima de un dolor insoportable.
Me arrodillé a su lado, no sabía qué hacer o si es que acaso podía hacer algo para ayudar.
-Detente.-Supliqué, sin saber bien a quien me dirigía.-Por favor... déjanos.
Luisa aferró mi mano con fuerza, el rostro enrojecido por el terror. Me sentía inútil, incapaz de hacer cualquier cosa. Ella me miró mientras perdia fuerzas y caía al suelo. Demian se acercó, una retorcida sonrisa en sus labios.
"No entiendo por qué nos pides que nos detengamos, ¿Acaso no la odiabas?¿No deseabas su muerte?" Preguntó el , su voz fundida con muchas otras voces, como si a través de él hablaran todas la almas que el bosque había consumido a lo largo de su existencia."Ustedes los mortales, siempre tan cambiantes."
Demian quitó su mano del árbol, lentamente la corteza comenzó a cambiar de forma, primero parecía una silueta quemada contra la madera, luego aparecieron los ojos, llenos de dolor y miedo, después la nariz y al final los distorsionados labios. Era Luisa. Volteé, ella ya no se movía pero podía ver el pequeño movimiento de su pecho al respirar. ¿Sería demasiado tarde?
-Tal vez la odiaba, aun así nunca la habría lastimado...
"¿Estás segura?"
-Quizás lo pensé, pero...
"He ahí la diferencia. Tu sólo piensas, nosotros actuamos, no nos detienen las leyes de los hombres ni las leyes de las deidades o la naturaleza . Quédate y tampoco habrá límites para tí"
Negué con la cabeza, retrocediendo poco a poco, cuidadosa de no tropezar.
-¿Al costo de mi vida?
"Un pequeño precio a pagar, te lo aseguramos"
-No gracias.-Dije, intentando meter la mano en mi bolsillo y aferrar el rectangulo metálico que ahí guardaba. Suspiré cuando sentí su fría superficie entre mis dedos.-Tengo otros planes.
Entre la arboleta comenzaron a salir varias personas, al inicio no los reconocí por los ojos en blanco y cara carente de vida, su piel lucía grisácea; cada sombra parecía acentuada dándoles un aspecto sombrío y amenazador. El primero en acercarse era mi padre, la segunda mi madre, más avanzaban detrás de ellos pero no alcanzaba a distinguirlos a tanta distancia.
"Vas a quedarte, de una forma u otra"
Ver a mis padres poco después de enterarme de su muerte se sintió como una puñalada por la espalda, un juego sucio para convencerme. ¿Por qué no podía hacer conmigo lo mismo que con Luisa? ¿Qué me hacía diferente? Recordaba que el señor Richardson no era inmune a sus ilusiones, tampoco mis padres podían resistirlo, llegaron al bosque llenos de entusiarmo, prácticamente entregándose en bandeja de plata a aquel mal.
-Hija, ven con nosotros.-Dijo mi padre, extendiendo un brazo hacia mí.
-Laura, te extrañamos tanto, por favor regresa a casa.-Suplicó mamá.
Era todo lo que nunca me atreví a desear, todo lo que soñaba, todo lo que nunca podría tener. Lágrimas empañaron mi visión, aun así me negué a dejarlas caer. Eso era lo que debía destruir, qué cruel es el destino, pensé. Aquello intentaba manipularme usando a mis padres,de la misma forma en que manipuló antes al señor Richardson usando a su esposa como señuelo.
-Estamos tan orgullosos de tí-Continuó papá, como si leyera mi mente.-Éste es el último viaje, te lo prometo, después seremos una familia ¿Suena bien?
Me concentré en sus anormales ojos, esos no eran mis padres, nada era real. Lo repetía como un mantra en mi mente, aferrando el objeto en el bolsillo con más fuerza, dejando que el dolor de los musculos tensos me mantuviera consciente de la realidad. No es real, no es real. Los falsos familiares se acercaron y al fin pude ver a las personas detrás de ellos. Muchos eran hombres y mujeres que no conocía pero entre la multitud localicé a Luisa, a Morgan y al señor Richardson. Todos estaban ahí...
-Eso no es cierto-Respondí, intentando ganar un poco de tiempo.-Ustedes nunca estuvieron orgullosos de mí.
-Eres nuestra hija, claro que estamos orgullosos.
-Entonces van a decepcionarse mucho con lo que estoy a punto de hacer.-Dije, conteniendo la respiración.
Saqué el encendedor de mi bolsa. Los espiritus gritaron pero no podían hacer nada para evitarlo...