~El inicio~

~Cailin~

Era una mañana nublada, el viento era un poco fuerte podía escuchar como golpeaba mi ventana, se escuchaban sonidos de los pájaros cantando, eso me hacía sentir tranquila, suspire un poco en mi cama, mientras observaba el techo de mi habitación, el techo tenía algunas manchas las cuales veía con formas de animales, ahora mismo veía una mancha algo grande y redonda, pero a la vez veía una forma de esfera como un sol, con otras manchas puntiagudas a su alrededor, creo que soy esquizofrénica.

Deje de mirar aquellas manchas y me levanté para ir a darme un buen baño.

Después de 15 minutos en el baño, salí tomé un suéter negro de tiras y encima de él me puse un buzo manga larga tejido, unos pantalones algo holgados y mis converse negros (Eran mis ganadores de mil batallas, los usaba demasiado y para todo, los amo.), antes de salir me hice una coleta alta y dejé algunos mechones ondulados.

Si mi cabello era algo ondulado y castaño, era una odisea para peinarlo, pero me gustaba mucho.

Termine y baje de mi cuarto con dirección a la cocina, allí se encontraba mi madre haciendo el desayuno, mire a un lado la mesa del comedor estaba mi padre, tomando café y leyendo el periódico.

—Buenos días mamá, no me prepares desayuno, iré a casa de kony.

—Buenos días, cariño, entiendo, pero, al menos llévate una manzana y saluda a kony de mi parte, cuídate.

Me dijo y entregó una manzana, la cual guarde y después caminé hacia la puerta.

—Adiós mamá y papá, los quiero mucho.

Terminé de decir y salí de casa con rumbo a la casa de Kony.

Estaba caminando por un largo camino algo estrecho y un poco oscuro, me sentía algo extraña, pero, no le di mucha atención.

Seguía caminando algo distraída eso hasta que mis ojos se percataron de un cartel grande que decía. "Bosque Clayoquot" y más abajo con letras grandes decía "PROHIBIDO EL PASO".

Había escuchado algunas historias sobre aquel bosque todas con un final trágico, decían que si entras jamás regresabas.

Sentí algo de curiosidad, es peligroso sí, pero, quería entrar.

Inconscientemente mis pies comenzaron a caminar hacia aquel gran bosque, era un camino largo, muchos árboles enormes y pajaritos cantando, a mi parecer es un bosque normal como cualquier otro.

Camine un rato más hasta que un gran árbol estuvo frente de mí y supe que el camino terminaba allí, admire el gran árbol, era demasiado gigante y se veía que llevaba muchos años, hasta siglos en el bosque, lo mire un rato más, aunque un sonido de pisadas llamó mi atención.

Observé unas pequeñas huellas que llevaban hacia algún lugar, quise seguirlas, aunque todavía sentía esa extraña sensación.

Mis pies por si solos, empezaron a seguir las huellas, aquellas que rodeaban aquel gran árbol y me llevaban hacia la parte de atrás de este, las huellas terminaron y quede aún más confundida cuando había rodeado aquel gran árbol y estaba donde hace un momento había visto las huellas, mire hacia el suelo y las huellas habían desaparecido, sobé mis ojos un poco, pero ya no estaban, si creo que la falta de comida estaba haciendo efecto en mí.

—Mejor tomo un pequeño descanso y recupero fuerzas. — Me dije a mi misma y saqué la manzana del bolsillo de mi buzo y me senté en aquel gran árbol, la brisa corría y era tan relajante.

Terminé de comer mi manzana y un pensamiento llego a mi cabeza «¿Por qué era tan peligroso este bosque?, yo lo veía muy normal»

Seguía algo sumergida en mis pensamientos que no note unas pequeñas criaturas que se posaban a mi alrededor.

—¡CARAJO¡— Grité, una de esas pequeñas criaturas se había subido en mí y me había sacado de mis pensamientos.

Al verla me asusté mucho, creía que era una serpiente que había caído ya que al tacto era algo frío, luego del susto pude ver aquellas pequeñas criaturas, eran duendecitos bien tiernos y verdes.

—Que lindos, son una monada.— Dije, mientras cargaba a uno de ellos y lo acariciaba.

Tenía la piel algo escamosa y muy fría, pero, era tan chiquito y tierno, había visto varios duendes por el pueblo, pero siempre escapaban, era extraño que hubiera muchos de ellos y se dejaran tocar, acaricie varios de ellos.

Luego de un rato de mimos y caricias, mire al cielo y note como el sol empezaba a esconderse, era hora de irme, tal vez Kony y mis padres estén preocupados.

—Bueno, pequeños fue lindo conocerlos y acariciarlos, pero, tengo que irme— Bajé aún duendecito que estaba en mi mano, luego empecé a caminar por el mismo camino por el que había llegado.

— ¿Eres ilusa?, Jajaja ¿Crees que escaparás de nosotros? Lamento informarte que eso no sucederá.— Dijo una voz tétrica y rasposa, sentí como los vellos de mi piel se erizaban y si tuve miedo.

Me di la vuelta algo temblorosa para mirar al dueño de la voz y los vi, aquellos bonitos y tiernos duendes ahora tenían un aura terrorífica, sus rostros tenían una enorme sonrisa que mostraba sus filosos y letales dientes, sus ojos de un rojo vivo y sus caras arrugadas y feas, tenía mucho miedo.

No quise verlos más, me di la vuelta y corrí lo más rápido que mis dos piernas pudieran, tenía que salir de allí o jamás volvería a ver a mis familiares.

—¡ATRAPENLA!— Escuche como uno de ellos gritaba y de pronto miles de duendes estaban a mi acecho.

Tenía que salir rápidamente de allí.

Llevaba un tiempo corriendo podía sentir la presencia espantosa de ellos, estaba cansada, pero, mi única opción era correr por mi vida.

Cuando pude localizar y enfocar con mi vista aquel gran cartel, suspire con algo de alivio, podría salir de allí, solo tenía que correr un poco más.

El sol ya estaba escondido el camino era oscuro, solo podía ver la luz del camino al otro lado, estaba a punto de alcanzarlo, cuando me tropecé con un tronco, di varias vueltas y mi cabeza se golpeó con una roca, estaba a punto de perder la conciencia, intenté arrastrarme hacia la luz que se veía borrosa, no quería morir, era joven solo tenía 17 años, quería vivir, no podía terminar así, me arrastré un poco más, mi cuerpo no tenía más fuerzas y sentí una mordida en mi muslo, lo supe era mi fin.