El bosque de la perdición.

~Nueva realidad~

Sentía mi cuerpo adolorido, mi espalda estaba que gritaba de dolor, estaba en una posición algo incomoda y sentía como estaba acostada en algo filoso y molesto, mis parpados pesaban y mi cabeza estaba a punto de estallar a causa del dolor, con mis pocas fuerzas intente mover mis brazos para apoyarme y levantarme, per, estaban atados con algo, pesado y sonaba a metal, acaso eran ¿Cadenas?, ¿Estaba encadenada?

Fue grande la sorpresa que abrí mis ojos y me levanté rápidamente asustada, mala idea ya que la manera brusca de levantarme me hizo caer de bruces ya que mis pies no podían resistir el estar de pie.

—Shit— Maldije, no sabia donde estaba, solo recordaba la escena tétrica de los duendes, de solo pensarlo temblaba del miedo.

Alce la vista y quede demasiado impactada, había muchas personas, algunas lloraban, otras temblaban de miedo, todos estábamos encadenados, las cadenas eran grandes y gruesas, de un metal muy extraño y con un color negro, observe de nuevo a las personas, conté y había como unas 100 personas alrededor.

Algunas estaban heridas con grandes mordeduras en su cuerpo, otras les faltaba alguna que otra parte del cuerpo (Brazos, piernas, ojos).

También pude percatarme del pútrido olor como de cadáveres, antes no lo había olido, pero, de un momento a otro apareció el olor, decidí ignorarlo y quise ponerme de pie, mala idea porque caí de bruces de nuevo, al caer escuche un crujido mire mis manos que tocaban como palitos filosos.

Al mirar abajo quede en shock.

—¿Son huesos de personas?— Dije en un susurro para mí misma.

Mi respiración se agito y me empecé a descontrolar, tendría un ataque de pánico, es lo que menos deseo en esta situación, quiero ir a casa, despertar de esta terrible pesadilla rápido.

Inhale y exhale varias veces y pude controlarme un poco más.

Seguí observando mi entorno, ignorando los cadáveres descompuestos en el suelo y el fétido olor, estaba en un calabozo, demasiado tenebroso, era algo oscuro y cerrado, la única parte donde entraba algo de luz era por una pequeña ventana, ya que la puerta del calabozo estaba cerrada, miré hacia arriba y fue la peor idea del mundo, ya que había cabezas de personas colgadas, en sus rostros se veía aún el miedo, en otras solo el vacío de sus ojos, era lo poco que podía ver, gracias a la luz.

Decidí irme a un rincón y hacerme un ovillo, estaba demasiado aterrorizada, no sabía que pasaría conmigo, si terminaría igual o peor que ellos, comencé a temblar y llorar.

—Lo siento mamá y papá, les fallé, perdónenme, lo lamento, quiero abrazarlos y tomar ese desayuno con ustedes.— Gimotee, mis ojos llenos de lágrimas.

—No llores, tranquila.— Una voz varonil me habló, miré hacia la dirección donde provenía la voz y allí estaba un chico, no pude verlo bien, solo sabía que él estaba allí.

—Tranquila, llorar no te sacará de aquí.

Lo sabía, sorbí mis mocos.

— ¿Tu desde hace cuánto que estás aquí?— Le pregunté.

—No lo sé, el tiempo aquí es algo extraño, pero, creo que tres días.

—¿A ti también te trajeron los duendes?— Pregunte, escuche un suspiro de parte de él.

—No, fueron unas hadas algo salvajes.

—¿Esas marcas en tus brazos y piernas son de los duendes?— Pregunto el algo curioso.

—¿Cómo lo sabes?

—Cuando llegaste, ellos te tiraron y para comprobar que seguías viva tuve que revisar tu pulso y noté las mordidas.

—Quiero que esto sea una terrible pesadilla y despertar rápido.

—Tranquila, hay que buscar la manera de salir de aquí, aunque será difícil ya que esta es otra realidad— Decía el. — El gran árbol que estaba en medio del bosque es la entrada a este terrible lugar.

Silencio.

—¿Cómo sabes eso? — Pregunte.

—Eso es lo que me dijo un señor antes de ser llevado.— Suspiro y dije.— ¿Llevado a dónde?

—A su perdición.

Antes de volver a preguntar se escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

Entraron al calabozo dos grandes ¿Tortugas? Aunque de tortugas solo tenían el caparazón ya que eran terroríficas, su piel era de un color café con muchas verrugas, sus cuellos eran muy largos y llenos de cicatrices, sus ojos casi no se veían por su gran cabeza, tenían dos grandes colmillos que adornaban sus bocas y en sus manos había dos personas, las cuales tiraron para después salir y cerrar el calabozo.

El ambiente estaba algo tenso ni una respiración se escuchaba, después de varios minutos alguien se acercó a los dos cuerpos y dijo.

—Están vivos.

Después solo fue silencio.

Varios minutos habían pasado o tal vez horas, no lo sabía con exactitud.

—Oye chico varonil, ¿sabes qué eran esas cosas?— Hubo silencio y luego se escucho su voz.

—Son Golgioks y los duendes que te atacaron a ti son los Golins.

—¿Hay más de ellos?— Él se acercó y escuche un sonido de afirmación.

—Sabes bienvenida a lo peor, todo lo lindo que ves es una fachada, se hacen los lindos y te atraen a su hogar para luego no volver jamás.

Si, esas palabras me asustaron mucho.

—Y por cierto no soy chico varonil me llamo Ryan y ¿tu?

—Un gusto Ryan me llamo Cailin.

Los dos nos quedamos en un silencio algo cómodo dependiendo de la situación tan siniestra.

Un buen rato paso, tal vez dos o horas o algo más, Ryan seguía a mi lado, las demás personas se encontraban sentadas, unas llorando y otras susurrando cosas que no logro entender.

Un sonido de la puerta hizo que el lugar quedara en silencio.

Un Golgiok entró con su expresión de odio.

—Todos salgan.

Pasaron varios minutos y nadie reaccionó a la orden, todos estábamos asustados.

—¡YA!— Gritó el Golgiok y en un dos por tres muchas personas estaban saliendo en fila del calabozo, por fin, podría ver la luz del sol de nuevo.

Que equivocada estaba, en ese nuevo mundo no había sol, solo tinieblas, no hay esperanzas solo dolor, no hay felicidad solo lágrimas, es a lo que todos llaman.



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En el texto hay: romance, aventura accion, enemiestolovers

Editado: 30.12.2025

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