Aquellas personas habían muerto quemadas, era horroroso; mi corazón latía acelerado.
Si no hubiera mirado fijamente al rey, estaría ya muerta.
En ese momento no lo sabía, pero tal vez era mejor que todo acabara allí.
Los que estábamos en aquel rincón solo podíamos mirar sin expresión hacia el lugar donde ocurrió aquella masacre; no pudimos hacer nada, un paso en falso y los próximos seríamos nosotros.
—Tranquilos, no estén tan tiesos, todavía no es su turno; depende de su comportamiento y valentía.—
—Ahora serán llevados a una nueva celda. —Chasqueó sus dedos y aparecieron los dos Golgioks que empezaron a dirigirnos a la nueva celda.
—Tú, no, espera —dijo el rey y señaló en mi dirección. No, no, debe haber un error.
Me quedé paralizada allí de pie; lo más probable es que sea un error, eso debe ser.
—¿Ahora eres sorda? Estoy hablando contigo, humana de ojos verdes.
Sí, me acaba de describir. Sé que no lo había dicho, pero era la única de ojos verdes en ese lugar y sabía que estaba hablando de mí.
Mi corazón latió aún más fuerte; no quería volver a tenerlo de frente, aunque si no obedecía, seguro me mataba.
En contra de todo mi ser, di media vuelta y caminé en dirección a él; mi mente gritaba que huyera, pero estaba entre la espada y la pared, era obedecer o perecer.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, como a casi 5 metros delante de él, alcé la vista y allí estaba él con su sonrisa escalofriante de oreja a oreja.
Qué miedo.
—Hace unos minutos, te atreviste a contestarme y ahora me tienes miedo.
Se puso de pie y empezó a caminar hacia mí.
Ay, nooo, trágame tierra y escúpeme fuera de ese lugar.
Cuando estuvo lo más cercano posible, sentía como mi espacio personal era invadido por aquel ser; una de sus manos acarició mi rostro y levantó mi cabeza, haciendo que mis ojos conectaran con los de él.
Su tacto era frío, como el de una serpiente.
Sus ojos eran tan hipnotizantes, los sentía como una droga.
Por un rato los observé tan detenidamente.
Cuando pude ver ese destello en sus ojos, esta vez no fue mi ilusión, sabía que lo había visto.
—Tus ojos, ese brillo... — susurré.
El rey se separó de mí y me soltó; si iba a morir, al menos debía quitarme la curiosidad.
—Ese brillo en tus ojos no era una ilusión, ¿verdad? — pregunté; su rostro estaba serio y su mirada estaba puesta en mí.
—Tú no eres ella... — Escuché esas palabras, aunque las dijo en un tono casi inaudible.
—Yo, ¿te conozco? —Su mandíbula se tensó; si había cagado todo con esa estúpida pregunta, es el fin, adiós, mundo cruel.
—No —respondió él con voz roca y una mirada amenazante.
Antes de poder preguntar otra cosa, él habló.
—Llévatela. —Su guardaespaldas acató aquella orden y fui tomada de mi brazo y llevada a lo que supongo era la celda.
Di el último vistazo al rey; en su mirada se veía ¿tristeza?Seguí mi camino; esa pequeña charla había dejado en mí más duda.
El acaso me conocía, porque sus ojos tenían ese brillo fugaz que estaba escondiendo.
Muchas cosas atormentaban mi cabeza; sin darme cuenta, ya habíamos llegado a la celda.
Una voz captó mi atención.
—Olvídalo.
Aquel espectro había dicho esa simple palabra que me habían dejado aún más confundida de lo que ya estaba.
Estaba encerrada en la celda; me encontraba en una esquina sentada, sola.
Mis pensamientos inundaban mi mente: las preguntas, las dudas, todo.
Me sentía como si fuera una bomba de tiempo.
No noté siquiera la presencia de Ryan; él se sentó a mi lado.
- ¿Te encuentras bien?
Lo ignoré.
—Cailin, ¿está bien? —seguía insistiendo.
—Sí —respondí de manera cortante; no quería hablar y menos con él.
—¿Por qué siento que está enojada conmigo? ¿Hice algo mal?
Volví a ignorarlo.
—Cailin es en serio, te estoy hablando, contesta.
—Déjame en paz, maldito mentiroso. —Dije con algo de rabia; él abrió sus ojos sorprendidos.
Silencio.
—¿Por qué soy un mentiroso? —dijo y yo solo vire los ojos; ahora se hacía el inocente.
—Te haces el inocente y eres un mentiroso. Sabías acerca de este lugar, los monstruos, criaturas, hasta del rey sabías y me mentiste haciéndome creer que no sabías nada y que lo poco que sabías te lo había dicho aquel anciano. - Solté y él solo suspiró.
—No te mentí, es en serio cuando te digo que es mi primera vez aquí. Conocí un poco de este lugar gracias a un libro que me regaló mi abuela; lo leí de niño, pensé que solo era un cuento de fantasía y resultó que era real, por eso no me sorprendí.
—Espera, espera, ¿cómo que un libro? ¿Acaso lo que dijo el rey era cierto y el árbol existía desde hace muchos años? - Su respuesta había hecho aún más caos en mi cabeza; aquella historia era cierta, pero, ¿por qué resultaba tan raro de asimilar?
Tenía dudas.
Muchas dudas.
¿Ryan decía la verdad?
¿Podría ser que el rey era Thelyo?
¿Por qué él parecía conocerme?
Dudas y preguntas inundaban mi mente; sentía que no obtendría respuestas.La curiosidad aumentaba, la intriga me agobiaba.
¿Llegaría a cada respuesta?
Soy Cailin Bronwen, tenía 17 años cuando me sumergí en aquel bosque de Croumind; no sabría si encontraría la salida, cada vez estaba más confundida.¿La perdición llegaría? ¿O ya estaba en ella?