Horas habían pasado o eso quería creer.
No saber el día o las horas me ponía algo ansiosa.
Mis pensamientos eran miles de torbellinos; una gran tormenta se acercaba, se nublaba mi vida, se oscurecía mi esperanza.
No sabía qué me esperaba, quería volver con mis padres, abrazarlos, quería visitar a Kony, sentarnos en el parque en el bonito césped y contarle sobre mi vida o cómo la viuda se besaba con el vecino, todo eso.
Lágrimas cayeron; me sentía perdida, como si no supiera nada de mí misma. ¿Quién era? ¿Era real? ¿Soy producto de una historia? ¿Acaso existo realmente en alguna parte? Muchas más preguntas me invadían, además de aquellas dudas que aprisionaban mis pensamientos.
Saber que tal vez la historia que contó el rey Khaos podía ser real me asustaba.
Seres poderosos existían y yo que pensaba que vivía feliz y que el único lugar con vida y humanos pensantes era la tierra.
Habían pasado minutos, había dejado de llorar, decidí animarme, yo podía, sí, Cailin Bronwen podía.
Solté mi cabello, acomodé algunos mechones y volví a hacer la coleta alta.
Mi ropa estaba algo sucia, pero era usable, mis converse estaban bien, así que todo estaba bien con mi apariencia.
Un sonido se escuchó.
Pasos.
La puerta de la celda se abrió, entró el espectro con una bandeja; en ella había frutas algo raras, pero que tenían un aspecto comestible.
Dejó la bandeja y se fue de un portazo de la celda.Todos nos acercamos a las frutas; muchos dudaban de si tomarlas o no. Yo, algo impaciente, tomé dos frutas que tenían un aspecto de manzana, aunque su color era morado.
Les di un bocado; sabía delicioso.
Siendo sincera, sí tenía hambre; la terminé en pocos segundos y la otra la guarde en mi bolsillo.
Los demás me observaron y acto seguido tomaron las frutas y empezaron a comer; Ryan fue el único que no tomó alguna fruta.
Tomé una de la bandeja y me acerqué a Ryan; le debía una disculpa.
—Toma, están ricas —le ofrecí; él me observó y la tomó, le dio un pequeño mordisco.
—Lo siento, sé que fue malo de mi parte desconfiar de ti, ya que has sido bueno y agradable conmigo.
Silencio.
—Perdón —fue lo último que dije y me alejé de él; volví a mi rincón.
Él no intentó siquiera hablar conmigo.Me recosté en el suelo y suspiré.
Otra vez mi mente se llenaba de pensamientos de duda; decidí ignorarlos y cerré mis ojos.
Estaba en un lugar oscuro, sentía como mis pies tocaban algo frío; estaba descalza.
Observé a lo lejos una luz, era algo opaca, pero que entre tanta oscuridad resaltaba.
Caminé hacia la luz, era como si algo me llamara.
Comencé a correr; cada paso que daba hacía que la luz se alejara más de mí, hasta que no logré alcanzarla y quedé sumida en la oscuridad.
Varios minutos pasaron y escuché una voz.
-Cailin.
-Cailin.
Era una voz que no conocía; quise responder, pero mi voz no salía.
-Tienes que salir.
-Sal.
-Huye.
-Escapa.
-Antes que sea tarde.
-Él te b..., h...
No logré escuchar lo último cuando desperté.
Me sentía extraña, no sabía qué había sido eso.
Un fuerte dolor de cabeza me golpeó.
Me senté en aquel rincón, escuché algunas voces que hablaban entre ellas.
—Ella puede ser peligrosa.
—No, no lo creo, tal vez sea nuestra salvación.
—Ella lo enfrentó, hasta él la llamó; ella debe ser la clave.
Acaso los demás hablaban sobre mí y dudaban; solo soy una chica normal que, por curiosa, terminó allí, no era peligrosa.
El dolor de cabeza se hizo más fuerte; solté un quejido.
Vi que alguien se acercó a mi lado; era una chica.
—¿Estás bien? — preguntó.
—Sí —susurré.
—Tranquila, no soy mala y sé que tú tampoco lo eres. Mi nombre es Julie.
—Lindo nombre, yo soy Cailin —dije.
—¿Podemos ser amigas? — preguntó ella.
Yo asentí; de todas maneras no sabía cuándo moriría, tener una amiga no sería tan malo.
—Sabes, parece que le agradaste al rey —decía—. Cuando te vio, su mirada transmitía algo, como ¿cariño? Mejor no me prestes atención, solo fue mi imaginación.
—Tranquila, yo también pienso que algo había en su mirada, aunque de que le agrade, no lo creo; su plan es matarnos para su propia diversión —le dije.
—Cierto, pues no sé qué pasará después; ojalá sobrevivamos.
—Ojalá que sí —solo dije eso.
Un sonido otra vez se escuchó.
Varios pasos.
La puerta se abrió revelando a los humanos fake; eran 4 de ellos.
—De pie, la segunda ronda va a empezar.
¿Segunda ronda?
Todos nos pusimos de pie y fuimos escoltados hacia la salida de la celda; Ryan iba delante de la fila, yo estaba casi de última.
Julie estaba en el medio, hablando con otras personas; noté que les dio una sonrisa y tuve un mal presentimiento.
Solo tal vez eran los nervios.
Caminamos por aquellos pasillos y varios minutos después lo vi.
Sentado en su trono, con su rostro serio, mientras tomaba aquel líquido rojo.
Cuando notó que estábamos llegando cerca de él, sonrió.
Sí, esa maldita sonrisa la cual odiaba.
Después de esos sucesos, supe que jamás debía volver a confiar tan fácilmente en alguien.
Fue mi primer error.
El cual quedó marcado en mi corazón.
Soy Cailin Bronwen y, después de aquel suceso, odiaba este espantoso lugar.Creo que morir sería lo mejor.