~KHAOS~
Me sentía algo inquieto; después de salir de la celda y de conversar con esa chica, me he sentido de manera extraña, como si algo no anduviera bien.
Mi mente era un lío y hace tiempo que no me sucedía esto. Quise calmar mi mente haciendo que los nuevos bichos (humanos) pasaran la prueba de valentía y luego ver cómo los demás morían de manera dolorosa, pero eso no me ayudó en nada.
Sentía enojo e inquietud; el sentimiento no me gustaba nada.
Fui a mi habitación; Oriel se quedó en la puerta vigilando. Me tiré en mi cama; tal vez dormir relajaría mi estrés. Al parecer funcionó, ya que mi mente logró calmarse, pero ahora mi corazón era el que latía de manera descontrolada.
Mi habitación tenía un olor, el cual sabía perfectamente de quién era, de ojitos verdes. Me hundí en la almohada de mi cama, era tan suave y relajante, olía como a menta, su aroma hizo que me relajara; mi enojo se había ido y la inquietud se había calmado.
Aw, ojitos verdes es como mi perdición. Eso suena algo malo, ya que esta simple humana está haciendo de mí una terrible telaraña de emociones, pero no me importa quedarme enredado en ella; siento una fuerte atracción hacia ella, como si la conociera de mucho antes.
Al principio, cuando nuestros ojos conectaron, pensé que era simple casualidad, pero a medida que íbamos conectando más y más, ese sentimiento de familiaridad pareció tener sentido, aunque no tenía claro de dónde la conozco o si solo me es parecida a alguien, mejor dicho, a ella.
Decidí alejar ese pensamiento de mi mente; lo mejor era no traer recuerdos del pasado y menos de uno muy lejano.
Di un gran suspiro y seguí metiendo mi cabeza en la almohada; se sentía bien.
A quien engaño, la necesito; quiero poder abrazarla y hundirme en su cuello, tocar los ricitos de su cabello, verla sonreír, algo que no he podido ver.
Desde que llego a este lugar he notado que aquel brillo en ella y sus ojos se ha ido apagando; no me agradaba eso, porque eso significaba que la influencia del bosque estaba haciendo efecto y eso era algo negativo y terminaría en desastre o peor.
Me levanté de mi cama y salí de mi habitación. Mientras caminaba por el pasillo, pude observar el eclipse; estaba en su punto máximo. La preocupación otra vez me invadió; quería que Ojitos Verdes estuviera a salvo.
Ella debía de estar a salvo.
Me quedé de pie mirando el eclipse.
Era algo extraño; por primera vez en mucho tiempo el eclipse había tomado tanta fuerza, era como si estuviera tratando de buscar o despertar algo.
Observe con detenimiento y un gran destello azul salió de la nada y golpeó contra el cielo. En pocos segundos, el eclipse empezó a disolverse.
No debería haber sucedido eso.
Y de dónde había salido ese destello azul.
Ahora dudaba de las intenciones del bosque; estaba más que claro que algo buscaba y de una manera desesperada.
Seguí mi camino hacia el jardín donde hace minutos estaba sucediendo el eclipse y miles de monstruos estarían, pero Oriel me detuvo.
—Mi rey, los monstruos del consejo piden una reunión de improviso, quieren saber sobre el eclipse.
Fruncí mi ceño, esos estúpidos.
Otro asunto que tendría que atender.
Detuve mis pasos y me di media vuelta. Iría a atender la reunión antes de que ellos se volvieran un verdadero dolor de cabeza.
Pero antes le di una orden a Oriel.
—Oriel, ve al jardín, observa, analiza la situación, busca a los sobrevivientes y ante todo búscala a ella.
Observe a Oriel; tenía su rostro levemente confundido.
—Mi rey, ¿no cree que le está dando mucha importancia a esa chica?
—No, solo me preocupo por los sobrevivientes. —Le contesté.
Él replicó.
—Señor, usted sabe que se está preocupando de más por esa chica; sabe que solo es una simple humana y que a lo peor ya haya muerto en el eclipse.
Sentí como mis vellos se erizaban ante el pensamiento de que ella está muerta. Una ira recorrió mi cuerpo, invoqué una llama y tomé por el cuello a Oriel.
—¡NO TIENES PERMITIDO HABLAR DE OJITOS VERDES DE ESA MANERA Y MUCHO MENOS PENSAR EN QUE HAYA MUERTO!
Le grité con furia; era un inepto.
La llama empezó a quemar su cuello y, si quería, podía matarlo.
Pero no podía, ya que, ¿en dónde encontraría un sirviente tan leal y bueno como él?
De todas maneras, eso le dejaría una marca por varias semanas.
Se lo merecía.
Cómo se atrevía a hablar de ella de ese modo.
—Perdone mi imprudencia y desliz, mi rey.
Él hizo una reverencia y solamente lo ignoré.
Caminé hacia la sala de reuniones; creo que no sería mala idea romper y quemar algunos huesos.
De todos modos, seguía enojado, además de que la sola idea de ojitos verdes muerta me dejaba un mal sabor de boca.
Ella debía de estar con vida.
No importa lo que pase, tiene que sobrevivir.
Ahora su vida me pertenecía.
Un calor inundaba mi corazón, un anhelo exasperante, una emoción impactante y un deseo inolvidable.
Esos ojos los había visto, los recordaba.
Tendría que descubrir el origen de ella, y por qué sentía esta emoción tan intensa, que nublaba mi mente y me hacía caer en un gran vacío de mi propia perdición.
Un enigma por resolver y un corazón que descubrir, historia que recordar y un destino que entrelazar.