El bosque de la perdición.

~Preocupación~

~KHAOS~

Estoy harto, estos imbéciles me tienen colmada la paciencia, no hablan más que estupideces.

En la gran sala nos encontrábamos 6 personas: dos Grinffors, seres parecidos a los grifos, pero con aspecto varonil y algo salvaje; dos Colockers, que eran replicadores, podían transformarse en los animales y seres que observaran y al tocarlos robaban su apariencia y alma. Ahora mismo eran dos hombres altos y mostachudos, pero en sus ojos se notaba lo bestias que eran, falsos; y por último un Grayro, parecido a los ogros. Él se mantenía callado mientras los demás solo hacían preguntas estúpidamente ridículas.

—Mi rey, necesitamos saber la causa del gran eclipse. —Decía un Grinffords.

—Es cierto, mi rey, esto es un suceso increíble, además que puede traernos consecuencias. - Hablaba un Colockers.

—Mi rey, ¿qué pasa con el bosque? —preguntaba el Grayro.

-—¿Acaso el bosque busca algo?

Esa pregunta me hizo enfurecer; el bosque parecía buscar algo con mucha necesidad, como si algo lo atrajera. Había querido pasar la situación, pero era un momento serio, no podía ignorar la insistencia del bosque y el poderoso eclipse que minutos atrás estaba en pie.

Desde que vino el nuevo grupo hace dos semanas, el bosque pareció despertar y tomar poder como si necesitara algo; no podía seguir ignorando esta situación y menos con aquel destello azul que pareció romper el eclipse.

Tenía un lío en mi cabeza y las preguntas de estos estúpidos solo causaban un dolor de cabeza terrible.

—Señor, tiene que hablar con nosotros sobre esto.

—¿Será que usted nos oculta algo?

Esa pregunta causó que mi ira rebosara.

Me puse de pie y caminé de manera tranquila hacia aquel Grinfforsd.

La sala por fin quedó en silencio.

Mis pasos eran los únicos que se escuchaban.

Cuando llegue al frente de aquel sucio Grinfforsd, lo tome por el cuello y lo levante de la silla.

Llamas rojas empezaron a surgir entre mis manos.

—Maldito, ¿acaso te he dado el derecho o la confianza de dudar de mí? —continué— No soy tu amigo, ni tu hermano y mucho menos alguien inferior a ti.

El miedoso temblaba entre mis manos.

—¡SOY TU REY!

Las llamas se empezaron a esparcir más y más por su cuerpo, su mirada de terror y dolor aumentaba más y los quejidos se hicieron presentes, hasta que solo el polvo quedó.

—Que esto sea un pequeño recordatorio sobre quiénes son los inferiores aquí y que el poder lo tengo yo, ¿comprenden?

—Sí, rey. – Dijeron al unísono.

—Ahora largo.

Ellos, como si fuera una amenaza, salieron corriendo.

Qué patéticos.

Caminé hacia mi asiento y me recosté, sobando la sien; solo quisiera poder oler ese rico olor de menta y poder sentir que todo mi enojo y pensamientos desaparecen y una ola de tranquilidad me embarga. Quiero ver a ojitos verdes.

Cerré un poco mis ojos y me dejé sumergir en mis pensamientos.

Oscuro.

Vacío.

Una canción.

"Estrellas que brillando van, grises cual color, hermanos que poder tendrán, el amor los unirá; destellos de dolor no abran, nada saldrá mal, destinos que se unirán, en la calma ellos van".

De repente abrí mis ojos rápidamente.

¿Qué había sido eso?

Nunca había tenido recuerdos de mi vida; era como un baúl con llave y esa canción me parecía realmente familiar.

Sin esperarlo, Oriel entró a la sala algo agitado y nervioso; eso no significaba nada bueno.

—Habla.

—Mi señor... la chica se encuentra malherida.

Esas solas palabras me hicieron activar una alarma en mi mente y mi cuerpo reaccionar a correr y buscarla.

Me detuve frente a Oriel y lo tomé fuertemente.

—¿Dónde está?

—En su alcoba, mi señor.

Sin esperar algo más, corrí hacia allí.

En mi mente solo se repetía una frase.

"Que no sea grave".

En pocos minutos llegué a mi alcoba, abrí la puerta y la pude ver.

Ella estaba allí, herida.

Me acerqué con pasos suaves a la cama, observé rápidamente su condición, su respiración era lenta, pero ella se encontraba viva.

Su bienestar era mi prioridad.

Tomé una de sus manos y la besé; su cuerpo empezó a iluminarse de un destello rojo. Eso sanaría sus heridas.

Observe detalladamente su ropa; estaba hecha jirones y rasgada, parecía como si ella hubiera luchado contra mil Golgioks.

Me alegraba que estuviera viva; era una chica valiente.

Solté su mano y busqué una silla para sentarme a su lado.

Volví a tomar su mano; esperaría a que despertara.

Cerré mis ojos y su olor a menta me embriagó y la tranquilidad y paz me abrazó.

Estar con ella me hacía sentir bien.

Solo quería que este momento durara para siempre.



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En el texto hay: romance, aventura accion, enemiestolovers

Editado: 30.12.2025

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