~CAILIN~
Hace poco había salido del baño, me había encontrado con una muda de ropa en la cama; era un short de jean con un suéter de manguillas color negro. Me los puse y, arriba del suéter, mi buzo tejido; ese buzo todavía tenía algo de olor de mi hogar y me daba esperanza. Sabía que lograría salir de este infierno, costara lo que costara.
Me senté en la cama a peinarme mi cabello, hice una coleta alta y lo dejé ser; no tenía ganas de peinarme mejor y, en la situación que me encontraba, terminaba más espelucada que arreglada.
Me recosté en la cama y me hice un ovillo con mi cuerpo; mi mente cada vez era un hilo difícil de desenredar; pensamientos venían e iban, recuerdos que me atormentaban e imágenes que no conocía aparecían en mi cabeza.
Cerré mis ojos; trataría de descansar un rato. Habían sido días difíciles y necesitaba descansar y despejar mi mente de todo el caos.
"Sabes cuánto te amo, ojitos verdes, eres mi llamita en medio de tanta oscuridad".
Esas palabras me hicieron sobresaltar y levantarme de golpe. ¿Qué había sido eso, un recuerdo, una señal o ya estaba entrando a la esquizofrenia?
Esa voz se parecía a la del rey; sin darme cuenta, otra persona estaba en la habitación.
—Despertaste y veo que ya estás cambiada.
Esa voz
Esa maldita voz la reconocía.
Era él.
—Pensaba que estarías haciendo otras cosas, como asuntos reales o control de monstruos; no creí que fueras de los que molestan a sus prisioneros. —Le respondí con un tono enojado, acaso no se cansaba de hacer mi vida más miserable de lo que ya es.
—Vaya, así que ojitos verdes ya tiene el valor de hablarme como quiera, es buena señal, se nota que estamos entrando en confianza.
—Confianza, un bledo; preferiría que te largaras tú y esa horrible sonrisa que me atormenta.
Le contesté; en su rostro reinó la seriedad; creo que sí lo había hecho enojar.
Una parte de mí entró en pánico al ver cómo se acercaba a paso serio hacia mí, pero mi otra parte quería seguir firme sin doblegarse a su imponente presencia.
Antes de que pudiera parpadear, ya estaba al frente de mí. Tragué en seco.
Esto no me estaba gustando.
Alcé mi vista y conecté con sus ojos; por un momento pude sentir algo, algo extraño y persuasivo en su mirada, pero bajé mi mirada; no era bueno seguir mirándolo.
Sin aviso, su mano tomó mi barbilla y alzó mi cabeza; volví a observar su rostro y la estúpida sonrisa de él adornó su rostro.
Maldito, cada vez más me ponía nerviosa, quería huir, mi corazón latía a mil por hora.
Esto es malo. Muy malo.
—Ojitos verdes, ¿Quién te viera?, toda sonrojada y nerviosa por mi sola presencia, ¿tan atractivo e irreal te parezco?
—No... no... es así.
—¿Por qué tan nerviosa, ojitos verdes? ¿Qué pasó con la valentía de hace un momento?
Lo odioooo, ya suéltame y déjame en paz.
Sentía cómo mis mejillas se sonrojaban cada vez más; ahora debía parecer un tomate, qué vergüenza.
—Sabes, ojitos verdes, te ves muy linda sonrojada, casi como un tomate.— Pude escuchar cómo finalizaba con una risilla.
Me las vas a pagar.
—No estoy nerviosa, es solo que aquí hace calor.
—¿Calor? —cuestionó él.
—Si.
—Haré como que te creo, pero sabes, ojitos verdes, no sientes como una conexión; cada que te veo, tus ojos me recuerdan a algo, algo importante que estoy dispuesto a averiguar.
Apenas termino de decir eso, aquella voz de hace poco y esas palabras resonaron en mi mente.
Alejó su mano de manera brusca y lo empujó.
Una ira me invadió.
—¿Acaso eres estúpido? ¿Crees que yo tendría algo que ver contigo? Ni en esta ni en otra vida tú y yo estaríamos juntos, te odio. —Esas palabras salieron de lo más profundo de mi ser; lo odio por el infierno que me ha hecho pasar.
Su rostro sin expresión, segundos en silencio, hasta que se dio una vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta y salió en silencio.
No sé cómo tomar su actitud; igual no importa.
Me senté de nuevo en la cama, varios minutos de silencio, hasta que horribles estallidos empezaron a resonar y un gran bullicio se escuchaba afuera.
Rápidamente quise salir de la habitación, pero la puerta estaba con seguro; me había dejado encerrada.
Los estallidos se escucharon más y más, hasta que, de un momento a otro, todo quedó en un silencio y un escalofrío recorrió mi cuerpo; pude sentir una respiración en mi nuca y una imponente voz que me dijo. "Darcelle esta vez no escaparas"
La sangre en mi cuerpo se congeló y algo dentro de mí se removió; mi corazón latiendo al mil, tenía miedo.
Miedo de lo que vendría para mí.
Oscuro camino, divagas sin luz.
Un débil destino que fuerte se hará.
Una voz que reclama un pasado desconocido.
Una historia a través de aquella sombría y oscura luna.