Tras lo ocurrido con el peligroso Troll, Amy fue hacia la casa de Sanaél en compañía de ella y Troy, el Guerrero Legendario, a quien conoció tras ser salvada por él y de quién tuvo una impresión inicial algo desagradable (discutieron al primer contacto).
La casa de la bruja era en realidad una especie de cabaña derruida, atravesada por un milenario árbol, por medio del cual dejaba escapar humo desde uno de los conductos de aquella extraña casa.
— Bien, aquí es donde vivo —Decía Sanaél—. Aquél árbol que atraviesa mi casa existe desde que surgió este bosque. Me ha protegido desde que nací y desde entonces ha sido mi escudo contra las atrocidades que posee este lugar.
Al llegar al hogar de Sanaél, Amy y Troy se sorprendieron por la elegancia de su interior. Tenía muebles lujosos, animales disecados y al centro, como es característico en una bruja, un caldero negro, donde creaba sus pócimas.
— ¡Es increíble! —Exclamó Amy asombrada—. Nunca pensé que viviera tan cómodamente.
— Bueno querida, una bruja debe tener sus comodidades también.
— Se ve que te gustan mucho los lujos, a mí me encantaría poder tener esto algún día —Decía Troy.
— ¿Crees que con eso vas a ser feliz? —Le preguntó irónicamente Amy al joven guerrero.
— ¿A qué te refieres con eso niña?
— ¡No me llames niña! ¡Ya soy una mujer, niño!
— ¡Pues tú no me llames niño, que tampoco lo soy!
— Vaya, veo que ustedes dos se pelean constantemente, eso significa que se quieren mucho —Intervino Sanaél.
En eso tanto Amy como Troy se pusieron colorados por los dichos de la bruja, separando distancias, poniendo cara de enojados.
Sin embargo, a medida que transcurrían los minutos, el joven guerrero legendario comenzaba a dar señales de calma y se puso servicial tanto con la bruja Sanaél como con Amy, aunque esta última seguía tratándolo indiferente (por obvias razones).
Pero a pesar de ello Amy tenía curiosidad por saber algo acerca de Troy y le preguntó a Sanaél sobre su origen, cuando lo conoció y algunas cosas acerca de su vida.
— Bueno querida, si me preguntas por eso, es porque te interesa.
— ¡No es eso, es solo que...! —Exclamaba sonrojada Amy.
— A mí no me engañas querida. Te gusta. —Decía Sanaél.
— No lo sé, es solo que es tan creído y arrogante que ni siquiera es capaz de entablar una conversación.
— Sabes querida... Troy siempre ha sido orgulloso de sí mismo, tiene un carácter tan fuerte que no deja que nadie lo avasalle, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que él era igual que tú, inocente, humilde y hasta incluso más servicial de lo que es ahora. Lo conocí bajo circunstancias muy particulares.
— ¿Cómo fue que lo conoció? —Preguntó Amy.
— Bueno, lo conocí cuando recién comenzó a entrenarse como guerrero. Apenas tenía 12 años y era un simple escudero. A diferencia de otros que al ver a una bruja salían corriendo como gallinas, él se acercó y me preguntó simplemente si era una bruja poderosa y le contesté que sí, y desde ese instante le caí bien. —Contaba Sanaél.
— ¿En serio? —Preguntó la joven sorprendida—. ¿Y ni siquiera manifestó un ápice de miedo?
—No, para nada. Siempre fue un chico muy valiente y no se asustaba con nada. Desde entonces hemos sido muy buenos amigos. —Respondió Sanaél.
— Vaya, no sabía que Troy fuera tan cercano.
— Bueno, después de un tiempo conocí su lado arrogante y creído como dices, cuando ya se convirtió en guerrero, puesto que su meta era llegar a ser el mejor de toda la historia. Verás, él siempre ha sido muy seguro de sí mismo y nunca ha permitido que nadie lo avasalle, ni siquiera un "sin alma".
— “Ya entiendo, por eso se comportó así cuando supo que yo era una "sin alma". —Pensó Amy tras comprender la verdad.
— Y no solo por eso —Decía Sanaél—. Hace muchos años, los padres de Troy fueron asesinados por un grupo de "sin alma" que entraron al bosque a causar desmanes y provocar dolor y sufrimiento entre los habitantes. Desde ese día Troy odia a los de tu mundo, y es porque carga con un dolor muy grande en su corazón.
Después de escuchar toda la historia de su pasado, Amy se sintió muy mal consigo misma por como trató a Troy, y es que su natural egoísmo como persona no le permitió comprender como se sentía realmente el joven guerrero y las razones de su rabia contra "los sin alma", hasta ahora por los relatos contados por Sanaél.
Luego de eso, Amy pasó la noche en casa de la bruja. Aunque trataba de conciliar el sueño, no podía dormir. Tenía una extraña sensación de congoja, como si estuviera preocupada por Troy, por lo que salió afuera a buscarlo.
Hacía mucho frío en el bosque y producto de ello Amy estornudó, parecía que se iba a resfriar, cuando llega Troy, quien la observó salir de la casa de Sanaél.
— ¿Qué estás haciendo aquí tan tarde? Deberías estar adentro o si no, te vas a resfriar.
— Bueno, es que yo... —Decía Amy algo nerviosa—. Yo solo... quería saber cómo estabas.
— Pues yo estoy bien, creo. ¿A qué viene esa pregunta?
— Bueno, es que... la verdad, no he me portado muy bien contigo. Venía a disculparme… —Respondió la joven.
— ¡No es necesario, soy yo quién debería disculparse! —Exclamó de pronto Troy—. Siempre me comporto así, es que soy muy orgulloso y no me gusta mostrarme tan comprensivo para no mostrar debilidad ante nadie.
— Pero si lo eres Troy, no deberías sentirte avergonzado de ello. —Decía tiernamente Amy.
— Bueno sí, la verdad es que no suelo mostrar esa faceta de mí, así que...