El Bosque de las Almas Perdidas

Travis el Ladrón (Capítulo 4)

Al día siguiente y tras un breve descanso, Amy y Troy comenzaron el viaje por el Bosque de las Almas Perdidas. Aún la joven creía que solo los dominios de la bruja Sanaél constituían la totalidad del enigmático bosque, sin embargo, eso era solo una parte de él, ya que otros dominios se extendían a su largo y ancho. El objetivo era precisamente descubrir sus enigmáticos misterios y secretos, configurando lo que sería un viaje del alma, al corazón de lo más denso, profundo y oscuro del espíritu del bosque.

 

— Los dominios de este bosque son absolutos e infinitos, son muy pocos los que se han tomado la molestia de recorrer todo el bosque y quienes lo han intentado cayeron presa de la locura, la codicia y la maldad. Deben ser fuertes, confiar el uno en el otro ahora que ya están unidos. Los misterios de este bosque deben ser revelados para que así tengamos una mínima esperanza de sobrevivir a los tiempos oscuros que se avecinan. —Eran las palabras de la bruja Sanaél al momento de despedir a ambos jóvenes.

Pero lo que más intrigaba a Amy no eran solo los misterios del bosque, sino también el porqué de su venida aquí y cuál era su propósito al venir a este enigmático lugar. Troy, su nuevo compañero y a quién Sanaél le confió el cuidado de Amy, también tenía deseos de saber lo mismo, más las razones de la muerte de sus padres y quién había sido el responsable de su deceso. Sin embargo, tenía una responsabilidad muy grande ahora, que era proteger a Amy de los peligros que acechan el bosque, como fue el caso anterior con el horrible Troll.

Luego de mucho caminar, salieron de los dominios de Sanaél y llegaron a la parte más oscura del bosque, donde las almas y los árboles se unían en una suerte de coro gregoriano de las sombras, que hacía erizar los pelos de ambos jóvenes.

 

— ¡Troy, tengo miedo! —Exclamaba Amy—. Esos árboles y almas no dejan de corear sonidos de muerte y desesperanza.

— Sí, ya me di cuenta —Decía Troy—. He venido antes aquí. Los árboles de este lado del bosque acostumbran cantar junto con las almas que los circundan a aquellos quienes temen a la muerte. Pero no te preocupes, no te harán daño.

— Vaya, se ve que conoces muy bien el bosque y sus secretos.

— No es para tanto Amy, solo observo los lugares donde he estado antes, pero no conozco todo el bosque.

— ¿En serio? —Le preguntó Amy curiosa—. Y eso que has recorrido muchos lugares de él para convertirte en guerrero.

— Bueno, la verdad es que ningún ser de este bosque lo conoce totalmente. Tendríamos que ser almas errantes o dioses para poder entender su misterio. Pero somos seres mortales, así que habrá que conformarse con eso.

— ¡Cierto, tienes razón!

Y a medida que ambos intercambiaban palabras, su amistad se fortalecía considerablemente, como si aquellos primeros instantes de tensión incómoda por parte de los dos se hubieran disipado, para pasar a un momento de absoluta confianza y relajo.

Luego de recorrer extensiones de árboles coreando cánticos lúgubres, por fin llegó el silencio al bosque. Las hadas comenzaron a salir de los mismos árboles para iluminar los senderos y mantener tranquilos a los dos jóvenes viajeros. Claro que Amy era un poco asustadiza, pero intentaba hacerse la valiente, mientras que Troy caminaba seguro, con la frente en alto y llevando a su fiel corcel por las riendas.

Llegaron hasta un enorme árbol milenario, que tenía un espacio grande en su enorme tallo, por lo que Amy y Troy decidieron pasar la noche dentro de la improvisada cueva dentro del árbol.

Mientras conciliaban el sueño ambos, una sombra misteriosa se asomó cerca del lugar donde descansaban los dos jóvenes. Esta, en forma silenciosa, comenzó a acercarse directamente hacia donde estaban Amy y Troy, pero en vez de mirarlos a ellos, en medio de la oscuridad total, fijó su mirada en las pertenencias de ambos. Claramente se trataba de un supuesto ladrón que vagaba por la oscuridad de la noche en el bosque y que aprovechando el sueño profundo, se apropiaba de las pertenencias de sus supuestas víctimas.

 

— “Con esto podré hacer una fortuna." —Pensaba risueño el ladrón.

Y así el susodicho se apropió con astucia de la espada de Troy y de algunos objetos de valor de Amy (un brazalete y un espejo de mano), yéndose a hurtadillas del lugar.

Sin embargo, el caballo de Troy se percató de lo ocurrido y comenzó a relinchar, asustando al ladrón, quién se sorprendió por la reacción del animal.

Inmediatamente Troy despertó y vio al ladrón, lo mismo que Amy quién también despertó y el ladrón, viéndose acorralado, comenzó a correr como desenfrenado por el bosque.

 

— ¡Oye tú! ¡Regresa aquí con nuestras cosas!

Y de inmediato tomó el caballo y a Amy y ambos galoparon persiguiendo al ladrón por todo el bosque, hasta que el muy tonto tropezó con una raíz de árbol y cayó de bruces contra el suelo.

Amy y Troy se bajaron del caballo y confrontaron al malogrado ladrón.

 

— ¡Devuélvenos nuestras cosas ahora!

— ¡Sí, quién te crees que eres para robarnos!



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En el texto hay: espiritus, brujas, hadas

Editado: 12.11.2020

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