El Bosque de las Almas Perdidas

Diana, la Reina Hada Oscura (Capítulo 7)

Mientras los Tres Guardianes de Sombras enfrentaban a Troy, Travis y Lilian en el corazón del Bosque Congelado, Amy estaba persiguiendo a aquella misteriosa mujer de cabellos negros por los alrededores de este.

Presumiendo que sus intenciones no eran las más amistosas, Amy sabía del peligro que se enfrentaría tras desafiar a aquella mujer. Además, ella la miró fijamente desde que se encontraron junto a la bestia de hielo (que de por sí había desaparecido misteriosamente), cosa que la perturbó considerablemente.

Por esa razón es que Amy decidió dejar atrás a sus amigos y seguir a aquella, con el fin de descubrir su verdadera identidad.

En medio del camino y en forma súbita, la bestia de hielo apareció frente a Amy. Con brutal violencia intentó matarla con poderosas estacas hechas de hielo sólido, pero la joven logró esquivarlas con mucha facilidad. Mientras la joven luchaba contra el monstruo congelado, la misteriosa mujer de cabellos negros observaba fijamente como su rival salía de apuros.

Amy no podía zafarse de la bestia y parecía que su desesperación comenzaba a surtir efectos. Sin embargo, divisó a lo lejos una flor de color rojo que estaba cerca de un árbol congelado. Con gran astucia, la joven esquivó la mano de la bestia de hielo y corrió hacia donde estaba aquella flor, la cogió y la extendió directamente hacia donde estaba la bestia. En forma sorpresiva, la flor roja liberó de sus pistilos una lanza del mismo color, que cayó al suelo. Amy la recogió y de inmediato atacó los pies de la bestia, derritiéndolos al instante.

Al parecer, la lanza roja era en realidad un arma hecha de fuego, con el suficiente poder para derribar a la enorme bestia congelada, que yacía de dolor producto del mortal ataque caliente, a lo que comenzó a absorber más hielo del bosque para reconstruir sus pies derretidos.

Pero Amy se dio cuenta de ello y mientras la criatura se reponía con los hielos, la joven saltó hacia la cabeza de la bestia y enterró la lanza de fuego en su frente, a lo que la bestia trató de sobreponerse, tomando a Amy y lanzándola lejos contra un árbol.

Sin embargo, la lanza de fuego comenzó a hacer su efecto dentro de la bestia y en cosa de segundos, la criatura se derritió, muriendo instantáneamente.

Cuando Amy recuperó el conocimiento, vio solo agua fría en los alrededores de los árboles nevados. La bestia había sido eliminada, pero el arma desapareció junto con ella, al parecer, tenía uso limitado.

Luego de ello, apareció enfrente de la joven la mujer de cabellos negros, quién había presenciado su gran hazaña.

 

— Veo que tienes talento para vencer a las criaturas del bosque —Decía con ironía la mujer—. Sanaél hizo muy bien al traerte aquí.

— ¿Cómo es que conoces a Sanaél? —Le preguntó Amy.

— La conozco desde hace mucho tiempo, fue ella quién potenció mis poderes mágicos, pero me aburrió su estúpida empatía y cariño por los hombres de este bosque, especialmente, por los "sin alma".

— ¡Espera...! —Exclamó Amy—. ¿Acaso sabes que no soy de por aquí?

— ¡Tonta! ¡Por supuesto que lo sé! ¿Crees que no me he dado cuenta de ello? —Exclamó e ironizó la mujer—. Tu olor a carne humana, desprovista de magia y poder y corrompida por esa asquerosa materialidad que los de tu raza llaman "Tecnología" se puede percibir a kilómetros de distancia. Pero no te preocupes, los de tu especie son solo unos insignificantes parásitos, sobre todo los hombres.

— ¿A qué te refieres con eso? —Preguntó Amy.

— ¡Eso es algo que no te incumbe! ¡Ahora me conocerás bien!

En ese instante aquella mujer se sacó la capucha que cubría su cara y se dio a conocer ante Amy. Si las palabras de esta mujer habían desconcertado a la joven, su cara descubierta la había dejado completamente anonadada. Tal fue su impresión que no tenía palabras ante lo que estaba viendo, aquella mujer se veía parecida, por no decir, casi idéntica a su persona, con la diferencia de su pelo negro encrespado, pero en lo demás, sus facciones eran idénticas a las de Amy, misma contextura, mismos ojos (aunque negros), mismas manos, era como ver casi un reflejo de ella misma frente a un espejo.

 

— ¡Imposible!

— ¿Sorprendida, verdad? —Decía la mujer—. También tuve esa sensación cuando te vi hace rato junto a mis guardianes, pero ya no importa, porque tu eres una "sin alma", en cambio yo... soy un hada.

— ¿Un hada?

— Así es, pero no cualquier hada... sino, un hada oscura. Mi nombre es Diana, y soy la reina hada oscura del bosque de las almas perdidas.

— ¿Y qué quieres de mí?

— ¿Que qué quiero de ti? Algo muy sencillo... ¡Tú poder de hada!

— ¡¿Mí qué?! —Se preguntó atónita Amy.

— ¿No me digas que no lo notaste idiota? —Ironizó con insultos Diana—. ¿Cómo crees tú que acabaste con la bestia de hielo? Con aquella lanza hecha de fuego, ¿Y cómo hiciste para utilizarla? Por medio de esa flor, que por cierto, extendiste de una manera bien particular. Ninguna mujer que sea "sin alma" podría haber activado su poder, lo cual me dice que tú, no eres precisamente una "sin alma".

— ¡Eso es ridículo! ¡Yo no tengo poderes de hada! ¡Soy solo una humana común y corriente! —Exclamaba incrédula Amy.



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En el texto hay: espiritus, brujas, hadas

Editado: 12.11.2020

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