Amy y Diana seguían luchando entre ellas, esta vez frente al portal de piedra, punto donde la valiente semi-hada puso su pie por primera vez en el Bosque de las Almas Pérdidas. En este mismo sitio, la “Batalla de las Almas” seguía su curso, pero esta vez en forma de un enfrentamiento físico entre las dos mujeres, la primera por la salvación del bosque y la segunda por su destrucción y la posterior invasión de esta última al mundo de los “sin alma”.
No obstante ello, Diana aún no se había enterado de la derrota de sus guardianes de sombras a manos de los amigos de Amy, quienes en este preciso instante se dirigían al lugar de la pelea, para apoyar a la semi-hada y detener juntos el maléfico plan de la reina hada oscura.
A medida que transcurría el combate, tanto Amy como Diana estaban exhaustas, heridas y sin poder mágico, pero a pesar de ello, la determinación en ambas aumentaba, ya que ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder la una frente a la otra.
— ¡Asquerosa hada de pacotilla! —Exclamaba Diana—. ¿Cómo es posible que tú, una energúmena que no tiene ninguna clase de poder mágico siquiera, sea capaz de superarme a mí, el hada más poderosa de todo este bosque? ¡No me importa si eres una sin alma o una pseudo-hada, jamás permitiré que una fracasada como tú me derrote!
— Diana, se ve que no entiendes —Decía Amy—. No peleo contra ti para medir fuerzas o demostrar que soy más fuerte, peleo para salvar este bosque, a mis amigos y a todos aquellos que habitan este lugar de aquellos que con su ambición y poder quieren destruirlo todo para satisfacer sus propios deseos y sueños.
— ¡Eres una estúpida! ¡Hablas igual que esas dos idiotas de Sanaél y Lilian!
— ¡No te atrevas a hablar mal de ambas Diana! ¡Ellas no te han hecho nada! —Exclamó enojada Amy.
— ¡¿Nada dices?! ¡Lo único que quería yo era ser la más poderosa hada de todo este bosque! ¡Yo tenía el potencial para hacerlo, los talentos, las habilidades, todo! ¡Pero esa vieja bruja siempre me limitaba, siempre quiso impedir que yo desarrollara todo mi poder! ¿Y para qué? ¡Para darle cabida a la infeliz de Lilian y sus patéticos hechizos de magia blanca!
Amy escuchaba las quejas de Diana y a pesar de lo enojada que estaba con ella por insultar a Lilian y a Sanaél, sentía un cierto dejo de lástima por la frustración que sentía su rival, lo que la ponía triste.
— ¡Tonta niña sin alma! ¡Tú no sabes lo que es sentirse sola y débil ante los peligros de este lugar!
— ¿Y acaso eso te da derecho a destruir todo y a todos? —Le increpó duramente Amy—. ¡Puedo entender cómo te sientes porque sé lo que es sentirse sola en el mundo, pero no por eso vas a devolver mal por mal a seres inocentes! ¡No es correcto!
Diana se sorprendió ante las palabras de Amy, pero a pesar de ello, su rabia la cegaba de escuchar lo que su rival quería decirle.
— ¡Ya es suficiente! ¡No tengo porque escucharte a ti, patética e insignificante “sin alma”! ¡Tú morirás aquí, obtendré tu poder y así acabaré con todo este bosque y con el mundo que se encuentra más allá de él! —Exclamaba rabiosa.
— ¡NO! —Reclamó Amy—. ¡No te atrevas!
— ¡Pues entonces… pelea, niñita!
Y así fue. Amy, enfurecida con la actitud de Diana de invadir su mundo, atacó a su rival, lo que fue aprovechado por la reina hada para repelerla y luego contraatacar con sus poderosos hechizos.
Parecía que ahora la balanza estaba a favor de Diana y en perjuicio de Amy, quién perdió absolutamente los estribos y atacaba con frenesí descontrolado a su rival, sin tener consciencia de que sus acciones, que habían sido favorables para ganar la pelea, ahora se volvían en su contra.
Finalmente Amy se encontraba completamente agotada, sin fuerzas y sin magia para detener a Diana, quién aparentemente mientras su rival la atacaba con absoluto descontrol, aprovechó la instancia para contraatacarla pero sin desgastarse, lo que le permitió recuperar toda la energía que había perdido al principio y prepararse para derrotarla.
— ¡Estás acabada Amy! ¡Sabía que no podrías vencerme! ¡Tarde o temprano te ibas a cansar, porque eres mitad “sin alma”! ¡En cambio yo, soy un hada completa, sin esencia alguna de tu asquerosa especie!
Y en ese intertanto, Diana comenzó a absorber los poderes de Amy, haciendo que esta se retuerza de dolor al sentir como sus energías son consumidas para beneficio de su rival, que se volvía más poderosa con cada retazo de poder mágico que le quitaba.
— ¡No… puedo… moverme! ¡Siento… que… se me van… las fuerzas! —Exclamaba Amy agonizante.
Pero cuando Diana estuvo a punto de consumir todos los poderes que le quedaban a Amy, una poderosa estela de magia blanca salió de la nada y golpeó a la reina hada oscura, salvando a Amy de perder la vida, a pesar de que estaba ya perdiendo el conocimiento producto de la absorción de poderes.
Diana se levantó segundos después del impacto, furiosa por el hechizo que la atacó.
— ¡QUIEN SE ATREVE A INTERRUMPIR MI CONJURO! —Gritó la reina hada oscura.