Después de descubrir el gigantesco árbol en el corazón del bosque, el grupo decidió acampar cerca para descansar y planificar su próximo movimiento. La noche caía rápidamente, y el susurro del viento entre las hojas creaba una sinfonía inquietante que mantenía a todos alerta.
Mientras armaban el campamento, Marcos encontró algo enterrado parcialmente entre las raíces de un árbol cercano. Era un libro antiguo, cubierto de musgo y polvo. Con cuidado, lo desenterró y lo llevó al campamento.
—Miren lo que he encontrado —dijo Marcos, mostrando el libro a los demás.
Víctor tomó el libro y lo abrió con cautela. Las páginas estaban amarillentas y frágiles, pero las palabras eran legibles. Era un diario, y parecía pertenecer a un antiguo indígena que había vivido en el pueblo de La Sombra hace muchos años.
—Esto podría ser la clave para entender cómo acabar con el poder del bosque —dijo Víctor, con la voz llena de esperanza.
El grupo se sentó alrededor del fuego y comenzó a leer el diario. Las primeras páginas describían la vida cotidiana del indígena y su profundo respeto por la naturaleza. Siempre habían considerado que el bosque tenía vida propia y una energía especial. Sin embargo, a medida que avanzaban, las entradas se volvieron más oscuras, narrando la intensificación de una fuerza malévola en el bosque.
—"El bosque ha cobrado vida de una manera que nunca habíamos visto antes. Las sombras se mueven con voluntad propia, y aquellos que se aventuran demasiado lejos no regresan" —leyó Elena en voz alta.
El diario continuaba describiendo los intentos del indígena y su comunidad para enfrentar el mal que habitaba en el bosque. Sin embargo, la parte más reveladora llegó cuando el indígena mencionó una forma de detener el poder maligno del bosque.
—"Solo destruyendo el árbol más grande, el corazón del bosque, podremos liberar las almas atrapadas y restaurar la paz en nuestra tierra" —leyó Víctor.
El grupo se quedó en silencio, asimilando la información. Sabían que habían encontrado la clave para detener las desapariciones y liberar a los habitantes atrapados en el sueño eterno del bosque.
—Debemos cortar ese árbol —dijo Carlos, con determinación en su voz.
—Pero no será fácil —respondió Ana—. El bosque no nos lo permitirá sin luchar.
Con el plan claro en sus mentes, el grupo se preparó para la batalla final. Sabían que tendrían que enfrentarse a los peligros del bosque y a las sombras que lo habitaban. Pero su determinación era inquebrantable, y estaban dispuestos a hacer cualquier sacrificio para salvar a su pueblo.
La noche se hizo más densa a medida que se acercaba el momento de actuar. Con el diario en mano y el coraje en sus corazones, el grupo se dirigió hacia el gigantesco árbol, listos para enfrentar la oscuridad y liberar las almas atrapadas.
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Editado: 14.04.2025