El Bosque de Los Colosos Sombrios

Enfrentando la Oscuridad

Victor sabía que no había vuelta atrás. Armado de valor, reunió en un bolso las herramientas necesarias para su misión: un hacha afilada, una cuerda resistente, una linterna de gran alcance y algunas provisiones esenciales. Con una última mirada al pueblo, se adentró en el bosque, decidido a acabar con el árbol gigante que albergaba el mal.

El bosque, traicionero y cambiante, parecía tener vida propia. Los caminos conocidos se desvanecían y nuevos senderos aparecían ante sus ojos, llevándolo cada vez más lejos de su objetivo. Las sombras se movían de manera inquietante entre los árboles, y el susurro del viento llevaba consigo voces que no pertenecían a este mundo.

A medida que avanzaba, Víctor comenzó a escuchar murmullos a su alrededor. Las voces parecían hablarle, susurrando secretos oscuros y promesas de poder. Intentó ignorarlas, concentrándose en su misión, pero las voces se volvieron más insistentes, retumbando en su mente.

—"Nunca lo lograrás, Víctor. El bosque es eterno, y tú solo eres un hombre." —decía una voz fría y distante.

—"Ellos ya están perdidos. Únete a nosotros, abraza la oscuridad." —añadió otra voz, esta vez más cercana y seductora.

Víctor sacudió la cabeza, tratando de despejar sus pensamientos. Sabía que el bosque intentaba quebrarlo, pero no podía permitirse flaquear. Sin embargo, las alucinaciones comenzaron a apoderarse de su visión. Vio figuras familiares caminando entre los árboles, sus rostros distorsionados por el dolor y el sufrimiento.

—"¡Elena!" —gritó, al ver la figura de su amiga en la distancia.

Corrió hacia ella, pero cuando llegó, la figura se desvaneció en una nube de niebla. Las sombras parecían burlarse de él, jugando con sus emociones y su cordura. Cada paso que daba era una lucha contra el miedo y la desesperación.

Después de casi una hora de búsqueda, Víctor finalmente llegó al árbol gigante. Su tamaño y forma eran imponentes, y las raíces se extendían como garras a través del suelo. Al acercarse, Víctor vio algo que le heló la sangre: entre las raíces había numerosos cadáveres, incluyendo los de las personas desaparecidas recientemente.

Los cuerpos estaban secos y marchitos, como si el árbol les hubiera succionado todo el líquido y la vida. Sus rostros estaban congelados en expresiones de terror eterno, y las sombras se movían alrededor de ellos, alimentándose de su energía residual.

Las sombras comenzaron a rodear a Víctor, susurrando promesas de poder y susurrando amenazas de destrucción. Sentía que el peso del bosque caía sobre él, intentando aplastarlo. Pero en medio de la desesperación, encontró una chispa de determinación.

Con un grito de rabia y valentía, Víctor levantó su hacha y comenzó a cortar las raíces del árbol. Cada golpe resonaba en el aire, como un tambor de guerra. Las sombras intentaron detenerlo, pero él continuó, cortando y desgarrando la madera oscura y retorcida.

A medida que destruía las raíces, el poder del árbol parecía menguar. La niebla que cubría el bosque comenzó a disiparse, y las sombras se retiraron lentamente, como si estuvieran perdiendo su fuerza. Finalmente, con un último golpe poderoso, Víctor logró cortar la raíz principal, la fuente del mal.

El árbol gigante se estremeció y empezó a desmoronarse. Las sombras se desvanecieron por completo, y la niebla desapareció, dejando el bosque en un silencio inquietante. Víctor, agotado pero victorioso, se dejó caer al suelo, respirando con dificultad.

Sabía que la batalla no había terminado, pero había dado un paso crucial para liberar a La Sombra del poder oscuro del bosque. Con renovada esperanza, se levantó y comenzó a regresar al pueblo, decidido a continuar la lucha hasta el final.




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