El Bosque de Los Espejos

Capítulo 2

Aranza

Sentí un suave viento pegando mi rostro con el frío apoderándose de mi cuerpo; siento algo caerse una y otra vez en mis brazos y manos de forma muy suave. Tenía los ojos cerrados por estar disfrutando el lugar de donde estoy, se sentía relajante y silencioso. Abro mis ojos lentamente y me sorprendí. Estaba en un bosque, pero no cualquier bosque, era un bosque de muchos cerezos con los pétalos de las flores rosadas volando con el viento hasta caerse en el suelo que tiene un sendero de piedras dirigiendo hacia un lugar desconocido y escucho el movimiento de las ramas de los árboles rosados causados por el viento.

Era de noche y la luna ilumina por todo el bosque con un tono rosado claro; observé la luna y ví que tiene un tono rosado claro. Me hace familiar la luna con ese tono rosado ¿De dónde la ví? Me fijo en el sendero y quiero saber a dónde se dirige y qué será ese lugar. Dí un solo paso y algo pasó.

La alarma de las 7 de la mañana sonó haciendo que me despierte y salga de ese sueño repetitivo. Casi siempre sueño ese bosque sin saber el por qué se repite. ¿Qué era ese bosque?¿Por qué se repite en mi mente? Además, solo es un sueño. No es real.

En las clases estaba leyendo mi libro mientras espero la profesora como siempre. Hecho vistazo a la ventana de afuera que todavía no ha amanecido de todo. Son las 8 y todavía no ha salido el sol por completo. Una vez, mi profesor de geografía, historia y ciudadanía me había dicho que eso sucede porque ocurre un fenómeno que sucede cada año que consiste que la tierra se aleja un poco de sol, lo que no amanece a la hora que debería ser y que daría frío dándole bienvenida a la gripe y resfriado. Bienvenido sea.

La puerta del salón abre y era la profesora entrando con su carpeta de colores y una taza llena de café. Ese olor impregnó por todo el salón en segundos y me llegó las ganas de beber café.

—Hola buenos días–dijo mientras ponía sus cosas en su escritorio.

—Buenos días–mis compañeros y yo lo dijimos en un solo sonido.

—¿Cómo amanecieron?–preguntó la profesora alegre y nadie respondió. Cambió de tema–hoy les tengo una noticia, muchachos.

—¿Hoy nos dará hora libre?–preguntó un compañero de manera burlona.

—¿Que hora libre, chico?–se queja por una pregunta ridícula–, apenas llevamos unos días de clases y ¿ya quieres estar en vacaciones? No sea payaso y mejor ponte la pila porque si no quieres hacer nada, ponte a llorar al valle por tus notas bajas.

Casi todos los compañeros empezaron a reírse Incluyéndome.

—Como les estaba diciendo–continuó la profesora–hoy les tengo una noticia...ya le pregunté al director y dijo que sí. Aceptó que saliéramos en unos días para ir al museo.¿Qué tal?

...

...

Otro silencio llegó. Los compañeros estaban muy emocionados por saber qué es y era un paseo al museo. No estaban interesados en esas cosas porque eran aburridas. La profesora suspiró de pena y dió inicio a la clase.

En el segundo receso, estaba sentada en mi mesa vacía desayunando mientras todos los alumnos están en la fila para comprar nuevas meriendas que empezaron a vender hoy. Así son mis días predecibles; llego a la escuela, veo clase, receso con mi mesa vacía, veo clase, receso con el mismo proceso y con el que sigue, veo clase, regreso a mi casa a dormir y despertarme para irme a la escuela y etcétera. Lo único que no es predecible es en mi casa donde tengo muchas cosas diferentes que hacer y hoy a ver muchos alumnos en la cantina es nuevo en la escuela, que lo cuál con el tiempo se volverá predecible también. Es muy aburrido con ese proceso. Yo nunca tuve amigos, soy las que no hablan mucho y se centran mucho en sus estudios que las amistades. Muchos en la escuela me conocen como nerd o rara, pero no me importa al menos que se metan conmigo y tendré que defenderme como lo hago con Lola.

Mis pensamientos fueron interrumpidos a escuchar a alguien quejándose. Busqué la persona que estaba quejando y lo miré que estaba frente del otro chico que estaba de espaldas de mí. No podía ver quién es, pero tiene el cabello rubio rizado con mechones rojos.

—Vamos amigo, una ronda más–dijo rogando–solo una y ya. Eso es todo.

—Pero si gané 9 veces seguidas, eso sería justo de que yo habría ganado desde el principio. Ya ríndente y acepta tu derrota–dijo el rubio bulón.

—Por favor, solo una. Una y ya¿Vale? No me rendiré hasta tener una ronda más ¿Bien, qué dices?

—Mmmmmmm, está bien. Pero con una condición–dijo desafiante–si gano de nuevo, me darás 10 dólares con el paquete de galletas que estamos peleando por ella ¿Vale?

—Oye ¿Y por qué 10 dólares?

—Un dólar por cada ronda que gané, y el el dólar restante es por esta ronda que ganaré.

—Bueno está bien. Estoy listo–respondió con ánimo y empezó su última ronda.

¿Estuvieron peleando por un pequeño paquete de 4 galletas?

Es tan tonto que solté una risita por ser tan infantil y gracioso al mismo tiempo. Continué viendo a los dos que empezaron su última ronda jugando Piedra, Papel y Tijera.

—Piedra, Papel y Tijera. Uno, dos, tres. ¡Ya!–dijeron al mismo tiempo y alzaron sus manos frente a ellos.

—¡No puede ser!–el que pidió la última ronda perdió.

—¡Sí! ¡Gané!¡Por décima vez!–el rubio dijo muy alegre pareciendo a un niño que ganó un premio–Ahora. Mis galletas, y mis 10 dólares, por favor.

El perdedor con su enorme suspiro le dió el paquete y los 10 dólares y se marchó. Fue muy cómico la situación que no pude dejar de reírme. Son cosas que no suceden todos los días, literalmente. Ya terminó el show y continué desayunando. Un rato después, fuí interrumpida por alguien que se acercó.

—Hola ¿Esta mesa está ocupada?–preguntó alegre.

Alcé mi mirada hacia esa persona para decirle que está ocupado, no suelo estar muy cómoda estando tan cerca de los compañeros por el tono de voz usan, e incluso estando muy cerca entre ellos, hablan demasiado alto. No estoy acostumbrada a eso. Alcé mi vista para responderle y ví que era el rubio que estaba de espaldas y no podía verlo hasta ahora.




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