El Bosque de los Néegar

Caminantes

Sarha estaba sentada en la cama, contemplando la pantalla de su celular. Eran aproximadamente las 11 de la mañana. Tenía la puerta cerrada con seguro.

Se dejó caer sobre el colchón y dejó que sus recuerdos fluyeran.
Recordaba perfectamente bien a su madre. Su voz, su color de piel y lo suave que era esta.

Recordaba su perfecta sonrisa, su amabilidad tan característica, recordaba perfectamente su cabello color castaño, recordaba el brillar de su piel cuando estaba bajo el sol, recordaba su risa y sus ademanes, recordaba perfectamente todo de ella, solo por un detalle: no recordaba el extraño color de sus ojos.

El golpeteo en la puerta la hizo despabilar—. El baño esta desocupado, ya puedes pasar. —dijo Dúnkan desdé fuera de la habitación—. Esta bien. —fue lo único que dijo sin levantarse de la cama.

Desde su lugar pudo escuchar como Dúnkan cerró la puerta de la habitación contigua. Se levantó de la cama y tomó la toalla, salió de la habitación y rápidamente se metió al baño.

Se tomó el tiempo para verse al espejo. Lentamente se desvistió y nuevamente se contempló frente a este. En su hombro izquierdo se notaba una enorme cicatriz que le llegaba desdé la altura del corazón pasando por su espalda y llegando hasta el costado a la altura de las costillas derechas.  Aquella cicatriz siempre le traía malos recuerdos, y así fue.

Se metió debajo de la regadera y dejó que todos aquellos recuerdos se fueran con el agua tibia que desprendía vapor en pequeñas cantidades. Dejó que el agua golpeara su cara y, cuando se atrevió a abrir los ojos, tuvo que contener las ganas de gritar.

Frente a ella estaba su madre, podía ver su expresión de miedo y preocupación, alejándose para desaparecer en la oscuridad. Recordaba bien los brazos de su hermano jalando de ella, llevándola a la luz del sol que estaba sobre ellos.

Apartó la vista del agua saliente de la regadera y una lágrima rodó por su mejilla la cual se perdió con el agua. Aquellos recuerdos que le traía la cicatriz eran atormentadores, pero tenía que superarlos, de un momento a otro sus memorias fluyeron sin control.

**********

A su mente vino el recuerdo aquel día que estaba en el coche. Sus padres estaban discutiendo. Su padre estaba al volante, su hermano mayor, Sebastian, se veía alterado y no dejaba de mirar a la parte de atrás del vehículo.

Su madre no dejaba de discutir con su padre y de voltear a verla. Recordó a su otro hermano, Ricardo, quien no se apartaba de ella. De un momento a otro la tomó del rostro y volteó su cabeza para que lo viera a los ojos.

—Sarha, todo estará bien. —dijo para calmarla, fue entonces que un fuerte golpe proveniente de la parte trasera del auto los sacudió con violencia y se golpeó la cabeza contra el asiento delantero.

Recordaba como su padre maldijo al aire y mientras que su madre viraba bruscamente. Su hermano mayor le dijo algo a su padre y regresó la mirada a la parte de atrás.

Ricardo envolvió a Sarha en un abrazo y le dio un beso en la frente—. Tranquila, estaremos bien, solo mira me a los ojos, todo saldrá... —una luz destellante color blanca la cegó por unos segundos.

Su hermano ya no estaba y en su lugar se veía el mar reflejando en su superficie la luz de sol. Su madre gritó el nombre de su hermano y rápidamente sintió los brazos de Sebastian sostenerla y pegarla contra él.

La puerta del vehículo ya no estaba, dando paso a todo el aire en la cabina. Un nuevo golpe al auto la tumbó hacia el frente pero Sebastian la sostuvo e impidió que saliera despedida del vehículo.

Contempló el mar y al hacerlo, el tiempo parecía haberse detenido. En el pudo observar el sol en su máximo esplendor, un sol que parecía llamarla.

La fuerza centrifuga del auto al dar la vuelta la llevó hacia atrás, contra su hermano. Su cabeza rebotó contra la ventana la cual se estrelló y el resto de su cuerpo cayó en brazos de su hermano.

Un enorme estruendo sonó en la cabina del auto y lo siguiente que recordaba era el agua entrando en esta. El auto rápidamente se sumergía en las profundidades, se hundía muy rápidamente.

Sebastian la tomó y quiso sacarla del auto pero ella se aferró al sillón donde estaba su madre. Ella la tomó de la mano y le dio una sonrisa para luego soltarla y perderse en la profundidad del océano.

**********

Un grito la hizo dar un brinco del susto. Rápidamente salió del baño y se dirigió al cuarto de Dúnkan, abrió la puerta con brusquedad y ahí estaba él, sobre el colchón, con la cara sobre este.

—¿Dúnkan? —él giro la cabeza lentamente y la miró—. Pude ver tus recuerdos con claridad, casi como si los estuviera viviendo, como si fueran míos. —dijo sin cambiar su postura en ningún momento.

—Por cierto, estas desnuda, y empapada, estas mojando el piso de mi habitación. —dijo de la misma manera. Cuando Sarha reaccionó su temor y sorpresa se volvieron en vergüenza y sonrojo.

Se llevó las brazos a su cuerpo para cubrirse y salió corriendo al baño azotando la puerta al cerrarla—. ¡¡Pervertido!! ¡¡Y perdón!! —gritó desdé el interior de este.



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En el texto hay: monstruos, elfos, accion

Editado: 21.03.2020

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