Tenía hambre, pero también se encontraba hecha un asco. Estaba indecisa sobre que hacer primero.
Para su mala suerte no podía salir de la habitación, Ericka se lo había prohibido. Su frustración era tanta que se decidió por prender la pantalla que se encontraba sobre aquel buró.
Increíblemente aquella televisión contaba con infinidad de canales de todo el mundo. Series, novelas, películas, musica, etc. No había nada que lograra llamar la atención de Sarha.
Las voces de la programación seguían sonando, pero Sarha tenía su mente en otro lado, no le prestaba atención a la más mínima palabra que decían. Su mente caía lentamente en un pozo profundo, en un lugar que no parecía tener fin.
Ella conocía perfectamente bien su pasado, por lo que ya no podía reflexionar nada de eso.
Su futuro era incierto, ella lo tenía claro, y sabía lo que tenía que hacer. Pero había algo mas que la mantenía distraída de todo, era algo más oscuro y siniestro que la incertidumbre de su futuro y la tragedia de su pasado juntos.
Era algo que le carcomía la cabeza y hacía temblar sus huesos, algo que no podía dejar de repetirse en su mente. Entre más lo pensaba peor se ponía. El simple hecho de estar acostada le hacía peor las cosas.
Su nueva prisión -que era como ella lo veía- no la ayudaba en nada.
Solo le quedaba una opción, y era encontrar el motivo de aquello. Se levantó de la cama y se posó frente a un todavía inconsciente Dúnkan. Las camas eran grandes, lo suficientes como para albergar a tres personas.
Se acostó a su lado y lo tomo de la mano-. Bien, aquí voy. -dijo para luego internarse en la mente dormida de su compañero.
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Sarha sentía como si caminara en un charco de agua sobre hielo. Ella sabía que no estaba ni cerca de entrar en su mente, por lo que comenzó a caminar en la superficie en busca de lo que sea que fuera a buscar.
No veía nada que le fuera útil, no había ningún tipo de entrada o espejismo que la ayudara. Los minutos pasaban lentamente y seguía sin encontrar nada. La frustración y la sola idea de fracaso llegaron nuevamente a su cabeza y la invadieron rápidamente. Cuando ya no pudo soportarlo comenzó a golpear el suelo.
Ante el primer golpe todo se sacudió. Sarha se vio sorprendida por ello y decidió seguir golpeando pensando así crear una entrada a la mente de Dúnkan. Todo el lugar comenzó a temblar violentamente.
Una pequeña grieta se abrió frente a los golpes de Sarha. De esta comenzó a salir una potente luz que la cegó inmediatamente. La grieta cada vez se hacía más grande. Se expandió hacia todos lados sin control.
Aquel lugar se iluminó de un momento a otro. Sarha no sabía que hacer o lo que pasaba. Un dolor indescriptible llegó a todo su cuerpo y comenzó a gritar.
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Cuando abrió los ojos un impulso la arrojó con violencia contra la pared. Un crujido sonó tras de ella y cayó sobre la cama.
Cuando se levantó vio que Dúnkan seguía dormido y ella, con migraña y dolor de espalda, estaba confundida. Se quedó así por varios minutos antes de hacer cualquier otra cosa.
Ante la fallida tarea de saber que era lo que la mantenía fuera de si (cosa que gracias a lo ocurrido se le había olvidado de momento) decidió darse un baño antes de cualquier otra cosa.
Tomó una toalla y se encaminó al baño. Una vez dentro se desvistió y comenzó a llenar la tina con agua tibia-. Ya me hacia falta uno de estos. -dijo mientras metía la mano en el agua.
El vapor comenzaba a llenar el baño. Cuando todo estuvo listo se dispuso a meterse, pero un fuerte golpe en la pared la distrajo.
Sarha se quedó quieta y se dio la vuelta lentamente. Salió del baño lentamente y con sumo cuidado observó toda la habitación, todo seguía en orden tal y como lo había dejado.
Un segundo golpe casi la hizo gritar del susto. El origen del golpe provenía de fuera de la habitación. «Imposible, estas runas nos protegen, nos mantienen ocultos de ellos» pensó mientras recorría la habitación con la vista, fue entonces que notó que una de las runas estaba agrietada y sin brillo.
Aquella era la misma pared a la cual había sido arrojada luego de entrar a la mente de Dúnkan. Un golpe más resonó en la habitación, con eso Sarha entendió que se encontraba en una situación de peligro. «¿Donde estas Ericka?» se preguntó.
Caminó de espaldas sin dejar de mirar la puerta. Una vez sintió la pared se dio la tarea de buscar la espada que portaba Dúnkan pero esta no estaba.
Se encontraba indefensa. Varios golpes comenzaron a resonar en la puerta de manera violenta. Tenía que hacer algo rápido o sería su perdición, y no solo de ella sino también de Dúnkan.