El Bosque de los Néegar

Un Mensaje del Viento

Se encontraba a la mitad del bosque, esperando el momento preciso. A su lado se encontraba Yram, a gachas con un arco en mano.

—Respira tranquila, con grandes inhalaciones. —le dijo mientras hacía un ademán con la mano en gesto de respirar. Diana inhaló profundo y pensó el arco con una flecha—. Mantén firme tus brazos. Sostén la respiración y suelta la flecha seguida de tu respiración. Mira tu objetivo y no dudes. —le dijo mientras se ponía de pie con total lentitud.

El crujir de la ramas alertó a un ciervo que se encontraba cerca de ellos. Yram lo observó directo a los ojos. Le hizo un ademán con la mano y el ciervo viro un poco más la cabeza alcanzando a ver a Diana, esta lo miró directo a los ojos.

Se puso de pie con el arco tensado e inhalando conteniendo la respiración. Cuando se irguió en su totalidad Diana soltó todo el aire bajando al mismo tiempo su arco—. No puede morir. —dijo Diana guardando su flecha.

El siervo apartó la vista y continuó comiendo—. No nos tiene miedo, él es libre. —le dijo Yram—. Andando, tenemos que regresar. —dijo Diana haciendo un movimiento de cabeza. Yram la tomó del brazo y la detuvo—. Espera ¿Escuchaste eso? —le dijo levantando un poco la vista.

—¿Que cosa? —preguntó Diana imitándolo—. El bosque susurra cosas. —le dijo poniendo una sonrisa en su rostro. Diana bajó los hombros y suspiró—. Sabes que aun no puedo escucharlo ¿Verdad? —le dijo con un tono de decepción.

Yram apretó los labios. Diana se liberó del brazo de Yram y continuó su camino hasta un claro donde se encontraban los caballos en los cuales habían llegado. Cada uno montó a su respectivo caballo y partieron.

—El zakt¹ nos impondrá un castigo si llegamos con las manos vacías. —Diana hizo caso omiso al comentario de Yram.

¹Titulo que se le da al líder de un clan de elfos.

El sol se estaba poniendo, el cielo se teñía de un color violeta con naranja. El viento soplaba en las orejas de Diana, quien mantenía la vista al frente. Fue solo por un segundo, un solo segundo que Diana apartó la vista hacia un lado, fue ahí donde lo vio.

Tiró con fuerza de las riendas de su caballo para hacerlo cambiar de dirección. Yram le gritó unas palabras que fueron llevadas por el viento—. ¡Vamos Yram! ¡Tenemos que llevar comida! —exclamó mientras tomaba su arco y ponía una flecha en este.

La mirada de Diana se posó sobre un ciervo que se hallaba cerca de unos matorrales.

Tensó el arco mientras iba en marcha y miró al siervo, este la quedó viendo fijamente con aquellos ojos negros. Diana inhaló y abrió la mano, la flecha salió disparada a alta velocidad hacia el ciervo.

El zumbido que provocó esta al rasgar el aire fue momentáneo hasta llegar a su objetivo. La flecha impactó y el ciervo cayó. Diana se bajó de su montura y corrió hacia el ciervo que yacía tirado en el suelo con una flecha en su costado.

Con el ciervo agonizante a sus pies, Diana tomó su cuchillo y lo apuñaló justo en el corazón para terminar con su dolor—. Es una buena presa. —le dijo Yram posando su mano sobre su hombro. Diana sacó lentamente la flecha y luego el cuchillo.

† † †

El sol se había ocultado ya y los dos jóvenes regresaban al campamento. Caminaban en dirección a un edificio de un tamaño considerable hecho de madera. Su techo tenía dos inclinaciones como el típico techo de punta. Una sección de este no tenía ventanas, y solo se podía acceder a el mediante un enorme portón construido con un metal negruzco y madera.

En la parte trasera del edificio se observaban grandes ventanas circulares con formas de espirales y estrellas en su centro. A esa zona se accedía a través de dos grandes puertas corredizas. Ahí era a donde se dirigían.

Cuando entraron fueron recibidos por un elfo alto y de porte recto. Sus ojos blancos dejaban ver que era ciego—. Llegan tarde. —les recriminó.

Los dos jóvenes no dijeron nada y esperaron a recibir más regaños de su parte—. Por suerte para ustedes no son los últimos en llegar. —dijo mientras se daba la vuelta—. Vamos, muéstrenme que trajeron. —les dijo mientras les indicaba con la mano que lo siguieran.

El anciano se movía con sagacidad por el lugar, esquivando mesas y sillas, herramienta y cualquier objeto a su paso. Cualquiera que lo viera así pensaría que era un elfo joven, completo en todas sus capacidades.

Caminaron hasta una habitación donde se encontraban varios venados y jabalíes muertos colgando de enormes ganchos puestos sobre cadenas.

Se acercó a una mesa y, sin ningún tipo de reflejo asqueroso, apartó las vísceras que había sobre la mesa hasta hacerlas caer al suelo. Ante aquello Diana apartó la vista. Pese a ser una cazadora aun no toleraba aquellas escenas.



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En el texto hay: monstruos, elfos, accion

Editado: 21.03.2020

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