Capítulo 1: Un Día Soleado en el Bosque.
Era un día soleado en el bosque, donde los rayos de sol acariciaban las hojas verdes y los pájaros cantaban melodías alegres. En este espléndido lugar vivían muchos animales. Entre ellos, había un pequeño conejo llamado Roco, que saltaba de un lado a otro con su suave pelaje marrón.
No muy lejos de allí, en la orilla de un estanque de aguas cristalinas, se encontraba Zuri, una astuta zorra de ojos brillantes como dos luceros encendidos. Su pelaje rojizo resplandecía bajo el sol y su cola esponjosa se movía con gracia cuando jugaba al escondite entre los arbustos. A Zuri le gustaba sorprender a sus amigos, apareciendo de repente detrás de un tronco caído o saltando desde la hierba alta con una sonrisa pícara en el rostro.
En lo alto de una robusta rama de roble, Bubu, el sabio búho, observaba todo con sus grandes ojos dorados. Su plumaje gris se mimetizaba con la corteza, y era tan silencioso que muchos animales olvidaban que estaba allí. Sin embargo, siempre estaba atento, dispuesto a ofrecer un consejo o una palabra amable.
—Recuerden, amigos, siempre es bueno ayudarse los unos a los otros —decía con su voz tranquila.
Y entre los habitantes más admirados del lugar estaba Ciro, un majestuoso ciervo de grandes astas que parecían tocar el cielo. Su andar era elegante, y su mirada, serena. Ciro disfrutaba recorriendo los senderos cubiertos de hojas, oliendo el aroma de la tierra y sintiendo el sol sobre su lomo.
—Hoy es un gran día para explorar —pensó Ciro mientras movía su cola con entusiasmo.
Los cuatro amigos se encontraron esa mañana en un claro bañado por la luz del sol. Allí, el tiempo parecía detenerse. Roco corría de un lado a otro, Zuri daba saltos y piruetas, Bubu observaba desde su rama con satisfacción, y Ciro, con un brinco elegante, se unía a la diversión. En ese instante, supieron que juntos vivirían un día lleno de aventuras inolvidables.