Ring, ring, ring....
Sonaba el teléfono de los Hannah al contestar se le dibuja una sonrisa sastisfactoria.
Era la llamada que esperaba con ansias desde hace unas semanas.
La cabaña estaría libre para las fechas indicadas.
El Señor Noah estaba feliz radiante. Contándole la noticia a su esposa.
Está reaccionaba brincando hacia él y dandole besos y abrazos a su esposo.
-Es bello y hermoso mi amor.
-Que mi amor. Le preguntada ella aun colgando a su cuello.
-Corazon hace cuánto no nos abrazamos y besamos de esta manera..
-Continuamos.....
-Me encantaría pero tenemos que prepararnos y el viaje en coche es de cuatro horas más lo de la entrada.
Empezaron a empacar ya que la salida era el viernes después de el almuerzo y hacer compras regulares según ellos de lo que ocuparon.
Llegó el viernes y en la mañana salieron rumbo a la oficina.
Luego de contarles a unos amigos.
Los llenaron de felicidad por el viaje, cuidesen en el camino, que bueno hay que ver y nos invitan para la próxima decían bromeando los jefes.
Llegó el medio día y estaban listos para salir. Emocionados y con gran expectativa.
De carretera iban viendo como poco a poco se iba agotando el urbanismo y cada tramo el paisaje iba cambiando.
Cada vez se veían menos casas.
Los edificios quedaban atrás y el aire y el frío iban aumentando la intensidad.
Tanto así que eran solo las tres de la tarde y se vieron obligados aa cerrar las ventanillas y poner la calefacción.
Ya se veían pocas casas casi a kilómetros una de la otra.
-Ya no estamos en la ciudad.
-Justo lo que queríamos amor.
-Asi es... Se besaron de ladito ya iban conduciendo. Pero la señora Ginebra se colgaba del brazo de su esposo para mantener el calor.
Después de mucho conducir y como una hora antes de la entrada de lastre que llevaban a la cabaña.
Se divisaba el último pueblo. Unas cuantas casas, un supermercado y pequeñas tiendas para los turistas.
Bajaron al pintoresco lugar buscaron una cafetería o restaurante era el mismo establecimiento. Tomaron café y sandwichs y algo listo para pasar la noche.
Al hablar con la gentil camarera le contaron su destino y como ocupaban un descanso.
La camarera solo se asustó "a la cabaña villa "..... hizo una gran " O " con sus labios dió un respiro y se retiró del lugar.
Otro mesero llevo su pedido y su cuenta de cobro. Se sintió como si los echarán del lugar.
Comieron y tomaron sus alimentos rápidamente saliendo de aquel lugar.
Pasaron al supermercado por snacks y fue lo mismo. Caras serias, miradas escondidas, personas cambiando de pasillo.
Compraron y despidieron dar una vuelta y conocer el lugar las personas cerraban las puertas al pasar, los chicos que jugaban en la plaza eran llamados por sus madres.
-Que extraño amor. Lo sientes el ambiente.
-Si, corazón desde que dijimos nuestro destino la gente cambió.
,_Querido vámonos, por favor.
En la gasolinera donde habían estacionado hacia un vagabundo. Los Hannah le dieron unas monedas y le preguntaron que pasa con la cabaña porque todos se asustan.
-El anciano gentilmente dijo que los bosques estaban embrujados, lás mascotas se perdían, los ruidos inexplicables y lo peor de todo la bruma que baja de los bosques.
Asustados e intranquilos continuaron el viaje. Casi una hora y media después llegaban a la cabaña.
Estaba oscureciendo pero aun se veía luz natural, el río era esplendido, calmado la Luna empezaba a reflejarse en el horizonte.
Las aguas calmadas y solo pequeños movimientos hacían del lugar excepcional.
Al bajar las maletas de la camioneta tuvieron una vista panorámica del bosque. Si era tenebroso, lugrube, oscuro y de inmediato sentías la sensación de que alguien te miraba.
Entraron y se alojaron rápidamente vieron bajar la neblina que provenía de las entrañas del bosque y cubrían todo el lago con una fina capa de humo.
La cabaña se cubrió de humo pero solo por afuera y se mantenía afuera a la cabaña no entraba.
Los esposos Hannah estaban bien cansados del viaje, el estrés diario, las situaciones tensas del trabajo que también estresaban sus vidas y por ende su matrimonio.
Esos días la pasaron entre intimidad reconectando su matrimonio y recuperando tanta comunicación como la hacían perdido.
Viajes a las Islas remando, pescando su propia comida y cocinando en la parrilla.
Eso sí habían tomado como costumbre a las siete estar dentro de la cabaña ya que la bruma los asustaba un poco.
Al finalizar sus vacaciones tomaron una decisión Comprarían la Cabaña.