Subían al auto nuevamente y al pasar frente al café. El señor Noah le decía a su mujer.
-Venir hasta aquí amor y no llevar sandwichs y café.
-Mi amor, por favor.
-Esta bien como quieras solo no olvides lo mío.
Estacionaron la camioneta está vez la señora Ginebra no quiso salir del auto primero por el susto dabo por la vieja bruja y segundo su pequeño seguía dormido en el asiento trasero.
Un piqueteo en la ventana alarma a la señora Ginebra y pega un brinquito del susto.
Era la vieja bruja que golpeaba la ventana con uno de sus anillos.
Ginebra bajo un poquito la ventana y de inmediato se sintió el frío aire de afuera entrar de golpe al interior caliente del vehículo.
La vieja dió su advertencia que anteriormente había dado.
¿¿ No cometas ese error ?? ¡¡ Devuélvete !!
A Ginebra no le salía palabras de la boca. Está vez si se asustó.
Su esposo la encontró fría, muy asustada, sin hablar.
-Ginebra, Ginebra que te pasa amor. Cierra esa ventana y tomate tu café eso te va a calentar.
Don Noah arranca el automóvil y continúa el camino despacio mientras Ginebra se recupera poco a poco.
Despacio vuelve a hablar y a tomar la compostura le conto lo sucedido en la ventana y por la vieja mendiga.
Trato de tranquilizarla y estubiera bien. El café le sentó de maravilla le ayudo a calmarse y ha poder hablar con su esposo.
-No la viste, no la viste!!!!
-A quien amor, a quien tenía que ver.
-A la mujer a la anciana mendiga...... A la bruja amor la bruja.
-No la viste!!! Decía en un grito ahogado y de desesperación.
-No amor, lo siento. No la vi.
Continuaron el camino hasta llegar al pequeño aparcamiento.
-Estas más tranquila. Preguntaba preocupado su esposo sin bajar de la camioneta aún.
-Si mi amor, tranquilo talvez sus ropas me asustaron. Pero Ginebra no se olvidará del evento.
-Mi amor baja y abre la cabaña yo cobijare a Willy para pasarlo adentro sin temor.
-Esta bien corazón. Beso los cabellos de su esposa y salió.
Ginebra bajo del coche se dirijo a los asientos traseros desabrochó la silla de seguridad y arropó al pequeño Williams.
Espero por su esposo quien alzo al pequeño en su silla.
Doña Ginebra no se hizo de esperar y cargo unas bolsas y unas maletas detrás de su esposo.
En poco tiempo se habían acomodado y jugaban con el niño en la pequeña sala.
Ese día no hubo niebla se sentía en el bosque una frescura suave se veía iluminado el cantar de las avesillas algo que nunca antes habían escuchado. Es más pensaban que en aquel lugar no habían aves.
Está vez era calientito, claro, luminoso, los rayos del sol entraban entre la hojarasca y el bosque se iluminada por primera vez ante sus ojos.
Eso sí la sensación de ser vistos, vijilados cuidados desde la lejania. Era evidente ese sentimiento no desaparecía.
Al ver el cambio en el lugar doña Ginebra pensó en la vieja.
Pero al ver a su hijo jugar con las piedras de la orilla de rio verlo mojarse sus pesitos y salir corriendo de la fría agua.
Que su pequeño hijo disfrutara de la naturaleza descalzo dando minis pasitos jugando y conociendo el ambiente.
Esa noche por primera vez en esos cinco años la bruma no bajo es más el bosque se veía iluminado, limpio y fresco.
Pasaron hasta tarde en la noche fuera era divertido ver al pequeño Willy perseguir luciernagas y brincar como los grillos.
Sin dejar atrás el sentimiento de ser vijilados
En ese viaje no hubieron grandes alteraciones al ambiente.
Las visitas posteriores iban cambiando casi inperceptiblemente.
Willy como le decian desde bebé se volvía cada vez más aventurero, arriesgado y como si le faltará algo cada vez se adentraba al bosque en busca de un no se que.
Ya mayorcito de unos doce o trece años preguntaba a su madre y como fue mamá cuéntame, cuéntame.
-El primer viaje, de la bruja, cuando me perdí.
-Dime mamá que es muy divertido.
-Bueno solo una vez y vas a dormir.
-La primera visita fue escalofriante por la bruja que me advertía del lugar y lo peor es que solo yo a veía
RRRRRRR.... escalofriante verdad y le hacía cosquillas al joven niño no paraba de reír.
-Mas, más, mamá sigue contando sigue.... sigue.....
También estaban los amigos de Willy que disfrutaban de las historias.
-Los amigos de Willy escuchaban atentos con ganas de visitar el lugar.
-Bueno, Bueno segundo susto. El querido aquí presente e intrépido muchacho desidio que ya era suficientemente mayor para ir solo al bosque.
-Pasaron tres horas para que notarámos que no estaba por ningún lado.
-Lo encontramos cerca de la cabaña solo la había perdidó de vista.
-Al encontrarlo tenía sus pies entre la cabeza, se meneaba de lado a lado previniendonos del coco que lo vijilaban.
-Los sustos siguieron ardillas muertas en el porche, ruidos inexplicables en las noches y esa sensación de que té vijilan todo el tiempo.
-Uuuhhh.....decía la Madre.
Y los chicos se reían y jugaban. Creciendo el interés de visitar el lugar.