Años después siguen visitando aquel lugar sin olvidar lo sucedido.
Los recuerdos, las predicciones de la bruja, las verdades a medias.
Todo era ya una nube de ansiedad, confusión y miedo reconociendo a aquel lugar como el punto de inflección de su intranquilidad.
Los recuerdos vividos de la pareja eran de intranquilidad constante aún así viajaban una o dos veces al mes impulsados por una fuerza una atracción de nesecidad, fuera de su control.
No hubieron más invitados, ni amigos, ni celebraciónes, a disfrutar del lugar ya que siempre terminaban en sustos terribles, tragedias dolorosas, perdidas infundadas o hasta la muerte.
Cuando viajaban al lugar veían a su hijo cambiar totalmente de actitud en aquellas montañas.
Se volvía altanero, irrespetuoso, conteston, aventurero, desagradable, emocionalmente casi no lo reconocían.
Era un chico diferente, su vocabulario cambiaba, el trato hacia sus padres también siendo irrespetuoso, le gritaba a su mamá por algún mínimo desacuerdo, respondía de mala gana.
Y sé prometían no volver más!!
Era una rabieta épica!!
Pues siempre volvían!!
Era una fuerte fuerza de atracción que los llamaba, sobre todo a Willy ya que era el adicto a aquel lugar.
Si pasaban las semanas sin visitar la cabaña, el chico se iba enfermando, náuseas, mareos, vómito hasta un poco de fiebre. Los Doctores decían no hay nada sospechoso.
Último recurso visitar la cabaña. Y Willy iba a hablar con el bosque y pasaban todos sus síntomas.
Cómo si las profundidades del bosque lo llamaran, como si fuera necesaria su presencia para apaciguar al bosque y su misma alma.
Como algo telepático el bosque lo llamaba y el respondía de forma inmediata.
Recordaban el primer día de viaje. Cuando llegó el pequeño William con tan solo dos años y fue la primera vez que lo llevaron al bosque.
Fue como si el bosque le diera la bienvenida. La iluminicidad y el bosque claro en perfecta armonía.
Los pájaros que nunca habían escuchado, se escucharon por primera vez. Los grillos y las ranas se esforzaron en su esplendoroso canto.
Esa vez no hubo bruma y disfrutaron de un hermoso atardecer. Los colores se distinguían entre la hojarasca seca. Una tarde única en todas las visitas hechas a la cabaña.
Recordando con susto y aprención el día que había salído solo de cabaña.
No había sido la única vez que perdio el rumbo en el bosque, diciendo estar en busca de algo y justificandose en qué buscaba los ojos rojos.
Siempre sabía dónde pescar o buscar camarones, truchas, pianguas sin que hubiera tenido una inducción adecuada a la actividad.
La niebla o bruma solo bajaba el día que no salía de la cabaña.
Era como si lo llamara como si a veces necesitara solo verlo.
Al salir solo se sentaban en la gradas del porche y miraba al vacío, al inmenso bosque, podía pasar horas ahí solo sentado.
Una mueca de risa un movimiento como de hablar con alguien.
Pero no más.
Se les hacía tan extraña la actitud de su hijo.
Que aún después de lo sucedido con sus amigos, los extraños sintomas de la supuesta enfermedad, él siempre iba a ver el bosque donde sus padres se limitaban a estar dentro de la cabaña.
Willy pescaba y buscaba camarones y su mamá se limitaba a cosinarlos y pasar un rato con su marido y su hijo.
Comiendo contando chistes y disfrutando de un momento familiar agradable.
Un día no particular llegaron a la cabaña por la tarde, ya cansados, comieron algo y estaban listos para dormir.
Willy no salió a saludar el bosque. Sino fue a dormir de inmediato a la llegada. Esa noche la niebla se filtro por las rendijlas de la cabaña, llegando hasta el techo.
El matrimonio Hannah se despertó bajó el velo que provocaba aquella niebla. Con mucha dificultad la Señora Ginebra se logró soltar de sus agarres que la pricionaban.
Como madre preocupada por su hijo más que por fuerza de voluntad.
Con dificultad y a punto de trompicones logró llegar con su hijo, a su habitación.
Willy luchaba por respirar al ver a su madre trataba de pedirle ayuda. Pero está lo único que veía era la su hijo en problemas y con los ojos bien abiertos.
Como pudo se acercó a su hijo lo abrazo fuertemente y unos segundos después sintieron al padre abrazarlos a los dos.
La niebla se fue disipando, disolviendo, desapareciendo y la pareja se podían ir separando de su hijo.
Cuando al fin se separaron le preguntaron a Willy que había pasado.
NO LO SÉ, MAMÁ, PAPÁ. EL BOSQUE SE ENOJÓ POR NO PASAR A SALUDAR.
Tomaron sus pertenencias y subieron al auto. En ropa de dormir, sin desayunar.
En el pueblo pararon a desayunar. Todos los miraban pues usaban pijamas y parecía que huían.
Y no estaban tan mal, ellos huían del bosque, huían de la cabaña, de ver a su hijo casi morir por razones inesplicables.
Willy ya es un adulto-joven tiene derecho de decisión por si mismo.
Aunque eso mantiene a su madre en un continuo estado de alerta y paranoia. Pues Willy ha desobedecido cada advertencia de no ir más a esa cabaña. Pero Willy siempre viaja, una o dos veces al mes.
Siempre lo mismo se iba el viernes al mediodía y regresa el lunes temprano por la mañana, sin las mayores novedades.
Mamá comí conejo el bosque lo dejo en las gradas. Contaba con emoción un día!
-¡¡Ahhhhh que bien hijo!!
Hasta ahí llegaba la interacción.
Un día malo o bueno depende del lado en que lo mires.
-Mamá tengo novia.
-Quiero que conosca la cabaña y el bosque. Que piensas mamá.
-Que como??
-Que piensas que??
-No, No hijo porfavor!!
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