Se encontraba Carel caminando por la calle, con un arma, que le había robado al guardia del orfanato. Estaba decidido a hacer pagar al hombre que había matado a sus padres. Aunque no haya visto su rostro recordaba muy bien sus ojos, tanto como su voz y ropa que llevaba, no es que fuese un obsesivo con recordar cada cosa que veía, nada más había sido el momento, después de eso se le hacía imposible olvidar al asesino.
Aunque Daegu fuese una enorme ciudad, con cientos de lugares que estar, el destino proclamó que aquel hombre, asesino de sus padres se encontrará justo frente a él.
-O cielos, mira lo que nos trajo la suerte- sonrió mirando al sujeto fumando y bebiendo, con otros.
Se acercó a paso rápido. Primero baleo a los dos tipos a su lado. Aturdido y conmocionado el sujeto calló al piso, cubriéndose con las manos.
-Pero que rayos, ¿Que es esto?, ¿Que sucede?-preguntó el drogadicto entre llantos.
-Oh, conque no te acuerdas, bueno...creo que tendré que refrescarte la memoria. Mi nombre es Carel, tengo 7, de seguro tú no te acuerdas de mí ¿No?.
-No lo entiendo, p,por favor niño, b,bajá el arma- pidió levantando la mano, para bajar el arma-
-SI LA TOCAS TE VUELO LOS SESOS- gritó poniendo las manos en el gatillo.
-Esta bien niño, está bien, no tienes por qué hacer esto, te equivocaste de persona.
-¿A sí?, ¿No fuiste tú el que mató a mi mamá y a mí papá durante el robo?.
-¿Q, qué?, ¿A qué te refieres?.
-¿Que a que me refiero?, PUES AL JODIDO ROBO DE HACE UNOS DIAS, A ESO ME REFIERO, Y NO ME VENGAS CON QUE NO SABES DE QUE HABLO, POR QUE SABES MUY BIEN DE QUE HABLO.
-¿T,te refieres a la pareja de pobres?, Si,si los mate, pero...
Carel comenzó a llorar mientras sus pequeñas manos no dejaban de temblar.
-¿Pero qué?, ¿No tienes corazón?, ¿Cómo pudiste hacerles eso?, Eran mis papás, íbamos a ir a ver una película, y luego mi papi nos llevaría a comer, pero no, tú tuviste que aparecer justo en ese momento para hacerles daño, para arruinar mi vida, ERAN TODO LO QUE TENÍA Y TÚ ME LOS QUITASTE..., ahora te devolveré el favor- suspiró mientras se secaba las lágrimas, para apuntarle y decir:
-Dulces sueños amigo- terminó antes de jalar del gatillo, dejando salir una bala la cual quedó incrustada en la frente del asesino. Sus ojos se tornaron blancos, y un río de sangre comenzó a salir del agujero provocado por la bala.
Dominado por la adrenalina, el dolor, y sed de venganza, Carel, comenzó a reír a carcajadas, como todo un maniático.
Desde ese momento se prometió seguir matando, ya no por venganza, sino por placer, al fin comprendía por que ese hombre había echo lo que hizo, todo por placer, por lo increíble que se siente ver tan indefensa a la víctima y saber que tú tienes el control.
19 años después: