Ya hacía varías horas estaba caminando sin ver nada, solo la frondosidad de aquel bosque que parecía no tener fin.
Esta ya era la cuarta vez que pasaba por la misma roca en forma de perro, y eso comenzaba a molestarle.
-¿Otra vez tú?- habló a la roca- ¿Por qué no te largas y me dejas en paz?, Si exacto, vete.
Se quedó un rato esperando a que la roca se fuera, pero nada sucedido.
-¿Por qué hablo con una roca?, ¿Me estoy volviendo loco?- se preguntó a sí mismo, obviamente al formular la pregunta no esperaba que le contestará, pero aún así espero.
Luego de unas horas de caminar sin rumbo se detuvo a descansar bajo la copa de un gran roble. Se sentó bajo esté, saco una botella de agua de su mochila y comenzó a beberla rápidamente. No la acabó por completo, ya que no sabía cuánto tiempo le llevaría encontrar a Taion.
Cerró los ojos y recostó la cabeza al tronco del árbol. Ni siquiera pasados unos minutos comenzó a escuchar sonidos extraños, algo parecido a los saltos de conejo, pero más fuerte, abrió los ojos despacio, esperando encontrar un bello conejito, pero fue otra la sorpresa. Frente a él se hallaba una especie de mutante raro, tenia cabeza de conejo, cuerpo de hombre y pies de conejos, unos enormes pies, aunque, más bien, su cabeza parecía una mascara sin expresión, sus ojos no parpadeaban como los de un "animal normal", sus dientes delanteros sobresalían de la boca y sus iris estaban inmóviles, como mirando a un punto fijo.
Ver esa cosa frente a sus ojos hizo que se sobresaltara, pero luego de unos segundos de intentar llamar la atención y ver que el animal no respondían comprendió que era dócil, pues la bestia seguía inmóvil en su lugar, mirándolo o al menos intentándolo.
-Hola pequeño, ¿Te perdiste?- habló al animal en tono dulce, cuando notó que comenzó a anochecer. Miro hacia arriba y contempló el cielo, hasta que las estrellas se hicieron visibles, la luna subió y así mismo el sol descendido. Bajo la cabeza para continuar viendo al monstruo, el cual, para su mala suerte, ya no era igual, pasó de ser un dócil animal a un espantoso monstruo que causaba terror a quienes se le cruzarán. Su cabeza se había desgarrado por la parte de arriba, del centro del cráneo hasta parte superior de la frente. Sus orejas cayeron a ambos lados como decaídas, sus ojos se tornaron como botones, literalmente pasaron de ser ojos a unos botones apenas bien cocidos en su rostro, y las comisuras de su boca se estiraron, dejando ver una macabra sonrisa llena de más de cien afilados dientes, parecidos a agujas.
-Ay santos cielos- gritó Izael poniéndose de pie y echando a correr con la mochila en su hombro izquierdo. Mientras corría sentía como ese monstruo lo seguía a saltos largos, como un canguro, era más rápido que el y probablemente en menos de 5 saltos lo alcanzaría.
-Vamos, sígueme- le dijo un chico apareciendo de la nada, frente a los ojos de Izael. Lo tomó de la muñeca y comenzó a correr con el, en zigzag, como tratando de despistar a aquella aberración.
Corrieron un par de metros y se detuvieron frente a un árbol.
-¡¡¡¿Que haces?, Corre!!!- gritó el peli-negro, volteando y viendo como el conejo se acercaba a grandes zancadas.
-Espera- contestó el joven que lo salvó, sacando una llave y colocándola en el árbol, para luego girarla y abrir una pequeña puerta en aquel Sauce.
-Oh por- interrumpió cubriéndose la boca para no decir una grosería.
-Vamos, baja- dijo el otro, bajando por las escaleras después de la puerta- ¿Que esperas?, Vamos- repitió.
-Si claro- contestó por fin, antes de bajar.
Cuando bajaba noto al animal acercarse y de inmediato sin pensarlo cerró la puerta y continuó bajando, mientras la bestia golpeaba la puerta para derribarla y entrar.
Ambos jóvenes bajaron a lo que parecía ser una especie de sótano y el dueño de este encendió un interruptor que activo las luces del lugar, dejando ver aquella habitación un tanto deteriorada, pero bien cuidada, de alguna forma.
-¿Que vamos a ha...?- intento preguntar antes que el otro lo callara cubriendo su boca.
Luego de unos segundos dejaron de escucharse golpeteos en la puerta mágica.
Y el chico al lado de Izael se acercó a las escaleras para comenzar a subirlas y abrir la puerta, para estar seguro de que esa cosa se había ido, y así fue, ya no estaba, solo se veía la oscuridad del bosque mezclarse con la noche.
El chico volvió a bajar y se acercó al otro.
-Hola, soy Himun- se presentó extendiéndole la mano, a lo que el otro correspondió al saludo.
Himun la verdad parecía de su edad, aunque era más grande, tal vez era que el chico era más bajo que el. Era rubio, con ojos marrones, tenía una voz bastante suave y en termino más aguda que la de el.
-Yo Izael, p, pero, ¿Que fue eso?, ¿Que era esa cosa?, ¿Que le pasa a este bosque?, ¿Por qué me salvaste?.
-Wow, Wow, Wow, una pregunta a la vez.
-Si, lo siento- se disculpó aún nervioso y tratando de calmar la adrenalina que aún se encontraba alojada en su pecho, dando fuertes golpeteos- ¿Que era eso?
-Es un Bani o Kaeru, una especie de conejo mutante. Dócil por el día, pero asesino por la noche. Su debilidad son las puertas, a menos que pueda patearlas, no puede abrirlas aunque sus manos sean las de una persona.
-N,no entiendo, esas cosas solo existen en los cuentos- tartamudeó asustado por la confesión de Himun
-No, aquí no, aquí todo es real. Hace mucho, cuando esté bosque era aún puro, llegó un joven, que decir joven, un niño, el... Había echo algo horrible y podía de alguna forma invocar a estas, a estas bestias para que consiguieran personas para el, nadie sabe lo que hacía con ellas, pero una vez que se las llevaba jamás volvían.
-¿Y por qué estás aquí?, ¿Por qué no te has ido ya?
-No se puede.
-¿A qué te refieres con que no se puede?
-El bosque está maldito, una vez que entras ya no sales, solo hay dos formas de salir, una, es..., A través de la muerte.
-¿Y...y la otra?
-La otra es descifrando este enigma- dijo, para acercarse a una mesa, abrir uno de sus cajones y sacar un pergamino, para comenzar a leerlo en voz alta- La raíz de un árbol lo mantiene con vida y lo alimenta, encuentra la raíz de todo mal, tala un árbol, libera al pecador.
-¿Eso es todo?, ¿Que significa?
-No lo sé, mi hermano y yo...
-¿Mi hermano y yo?- lo interrumpió sorprendido- ¿Hay más personas aquí?
-Por supuesto, hasta ahora éramos solo dos, pero me alegra qué estés aquí, ahora tu...
-No, lo lamento, no puedo quedarme, vine con un objetivo y no me desviare de el. Mi amigo, c,creo que uno de esos monstruos se lo llevó, vine para salvarlo.
-Oh, lo lamento, si uno de ellos se lo llevó de seguro ya no está vivo.
-No, no digas eso, el sigue con vida, el está esperándome, lo se- hablo, mientras que de sus ojos comenzaban a caer una pequeñas lágrimas, colmadas de dolor y anhelo.
-Bien, si es lo que tú dices, pues entonces te ayudaré a encontrarlo, pero mañana, ahora debemos dormir- dijo acercándose a una pared y desplegando una cucheta. Himun se acostó arriba e Izael abajo. Himun se durmió al instante, pero el segundo adolescente le tomo más tiempo conseguir el sueño, estuvo varios minutos hablando a una foto de su amigo, la traía en un collar de la amistad, el cual ambos portaban.
-Prometo encontrarte Taion, te lo juro por mi vida- prometió apretujando la foto entre sus dedos, hasta caer dormido y dejar la cadena colgando de su cuello.