El Bosque Viajero

El Bosque Viajero

Lara no puede despertar, mueve un brazo tratando de llegar al velador pero todo lo que encuentra es tierra y pasto, a pesar del miedo paralizante entreabre los ojos y ve el cielo estrellado allá arriba, los cierra con fuerza pensando que al abrirlos de nuevo estará despierta pero se equivoca, sin embargo algo sí cambió, ya no es de noche y no se ven las estrellas, el sol está asomando a su derecha mostrandole los dorados ojos de alguien que la mira; "hola -dice Ana- ¿también te perdiste?" Nadie le contesta y Lara, molesta, poniendo un dedo en la nariz de esa...chica rubia, dice:

"vos sí que sos la reina de la simpatía eh..."

"Y ahí me di cuenta que era una calavera abu, el sol entraba al cráneo y me encandilaba, y las mechas que le quedaban parecían pelo rubio, bueno, no te burles, me llevo este yogurt, chau!"

La abuela Josefa, que había criado a Lara luego del suicidio de su hija y madre de Lara, mira la mesa del comedorcito con el desayuno recién preparado y suspirando empieza a guardar todo.

En la Facultad de Arquitectura Lara va derecho a la biblioteca segura de que el profe está escondido ahí pero él ya había visto el citröen y se escabulle a tiempo, toma su portafolios, unas carpetas y se va en taxi para la casa de Lara, ahí es imposible que ella lo encuentre, y no tiene ninguna gana de tenerla parloteando y saltando a su alrededor antes de poder estudiar...ese asunto.

Josefa lo recibe con la misma expresión de agrado y se sientan a "charlar" en la cocina. Alvaro habla y ella le contesta en un monitor: "anoche tuvo otro de esos sueños, se cayó de la cama y todo pero ella se lo toma en broma".

"¿Se da cuenta que está viviendo eso?" -pregunta Alvaro.

"No -dice Jóse- y tenía tierra en el cabello".

"Bueno -dice Alvaro- entonces es este trabajo (toma una de las carpetas), se lo iba a dar más adelante pero si es lo que soñó".

"¿Es peligroso?" -pregunta Jóse.

"Y -dice Alvaro- yo no lo elegiría para un primer trabajo, pero..."

Josefa queda pensativa, Alvaro le pone una mano sobre el hombro para tranquilizarla, diciendo: "mirá, Jóse, toda esta incertidumbre, lo sorpresivo de la situación y la angustia que nos provoca, tendrá explicación en algún momento, Lara misma lo dijo, fue en el segundo sueño ¿recordás? había un francés que le "contaba un cuento", que es, más o menos, lo que nos viene ocurriendo desde hace un tiempo, solo que con el orden cronológico alterado, creo que para que ella lo vaya sabiendo a medida que su mente lo pueda procesar; un día se despertará y habrá ordenado todo".

"¿Qué hago con esta carpeta?" -pregunta Jóse.

"Decile que es el trabajo que le prometí, que nos debemos haber cruzado en el camino".

"¿Y las otras carpetas?"
"Son otros trabajos Jóse, pero por alguna razón parece que éste va primero".

"Alvaro, gracias".

"Descansa, Jóse"

Cuando Lara llega la abuela está despierta, inmóvil, sentada en su sillón de la salita primorosa, al lado de ella, sobre una mesita redonda cubierta con una carpetita bordada en punto cruz, hay una tacita de te de menta, mezclando su perfume con los aromas que entran por la ventana, el jazmín de la reja con sus pequeñas florcitas blancas, gana la batalla de los atardeceres inundando hasta el último rincón.

"Ay abu, estoy muerta de hambre y no veía las horas de llegar".

Ana se tira en el sofá que tiene una manta tejida al crochet, con la que se tapa las piernas y devora lo que la abuela trajo en una bandeja.

"tu profesor te trajo una carpeta, pensó que te encontraría acá".

Lara abre los ojos grandes.

"Ay no, seguro nos cruzamos ¿dónde está?"

Josefa se la trae, Lara la abre y empieza a leer las notas del profe y a mirar los planos.

"Guau, es un trabajo grande abu ¿dejó dicho algo el profe?"

"No, bueno, lo de siempre, saludos, que manejes con cuidado, ya sabés como es Alvarito".

Rato después Lara está dormitando en el sofá, Josefa, que se había quedado dormida, se despierta y dando un golpecito en los pies de Lara se va arriba.

La casita es pequeña pero hermosa, es un agradable y acogedor chalecito de dos plantas, hecho en ladrillo rojo con techo gris y rejas negras en todas las ventanas de abajo, tiene un jardín adelante que se extiende por todo un costado, y del otro, atravesando la cochera se llega a la cocina; en el piso superior hay tres dormitorios medianos y dos baños, y en la planta baja, entrando por el frente está la salita, un comedorcito, la cocina y un escritorio que nadie usa.

A Lara le encanta estar ahí, adora a su abuela y esa casa, que llama "remanso de paz", porque según ella, "una vez adentro ya no se escucha el ruido del tráfico, es como si se apagara la ciudad".

Pero ni aún así Lara lograba ver lo extraño que eran los sucesos de las últimas semanas.

El trabajo de la carpeta es como a una hora, tiene que salir temprano y llenar el tanque, así que deja todo pronto sobre una butaquita, da cuerda al reloj y se duerme enseguida.

Cerca de la madrugada se ve de nuevo soñando con ese campo pero esta vez está de pie, "siente", literalmente, la tierra húmeda de rocío. Se levanta un calor sofocante que deforma todo y Lara ya no ve la línea del horizonte; de pronto el suelo empieza a temblar y Lara pierde el equilibrio cayendo sentada, comprende que debe irse pero no se puede parar. Unos minutos más y el temblor cesa tan sorpresivamente como empezó, entonces Lara ve como unos montículos se forman en todo lo que alcanza la vista y se da cuenta de que son tumbas solo cubiertas con tierra. Luego el aire sopla más rápido sobre ellas sin tocar a Lara, la tierra de las tumbas es llevada en el aire y pronto los esqueletos quedan a la vista, se incorporan, se sacuden la tierra, miran a Lara y se alejan a medida que sus huesos se cubren de carne y sangre; recién cuando aparece la ropa Lara de da cuenta de que son indios.




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