El boxeo2

La provocación

Al día siguiente Julio se dirigió al gimnasio para entrenar.

—¡QUE DEMONIOS! –exclamó Julio al ver el gimnasio quemado.

Julio revisó su reloj y faltaban cinco minutos para que el gimnasio abriera. Julio se quedó esperando a que llegara don Carlos.

—¡NO PUEDE SER! –exclamó don Carlos cuando llegó y vio el gimnasio quemado.

Julio se le acercó y le preguntó:

—¿Que pudo a ver ocurrido?

—Tengo que contarte algo. Hace un tiempo recibí mensajes por telegram de un tal “Los sucios”, me dieron una dirección de monero, y me dijeron que si no consignaba algo, mi negocio sería cenizas, no pensé que hablaban enserio.

—Tenemos que ir a denunciar.

—Nunca hacen nada.

—Si no lo hacemos seguirán sin hacer nada.

—Está bien vamos.

Julio y don Carlos se dirigieron a la comisaría.



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En el texto hay: boxeo

Editado: 07.09.2023

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