Estaba emocionada: su primera cita sería con Hiro. Estaba demasiado emocionada, aunque aún tenía que disculparse con sus amigos primero. Al llegar al Instituto, lo primero que hizo fue buscarlos.
—Lo siento —hizo una reverencia ante Mizuki— actué mal el otro día. No debí preocuparnos ni dejar que Yoshiki-kun me besara.
—Está bien —le sonrió apacible haciendo que la mirase— sé que no fue tu intención.
—¿De verdad? —preguntó sorprendida.
—Los vi. Vi a Yoshiki-kun besarte y te vi a ti huir —y se cruzó de brazos— quise reaccionar en ese momento, pero no pude. Sólo cuando lo oí gritar tu nombre, pude moverme y correr a buscarte —se encogió de hombros suspirando— no puedo culparte por eso, simplemente, no me lo esperaba.
Y ya eran dos. Con Nadeshiko, había tenido una ligera esperanza, pero después de ese momento, nada pasó. Todas sus posibilidades, se habían esfumado. Y en cierta forma, ella lo sabía desde el principio. Pero el entusiasmo de su amiga la había arrastrado a creer que podría ser posible.
Más, Nadeshiko tenía mucho más que contarle aún ¡había avanzado con su esposo! Y estaba nerviosa y no sabía cómo actuar ni que hacer. Su primera cita sería en Navidad. Era una locura, el día de mayores ventas, pero él le había prometido cerrar el negocio y dar el día libre a su personal tan sólo por ella. Sería su primera Navidad juntos y mucho más para Nadeshiko: sería la primera Navidad que celebrase con alguien. A sus padres no les gustaba la fecha así que simplemente, era un día más en casa. Pero ella se emocionaba y le gustaba la idea de celebrarla ¿sería capaz de tener una bella Navidad?
—Aun me siento mal porque las cosas no hayan salido buen entre Yoshiki-kun y tú —dijo triste.
—¿Ya sabes qué le dirás?
—Aun no. No sé cómo debería enfrentarlo.
—Actuar como si nada puede ser una buena idea —le sugirió.
Y pensó que no sería tan mala idea. Tan sólo debería actuar normal, como si no lo hubiese besado. Y le sería difícil, pero lo intentaría. Sin embargo, aunque puso todo su entusiasmo, él no apareció ese día.
Al finalizar la escuela, salió con Mizuki de compras a que la ayudara a elegir un buen atuendo para su cita con su esposo. Le sonaba raro, la primera cita que tendrían sería cuando ya estaban casados. Y pensaba que sólo ella podía tener algo así qué contar, pero cuando lo volvía a pensar, no le sonaba tan mal. Después de todo, jamás había pensado sentirse atraída hacia Hiro, por el contrario, pensaba que, al poco tiempo de convivir, cada uno iba a hacer su vida lejos del otro e iban a disimular que se llevaban bien en público ¡suerte la suya que no había sido así! Se sentía realmente feliz.
Nadeshiko estaba terminando de arreglarse cuando sonó la puerta. No esperaba a nadie, por el contrario, había quedado en verse con Hiro en el restaurant que había hecho una reservación para ellos dos, así que esperaba que quien fuera, no la retuviera demasiado tiempo.
Fue una sorpresa abrir la puerta y encontrarse al mismo Hiro esperándola.
—¿Por qué estás aquí? se supone que nos veríamos.
—Esto hace que parezca más una cita ¿no? —la interrumpió.
Ella le sonrió y pasaron a la casa. Hacía frío afuera y apenas se había asomado, especialmente ella que llevaba un vestido muy sencillo. Era gris perla, hasta las rodillas, con cuello redondo y mangas tres cuartos. Había tardado demasiado eligiendo, y acabó buscando algo sumamente simple, pero hacia que se viera realmente bien, disimulaba su pecho y marcaba bien sus caderas.
Dejó a su esposo unos instantes, terminando de arreglarse el cabello y buscando unos zapatos de tacón que se colocó ya en la puerta, con su abrigo y bufanda. Podría verse realmente bien, pero habría que llegar a destino primero y siendo un cubito de hielo no iba a servir de mucho.
Al verla nuevamente, no pudo evitar decir algo en esta ocasión. Se veía realmente hermosa. Siempre había considerado a Nadeshiko una mujer bella, de hecho, le recordaba al mito de la mujer ideal, aunque más inocente y descuidada, que si hablábamos de personalidad, por ahí, se iba un poco del canon, pero de que llegaba a verse como tal, la veía como tal.
Guardó las llaves y le ofreció su brazo para salir. Ella le sonrió con alegría y comenzaron a caminar hasta el local. No había línea de metro que los llevara hasta ahí y con la cantidad de gente en las calles, se podrían haber arrepentido, pero ninguno de los dos se quejó, por el contrario, aprovecharon ese momento que lucían como una verdadera pareja de casados conversando hasta el restaurant y admirando las luces reflejadas en la nieve, algo que no dejaba de admirar Nadeshiko. La Navidad le encantaba por lo colorida que era y lo vistosas que se ponían las calles en ese tiempo.