El brillo de los copos de nieve

Capítulo 9 — Sentimientos

La posada se sintió sumamente cálida al entrar. De llegar con el aire frío del invierno a ese cómodo recinto había sido uno de los mayores lujos que habían podido darse. Más, a pesar del frío y de que ya estaban cerca del final del año, no había mucha gente hospedada allí. Además de ello, había una pareja y una familia de cuatro personas, nada más, así que iban a gozar de mucha tranquilidad en sus vacaciones de final de año.

Hiromu llevó las cosas hacia la habitación. Nadeshiko charlaba con la mujer que los había recibido, pidiéndole que cualquier cosa que necesitaran, se acercaran a ella que les proporcionaría lo que hiciera falta, sin contar que les había dicho de las aguas termales que había en la casa, para que pudieran pasar a usarlas en cuanto quisieran.

—¡Qué bonito qué es todo esto! —Dijo ella sentándose en el suelo, al lado de sus cosas luego de que la dueña se fuera.

—Te entusiasmas por muy poco —añadió él con una sonrisa, cerrando la puerta.

—Es que nunca había estado en un lugar así. Cuando salía con mamá y papá era a sitios caros y elegantes, de esos donde sólo ves gente estirada y mayordomos por todos lados. Me aburría mucho siempre.

—¿Y qué te hace pensar que no te aburrirás?

—Vine contigo— sonrió más entusiasta todavía —¿podremos salir por la nieve? Está todo cubierto—

—Sería peligroso. Y tú eres un imán para los problemas.

—Entonces ¿podemos ir a las termas? —preguntó poniéndose de pie— te ayudará a relajarte después de tantas cosas que pasaron—

Y buscó sus cosas, sacando dos yukata de su bolso, para llevarlo al baño. Eran mixtas, así que después de darse una ducha, se colocaron la bata de baño y se metieron en las termas.

Hiromu no dijo nada al ver la determinación de ella por entrar juntos ¿estaría bien? En términos lógicos, lo estaba, ya estaban casados, los baños eran mixtos y podría decirse que no había nada que no conociera de su mujer. Pero eso no era así. Su relación iba creciendo sobre la marcha y aún le faltaba mucho por saber el uno del otro, incluso, aquella bata contenía secretos que ni él ni ella habían descubierto todavía ¿estaría bien?

—¿Estás segura de bañarnos juntos? —preguntó finalmente al verla sumergirse en el agua y ver que la tela iba tomando aquel cuerpo como suyo, adaptándose a las curvas de su mujer, que no eran pocas, pero que aun, no había explorado totalmente.

—Eres mi esposo ¿por qué estaría mal ello? —Estaba confundida, se notaba en su mirada y en su tono de voz, pensando que quizás, habías hecho algo mal con ello.

Hiro cerró los ojos y negó con la cabeza con una leve sonrisa en los labios. No iba a poder cambiar a esa mujer, más ahora, que mientras más la conocía, más embobado por ella se sentía.

Se metió en el agua caliente y se quedó apoyado contra la pared, a una distancia considerable de ella.

Nadeshiko lo miró curvando sus labios y se acercó a su lado. Ella había tomado en serio uno de los consejos de Mizuki y aquellas vacaciones, aunque fueran cortas, la iban a ayudar a acercarse a su esposo como fuera. Aunque la falta de experiencia le jugaba en contra a ella, el no saber cómo actuar le había traído cosas buenas a pesar de todo.

—Hiro-kun —lo llamó— ¿tuviste otras novias antes de mí? —Preguntó algo sonrojada por decir ello ¿contra qué es lo que tenía qué competir? Se lo preguntaba y aunque se echaba ánimos, había cierta duda en ella por ese mundo desconocido que tenía en frente, más, tenía ansias de tirarse a él de cabeza.

—¿A qué viene esa pregunta? —Y la miró— ¿No me digas que…? —No termino la frase, pero soltó una carcajada, acariciando la cabeza de ella, que se sumergía en el agua para que no viera su sonrojo— no tienes que preocuparte de mí pasado.

—Pero yo quiero ser una buena esposa para ti.

—Y lo serás siendo la mejor versión de ti misma. No intentes compararte o ser igual a las demás. Así estás perfecta.

Y los colores le subieron más al rostro a Nadeshiko, hundiéndose en el agua por completo que ya no le importaba mojar su cabello sino, bajar sus calores.   

   Él la sacó del agua, diciéndole que se iba a marear por el agua caliente. La dejó en el suelo y la invitó a cenar.




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