El brillo lunar /completa/

DÍA 1

Intenté abrir los ojos, pero la luz que había sobre mí era demasiado luminosa, y su intensidad era completamente fuerte. Me alumbraba en el rostro, por lo que solo pude abrirlos unos pocos milímetros.

Mi cuerpo no reaccionaba, los huesos pesaban quintares y el dolor no cesaba ni un solo segundo…

No sabía si mi amigo rubio estaba a mi lado todavía; si habían hecho algo con él; o si yo estaba muerta y esto era otra vida.

Hacía frío, pero no iba a poner todos mis esfuerzos – miento, mi fuerza era baja y nula – en hacer castañear los dientes. Además, tenía que ser precavida y realizar mis acciones a su debido tiempo si quería salir viva de allí.

La luz seguía cegándome, deslumbrante y de un color blanco limpio, como las lámparas de un hospital…

Era él, el alto. Todavía estaba bastante adormecida, pero pude escuchar la conversación que mantenía con su compañero:

 

-        Ya sabes lo que nos ha dicho Roman – miró el alto al otro con cara de repulsión –. No quiere que la toquemos, así que habrá que hacerlo a sus espaldas.

Ese nombre me resultaba muy familiar…  ¿Roman? Debía recordarlo…  Pero más adelante.

-        No deberíamos hacerlo, John – el más bajo rozó con sutileza el hombro del Alto, de nombre John. Estaba indeciso, nervioso y muy sobresaltado –.

-        Tú no eres nadie para decirme lo que debo o no hacer, Aaron – se giró hacia Derek, que seguía dormido –. Él no debe estar cuando yo quiera jugar.

Aaron simplemente suspiró y asintió; entonces lo entendí… Ya sabía cómo enfrentarme a ellos.

Comencé a moverme, lenta pero incansablemente…  No quería que le hicieran nada a mi amigo.

-        John, se ha despertado – Aaron apoyó las manos en el suelo, a los lados de mi cabeza intentando intimidarme –.

-        No sé qué es lo que me da más curiosidad – el otro alto se sentó allí, junto a Derek, que empezaba a despertar –. Aaron intentando igualarme, o tú – le pegó un golpe en el estómago al rubio, haciéndolo despertar del todo –.

-        Cállate – el bajo mustió, molesto y con un ligero aspecto satisfactorio –, ¿puedes dejarme a solas con ella? Necesito preguntarle varias cosas.

-        Como quieras.

-        Llévate a ese – señaló a Garrett y el alto lo sacó de allí –.

 

Me levantó con delicadeza y bajó la cabeza, se le notaba presionado y sudaba como si el sol de verano le hubiera abrasado durante días.

 

-        ¿Vas a decirme algo? Sé que quieres hablar. Sé que has escuchado toda la conversación – me levantó y me pegó a la pared. Seguía con la cabeza baja, evitando mirarme –.

-        Me he dado cuenta de cosas muy interesantes – hablé bajo, pero la seguridad que sentía en mi cuerpo era algo imposible de ocultar –, como por ejemplo… Me he dado cuenta de que ese, John, se hace ver el mandamás del dúo. Dudo que eso sea de tu agrado, ¿me equivoco?

-        La verdad es que…  Me esperaba algo más – soltó una risa amable, sincera –.

-        He averiguado más, ¿de verdad lo quieres saber? – intentaba jugar al despiste con él, intentar conseguir alguna información de dónde estábamos o algo similar.

-        Sí. Cuéntame.

-        Por tu forma de mirar a tu compatriota – paré para sonreír diabólicamente –, he deducido que te gustaría tener una relación más estrecha con él. No he encontrado la solución a esa incógnita; no sé por qué haces eso…  Pero encontraré mi respuesta.

-        Chica lista.

Me dejó apoyada en la pared nuevamente, y se fue por el gran portón.

Poco después, John dejó a Derek arrojándolo al suelo con desprecio… Cuando me agaché para preguntarle por su estado, me percaté de que habían vuelto a golpearle.

 

 

-        Derek, juro que te sacaré de aquí – con mi camisa, sucia y llena de sangre, limpié su rostro sudoroso…  Parecía tener fiebre –.

-        No estoy preocupado por mí, linda – tosió, seguido por un gesto de dolencia y me puso una mano sobre la pierna –. Me preocupo por ti. Esa gente quiere hacer cosas muy poco humanas contigo.

-        Aguantaré lo que sea necesario con tal de que salgamos vivos de aquí.

-        Ya…  Calla – tiró de mí para que estuviera más cerca…  Su estado no era bueno, y él lo sabía –.

 

Con el pasar de las horas, la comida llegaba…  No sabíamos siquiera si era realmente, o no, hora de comer o cenar; mas no desaprovechamos nada del plato; el hambre nos invadía.

Al principio, luchaba contra mi apetito. ¿Yo iba a comer de unos perversos y asquerosos seres? No, no sería yo la que perdiera su dignidad de esa manera; pero Derek, de poco en poco, fue logrando convencerme para comer algún que otro bocado…  Sabía que él estaba mal, en casi todos los aspectos; teniendo en cuenta que estábamos “secuestrados”; así que cada vez que comía le hacía saber que el motivo era para mantenerlo a salvo.

 

 

Después de innumerables charlas entre nosotros, intentando fingir una normalidad y trazando planes fallidos para poder escapar, Aaron abrió la puerta de golpe…  Su ira se podía oler a kilómetros.

-        Tú – señaló a Derek –, ¿quieres salvar a esta? – dijo refiriéndose a mí.

-        Por supuesto – afirmó seguro, haciendo inclinaciones con la cabeza –. Y no es esta – continuó –, se llama Eiles.

Escuché mi nombre después de bastante tiempo…  Ya me había acostumbrado a sus apodos cariñosos, y a que me nombrara por mi apellido… Él hacía que la realidad pareciese todavía más ficticia.

-        Bien, Eiles – me agarró del brazo con fuerza, casi clavando sus uñas en mi carne –. Nos vamos.

-        ¿Qué? – estaba un poco descolocada. No lo entendía…  Movernos. ¿Para qué?

-        ¿Dónde te la llevas? – se levantó torpemente, estaba débil como un niño, pero sacó las fuerzas más inimaginables y con la mano hecha un mazo cogió al extraño (no tan extraño) de su camiseta – No me hagas sacar la agresividad que tengo dentro.



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En el texto hay: temas como el abuso o el abandono

Editado: 15.12.2025

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