El brujo de las ilusiones

Capítulo 1. Golpe de puerta.

Capítulo 1. Golpe de puerta.

En las afueras de la pacífica ciudad de Varmont, tres docenas de gatos con diferentes pelajes se escurrían intrépidamente entre el alto monte, caminaban como si fuesen un ejército dirigido por un gato azabache con una cicatriz que le atravesaba el rostro de lado a lado. Los animalitos peludos pasaron debajo de una verja, tan pronto como lo hicieron, consiguen olisquear el delicioso aroma del atún fresco y la leche tibia.

La pequeña casa de dos habitaciones con techo de teja dejaba salir humo por su pequeña chimenea. Las canastas con flores colgadas en los travesaños del porche daban un aire místico al sitio, así mismo, el cabecilla de los gatos se sentía más a gusto cuando pasaba en medio de los matojos de la pradera.

La puerta de la casa se abrió y un joven hombre cargando una botella de cinco litros apareció. Vestía un delantal amarillo oscuro, sandalias de cuero y un pantalón de vaquero que había arremangado hasta sus rodillas.

En una canoa larga vertió la leche tibia, los gatos aceleraron el trote, mientras el joven se sentaba en la segunda grada del porche. Eran apenas las siete de la noche, pero podía sentir el frío que pronosticaba el próximo invierno.

Los mininos se agacharon a beber su leche, al tiempo, otros fueron a comer de los trastes de atún, mientras Danner los observaba con una sonrisa de satisfacción.

Amaba mucho su trabajo.

El joven se desamarró el delantal y lo dejó a un lado, había sido un día largo y duro. Su trabajo en la veterinaria del pueblo no le dejaba las cosas fáciles, el día anterior había tenido que ayudar a la vaca de una vecina a dar a luz, fue una sorpresa el parto múltiple, pero también un asco, su ropa se echó a perder.

No existía tintorería tan capaz de eliminar tales manchas.

Bostezó.

Sin importar el parto a las tres de la mañana, tuvo que seguir trabajando hasta hacía un par de horas. Su espalda baja estaba matándolo y no por las razones que le hubiese gustado.

Cerró sus piernas y apoyó su barbilla encima de sus rodillas, su nuca se fue relajando satisfactoriamente al observar a los animalitos comer. Pandeoro, el macho líder se había sentado unos metros más allá, observando cada movimiento del joven, todavía no confiaba del todo en él y era insultante, llevaba más de tres jodidos años cuidándolos.

¡Esa era su quinta camada de gatos familiares!

Pandeoro, de verdad, debería de darle un poco más de crédito.

Los gatitos comieron satisfactoriamente, con sus pansas llenas se pusieron en marcha entre los árboles, el último en irse como de costumbre fue Pandeoro, el gato negro con cicatriz, quien analizaba cada uno de los movimientos de Danner.

Se preguntaba por qué no le caía bien al gato, era una pena, porque Pandeoro era el familiar que entrenaba a otros gatos familiares, cuando se hizo cargo de ese lugar fue el primer gato que conoció y el único gato que se negaba a ser lindo con él.

El joven recogió los tazones de comida vacía y volteó la canoa, le echó agua para dejarla en remojo y lavarla al día siguiente. Como todos los días lavó los trastos de los gatos, acto seguido se dio una refrescante ducha y finalmente, se puso un pantalón de dormir holgado.

Se sentó en el único sofá que había en su sala y estiró su mano derecha, diminutas ondas casi invisibles se materializaron entre sus dedos, era la esencia de su energía interna, la vida de su poder arcano, el cual agitó los antiguos textos encima de una mesa de vidrio, uno de pasta gruesa levitó hasta la palma abierta.

Como todas las noches durante los últimos años, Danner se dedicó a estudiar, era su pasatiempo favorito, más que salir a caminar, de fiesta o beber unas copas con sus colegas de trabajo, leer textos antiguos era una de las cosas que lo mantenía cuerdo cuando la cuerda de sus días parecía agotarse.

Estiró sus piernas y acomodó sus pies encima de un pequeño butaco recubierto por un tapiz florecido. Belinda, su auxiliar en el consultorio, le decía que era un butaco de abuelita, pero a él le gustó desde que lo vio en aquella venta de garaje.

Alineó sus vistas y cerebro para comprender su texto, era sobre el dominio de la magia elemental. No tenía acceso a la misma cantidad de libros que en el pasado, cuando estaba bajo el techo de sus difuntos padres, si bien, podía comprar libros de magia de diferentes grados en el mercado de pulgas en la ciudad aledaña.

La gitana encargada del mercado se había vuelto una conocida para él, ya que le compraba dos veces al mes una buena cantidad de libros, como tal, era uno de sus clientes regulares.

Ensimismado leyendo sobre la magia de viento, sus párpados se fueron tornando más pesados y se quedó dormido.

Su boca se fue resecando y su pecho se apretó, su ritmo cardiaco se elevó de improvisto. Tenía un sueño, era una visión de túnel, un túnel oscuro con luz al fondo, las farolas de la calle fallaban como si nunca hubiesen recibido mantenimiento; un silencio escalofriante recorría el aire, era la anticipación antes de un suceso terrible, Danner lo sabía; su corazón descontrolado brincó cuando oyó un grito y luego un rugido viscoso, sus pies corrieron hacia la escasa luz, huía porque podía sentir el oscuro peligroso, se tropezó y cuando estuvo por caer, el golpe sordo de alguien tocando la puerta principal con su puño lo despertó.



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En el texto hay: demonios, magia, brujo

Editado: 12.08.2023

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